Hoy me desperté temprano como siempre, Moira aun dormía, y
yo me dispuse a preparar nuestro desayuno, la luz del sol entraba por la
ventana y por primera vez en mucho tiempo me sentí plena, sentía que mi vida
estaba volviendo a su normalidad, Moira y yo, nadie más sin terceros que no
entiendan de pasión, por momentos me encontraba pensando en José, ya hacía dos
meses que no sabía de él, desde ese fatídico día de cumpleaños donde nada salió
como se esperaba… Parecía que todo eso había pasado hace siglos.
Moira se movió y la
luz se posó sobre su cuerpo, me quede de pie, contemplando su cuerpo desnudo,
era hermosa, realmente hermosa y me quería, a su forma pero lo hacía, mi amiga
abrió los ojos y arrugo la nariz, la luz le molestaba, ese gesto me hizo reír y
ella me miro incrédula
-
¿De qué te reis?- me dijo desperezándose
-
De nada, buenos días, estoy preparando el
desayuno- le dije dándole en beso en la comisura de los labios y seguí
preparando el desayuno. Moira se levantó, se puso su bata rosa de verano y se fue
al baño.
Luego del desayuno me fui al gimnasio, hacía poco que iba y
la verdad es que me gustaba, necesitaba quemar energías y ya que estaba un poco de calorías. La gente
que iba al gym parecía estar absorta en sus pensamientos, principalmente una
chica que siempre hacia elíptica a mi lado, era muy bonita, sobre todo me
llamaba la atención sus ojos verdes y su boca fina y delicada, las veces que la
vi llevaba el cabello recogido y ropas deportivas que marcaban su cuerpo
armónico y extremadamente sensual, se llamaba Mía, lo supe sin querer cuando el
personal trainer se acercó a ella para preguntarle no sé qué un lunar que tenía
no sé dónde, así me entere que era médica, no lo parecía, se veía muy joven.
Mía me gustaba, tenía algo que me atraía muchísimo, a veces
notaba su mirada atreves del espejo del gym y cuando yo la miraba sonreía, ese
juego despertaba curiosidad en mí, nunca hablamos directamente, simplemente
eran miradas y un deseo inminente, quería besar esos labios y hoy las ganas
eran más intensas. Se veía tan sexy estando transpirada, mi cabeza se la
imaginaba gimiendo en mis labios, sentía su mirada deseosa e insegura sobre mí,
no era la primera vez que lo hacía, cada tanto me provocaba (o eso intuía yo)
me rosaba con sus pechos cuando pasaba por detrás de mí o bebía agua y se
secaba la boca con las manos mirándome fijamente o cuando creía que no la veía
se mordía los labios dejándome turbada y muy caliente, fueron dos meses de
juegos eróticos, sin siquiera dirigirnos la palabras, solo con miradas y
sonrisas infantiles, lo cierto es que ya no aguantaba el deseo de querer poseer
su cuerpo, pero en mi cabeza las preguntas comenzaron a formularse sin querer,
¿ y si todo era producto de mi imaginación? No quería asustarla, pero
necesitaba una pista, algo que e diga que realmente quiere jugar. Mía me miro a los ojos, se bajó de la elíptica y
subió las escaleras que van hacia las duchas no sin antes lanzarme una mirada a
la que tome como una invitación, mi cabeza iba a mil por hora hasta que mis
pensamientos se detuvieron en una idea, quería poseerla y no iba a esperar más,
seguí sus pasos con decisión mis miedos se iban desvaneciendo con cada escalón
que subía, subí las escaleras con pasos decisivos, abrí la puerta y la vi entrando a la ducha, envuelta en una toalla
impoluta, sin dudarlo la seguí y cerré la puerta detrás nuestro, ella me miro
sorprendida pero no dijo nada, nuestras miradas se encontraron y sin decir nada
estire lentamente la toalla la cual se deslizo por su cuerpo desnudo hasta caer
a sus pies, levante la toalla del suelo y la colgué en el picaporte, alguien
