Mi corazón palpita a mil por hora, mientras Moira espera
impaciente mi respuesta… Pablo me mira intrigado desde mi cama, está desnudo, eso
hace que no me pueda concentrar en la conversación ,está tan sexy, verlo así
hace que mi sexo se humedezca al pesar de la situación tan incómoda, ¿Cómo
puede ser que los hermanos me calienten de esta manera? Me encantaría tenerlos
a los dos juntos, besarlos, sentirlos en mi interior pero eso es algo
imposible, si Moira se entera que me acosté con la única persona que me prohibió
se va a poner como loca, ¡Ay amiga, que difícil me pones todo!
-
¿Me vas a responder o no?- Me gritó Moira
-
Es que no sé de qué me hablas- Dije sin pensar-
-
Pablo… ¿Esta ahí?- Traté de sonar convincente
-
¿Qué va a estar haciendo tu hermano acá? Estoy
sola gor, estaba duchándome cuando sonó el teléfono, ¿Qué pasó? ¿Se pelearon?
-
No, yo fui a ducharme y cuando salí ya no
estaba. ¿Podes venir? Quiero que pases la noche acá, conmigo- Me dijo
-
No sé si va a ser buena idea, me siento incomoda
en el medio de los dos, vos estas a la defensiva todo el tiempo y no quiero
estar en el medio de ustedes.
-
Si, tenes razón, no sé qué me pasa, Pablo me
pone nerviosa, me recuerda a todo lo que intente olvidar, además sé que le
gustas y… -Hizo un silencio- Nada, no me hagas caso. Vení, por favor- Me dijo suplicante.
-
Ok, dame un ratito que acomodo algunas cosas acá
y voy.
-
Gracias- Dijo y corto la comunicación, yo me
quede con el teléfono en la mano, mirando a Pablo, sin saber que decir, mi
cabeza iba a mil por horas y sentía mi cuerpo desvanecer ¿Qué hice? ¿Cómo pude
incumplir la única cosa que me pidió?
-
Tenes que irte- Le dije a Pablo, él me miro sin
dar crédito a lo que decía- Tu hermana sospecha algo y me pone incomoda esta
situación, yo la quiero y si se entera que nos acostamos me va a odiar y no
quiero eso- Le decía mientras las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas,
Pablo se levantó de la cama y comenzó a dirigirse a mí, acaricio mi rostro,
beso mi cabello, sus brazos rodearon mi cintura y me atrajo hacia él, me abrazo
con una delicadeza infinita, me acuno entre sus brazos y me susurro al oído
-
Me gustas… Mucho más de lo que me hubiese
gustado, tenes una pasión infinita, son sensual de manera natural, sé lo que
tenes con mi hermana, yo también me siento mal con esto, pero no lo puedo
evitar, me generas bastante, desde cogerte todo el tiempo a cuidarte
eternamente, yo sé que no te puedo ofrecer lo mismo que ella, de hecho no puedo ofrecerte nada, porque no
tengo nada, pero sé que me gustas- Me aleje un poco de él, mire sus ojos,
parecía sincero, sus ojos tenían algo de Moira, ambos tenían una mirada
juguetona y muy sensual, no sé porque, pero lo bese con calma, saboreé sus
labios, sus dedos comenzaron a recorrer mi espalda, por un instante deje de
respirar, sabía que iba a perder el control otra vez pero no podía, Moira me
estaba esperando y era mejor no llegar tarde
-
Tu hermana me está esperando.
-
¿No te podes quedar un ratito más?
-
No, pero vos podes quedarte acá, es mejor que
hoy no vuelvas, no sé, invéntate algo, que fuiste a ver a alguien, no sé, pero
por nada del mundo le digas que estuviste acá, ¿ok?- Pablo, volvió a besarme en
un intento de que me quede, yo lo empuje con suavidad hacia atrás para poder
liberarme de sus brazos, él sonrió y se dejó caer sobre la cama suspirando
teatralmente yo reí con ganas y volví corriendo a la ducha, necesitaba sacarme
el olor de Pablo de mi cuerpo antes de ir a ver a su hermana.
Cada vez que el taxi se iba
acercando mi corazón latía con más fuerza, tenía que intentar que no se me
notase demasiado o Moira podría sospechar, Pablo se quedaría en mi casa al
menos hasta mañana.
De pie en la puerta de mi segunda
casa, con las llaves en las manos siento un delicioso aroma que sale desde
nuestro loft lo cual me resulta raro porque Moira no cocina, abro rápido la
puerta y la veo con su cabello rojo atado con una cola alta peleándose con el
corcho que no quiere salir de la botella de vino blanco, al oírme entrar Moira
me mira divertida y me dice:
-
No quiere salir- Y se ríe como una niña dulce e
inocente yo me acerco hacia ella, la abrazo por detrás y beso sus hombros
desnudos, no sé si es la culpa que siento o qué, pero en ese momento la quiero
más que nunca, ella me mira extrañada pero no me dice nada, me besa
apresuradamente, me da la botella para que intente abrirla mientras ella saca
del horno un pollo al champagne- No sé cómo me habrá salido, busque la receta
por internet- Me dijo .
-
Jamás de los jamases te hubiera imaginado
cocinando- Le dije riéndome.
-
Es que hoy es una noche especial- Respondió- Hoy
voy a bailar para vos
-
¿Qué vas a qué?- Le pregunte bastante intrigada
-
Sorpresa, pone la mesa, que esto ya está-
Mientras hacia lo que me había pedido, sonó mi teléfono, lo saque del bolso,
era un mensaje de Pablo “Tu cama no es lo mismo si no estás”
-
¿Pasó algo?- Me pregunto Moira- Te pusiste
pálida de repente
-
No, no, tranquila, no pasa nada, es uno de esos
mensajes basura, no te preocupes- Le dije mientras lo borraba, quería matar a
Pablo, ¿cómo se le ocurría enviarme un mensaje así y si lo leía ella? Decidí
apagar el teléfono y centrarme en la mujer que tenía frente de mí.
La cena estuvo muy bien, solo se pasó un poquito con la sal
y eso hizo que ambas bebiésemos bastante, hacía mucho que no teníamos una cena
así, solas, tranquilas, parecíamos una pareja de años, de esas que se sienten
cómodas estando juntas.
Mi demonio pelirrojo se levantó de la mesa y camino hacia
mí, con ojos ávidos y llenos de deseos, alejo mi silla de la mesa y se sentó
sobre mí, con un movimiento rápido de manos se quitó la musculosa verde que
tenía y sus pechos libres buscaron mi boca, los lamí y mordí sus pezones, ella
gimió y se alejó, puso un dedo en mis labios para que no dijera nada, se
levantó me agarro de la mano y me llevo a la cama, luego fue a buscar mi copa
de vino y me la trajo llena.
-
Quiero que hoy disfrutes de mi cuerpo- Me dijo
mientras la música empezaba a inundar el ambiente, no sé que era, no me
resultaba conocida, solo sé que era muy muy erótica. Moira fue apagando las
luces, menos una pequeña lámpara a la
cual le puso un pañuelo rojo encima para que su luz fuese tenue, sin decir nada
su cuerpo fue moviéndose al compás de la
música, sus manos comenzaron a acariciar su cuerpo muy lentamente, mientras sus
ojos estaban clavados en los míos, se movía sensualmente con una agilidad que
no había visto antes, con cada movimiento se iba desnudando, yo estaba sin
aliento no podía dejar de mirar a mi demonio dulce y caliente, mi cuerpo estaba
comenzando a excitarse, con cada movimiento de ella mi sexo palpitaba de
deseos, la deseaba, la necesitaba con mi boca, en mi manos.
Cuando termino esa canción y comenzó la siguiente vino hacia
mí, bebió de mi copa y se sentó encima mío nuevamente, mi lengua busco sus
pezones desnudos nuevamente, mientras mis manos acariciaban su espalda, ella
echo la cabeza para atrás dejándome sus pechos a merced de mis caprichos, los
chupe por un tiempo infinito, saboreé de ellos como nunca lo había hecho antes,
luego subí hacia sus labios, haciendo un camino desde su cuello, su boca me recibió
abierta y su lengua comenzó a masajear la mía, Moira me desabrocho el corpiño y
me lo quito junto con la remera, nuestros torsos estaban desnudos y muy
pegados, sus brazos me abrazaban mientras su pelvis hacia una vaivén sobre mí, como pude la deposite en la cama, observe su
carnosa desnudez, respiré cada rincón de su piel, me detuve en su sexo, estaba
húmedo, olía a mujer apasionada a desenfreno, mi lengua recorrió sus labios
hasta llegar a su clítoris una vez ahí, sople con suavidad hasta que todo su
cuerpo se estremeció, luego volví a lamerlo y a presionarlo entre mi lengua y
el paladar, Moira gimió nuevamente, entonces mis manos subieron a sus pechos y
comencé a pellizcar sus pechos, Moira gemía cada vez más fuerte, no me detuve
seguía devorando su sexo, jugando con su clítoris, Moira se movía al compás de
mi lengua y eso me hacía enloquecer aún más, mi sexo estaba preso entre mi
pantalón y la tanga mientras mis pechos libres rozaban sus piernas, necesitaba
sentirla, una de mis manos se quedó en sus pechos y la otra bajo hasta su sexo,
mis dedos entraron en ese volcán espumante y luego salieron empapados de ella,
volvieron a entrar haciendo un movimiento circular dentro de ella, mientras mi
lengua ávida seguía lamiéndola, empecé a sentir como su cuerpo sufría espasmos
de placer yo no me detuve quería sentir sus jugos en mi boca, quería absorber
hasta la última gota de su satisfacción, cuando termino se puso de espalda con los ojos cerrados, respirando plenamente,
me dedique a observarla, ver su cuerpo blanco haciendo contraste con su cabello
rojo cayendo hacia un costado, sus labios dibujaban una sonrisa y en ese
momento me sentí plena
-
No me olvido de vos- Me dijo abriendo los ojos y
mirándome- Solo necesitaba disfrutar este momento.
-
Shhh, no digas nada, estoy disfrutando viéndote
así.
-
Me volví loca cuando creí que Pablo estaba con
vos- Mi corazón se aceleró, me puse en alerta .
-
No sé porque se te ocurrió que podía estar
conmigo, no tiene sentido ¿Para qué vendría a mi casa?
-
No lo sé, la verdad es que no lo pensé, me salió
llamarte- Me dijo cerrando los ojos nuevamente- Me relaje, ese tema ya había
quedado zanjado, me recosté a su lado mientras mis dedos acariciaban su
espalda, no sé cuánto tiempo estuvimos así, sin hablar, disfrutando de ese
silencio casi necesario. En algún momento me levanté de la cama me quite el
pantalón y fui a servirme más vino que por suerte aún estaba fresco, bebí un
sorbo largo y respiré profundo, había tenido un día de mucho sexo, primero
Moira, luego Pablo y ahora estoy acá extremadamente excitada con esta mujer de
cabello rojo que duerme plácidamente en la cama.
Me siento en la silla con los
pies apoyados en el borde mientras pienso en los parciales que se acercan y para
los que no estudie nada, pienso en Pablo, en Moira, en José, al que extraño
muchísimo, pero mis pensamientos se quedan estancados cuando siento unos labios
lamiendo mi cuello, instintivamente un pequeño orgasmo salió de mis labios, me
gire y ahí estaba ella, tan hermosa como siempre, se acercó a mí, me puso de
pie y me beso, su lengua recorría mis labios, sus manos me sujetaban la cara
mientras ella iba de mi boca a mis pechos, con un gesto me pidió que me sentase
en la mesa, una vez que lo hice abrió mis piernas y se puso entre ellas, volvió
a besarme envolviéndome con todo su cuerpo, yo también la abrazaba necesitaba
sentir su cuerpo pegado al mío, Moira se arrodilló ante mí y con su lengua rozó
todo mi sexo, yo suspiré disfrutando de su tacto, la luz apenas nos iluminaba y
eso hacia todo mucho más caliente, solo podía sentir su lengua dándome el más
absoluto placer que alguien se pudiera imaginar, a su boca le siguieron sus
dedos que entraron en mi invadiéndome entera, sabía que no iba a aguantar
tanto, Moira lograba calentarme como nadie jamás lo había hecho, sabia como y
donde tocarme para hacerme llegar a un orgasmo extremo. Mi respiración se iba
acelerando cada vez más y un fuego abrazador subía desde mi sexo, la
lengua Moira seguía implacable cuando se
dio cuenta que mi orgasmo llegaba solo para ella.