entro al vestidor escuchamos pasos cerca de la puerta nuestra, Mía me miro
llena de miedo y casi sin respirar abrió
la canilla y el agua cayó sobre nosotras para no levantar sospecha. Ella
temblaba y su respiración se iba acelerando, observe su cuerpo, sus pechos con
la medida justa, sus pezones rosados y pequeños daban ganas de besarlos, mi
mirada seguía recorriendo su piel, mientras el agua caía mojando mi ropa y su
cuerpo, su boca entre abierta me daba la bienvenida, entonces la bese, primero
suavemente, respirando sus suspiros, Mía me besaba con una dulzura infinita, el
agua seguía cayendo sobre nosotras, entonces me quite la ropa mojada y mi
desnudez se unió a la suya, apreté su
cuerpo contra el mío, nuestros pechos se restregaban, sus manos tímidas
acariciaban mi espalda y las mías acariciaban su nuca, sus mejillas, una de mis
manos agarro el jabón y comencé a enjabonar sus pechos, el jabón los volvía
suave, mis manos se deslizaban con mucha facilidad y una vez en su sexo mis
dedos ansiosos acariciaron con pompas de jabón su clítoris y Mía suspiro
mientras me atrajo hacia su cuerpo y me beso con avidez, sus gemidos eran cada vez más rítmicos y mis deseos más
intensos, mis labios comenzaron a besar su cuello y fueron bajando lentamente
por su abdomen, mi lengua se detuvo a saborear su ombligo y ella reprimió un
gemido, seguí bajando hasta su sexo y una vez ahí mi lengua viperina comenzó a
lamer su clítoris, mi lengua la recorría sin preámbulos, Mía estaba entregada a
mí, su cuerpo se contraía de placer y mis ganas iban aumentando en cada
segundo, mis manos subieron por sus por su vientre hasta sus pechos y mientras
mi lengua jugaba en su interior mis dedos apretaban sin fuerzas sus pezones,
Mía comenzó a sufrir espasmos por todo su cuerpo, así supe que estaba llegando
su orgasmo, entonces cubrí su clítoris con mi lengua y mis labios se cerraron
junto a él y comencé a succionar, Mía presionaba mi cabeza sobre su sexo y de
esa forma llego su orgasmo, dulce, armonioso y en un susurro, una vez que su
cuerpo se relajó, me puse de pie, y la bese en los labios nuevamente, sujete
una de sus manos y la puse sobre mi sexo, nuestras bocas empezaron a darse la
bienvenida nuevamente mientras con una mano acariciaba su nuca y con la otra le
enseñaba como tocarme, despacio, apretando y acariciando mi sexo, Mía apoyo una
mano en uno de mis pechos y lo acaricio muy suavemente, sus mano parecía una
pluma suave que me daba cosquillas pero
me gustaba, sus manos eran inexpertas pero deseosas por aprender, ese
pensamiento me excito aún más y entonces me deje ir, todo mi cuerpo se relajó
cuando mi orgasmo llego fuerte y claro, con las dos manos agarre su rostro y lo
bese infinitamente, primero sus ojos verdes, luego sus mejillas, su nariz
perfecta y mil veces más en sus labios.
-
Sos hermosa- Le dije despegándome un poco de su
boca
-
Nunca hice algo así- Me dijo poniéndose colorada
-
Yo tampoco- y sonreí
-
Quiero decir, con una mujer yo… Tengo novio- Me
dijo con la cabeza gacha, claramente turbada, me lo había imaginado, pero el
hecho que me lo confirme me había tomado por sorpresa y de repente muchas
preguntas acudieron a mí. ¿Acaso yo
había mal interpretado las cosas y lo que creía un juego erótico no era más que
ganas de conocerme y formar una simple amistad? ¿Era simple curiosidad? ¿hice
mal en meterme así en la ducha con ella? Bueno, lo que paso ya había pasado y
no se podía volver el tiempo atrás, ella al ver que mi rostro había cambiado se
apresuró a decir
-
Me gusto, mucho- y entonces me tranquilice
-
Vamos a bañarnos, luego te invito a comer,
quiero que conozcas a alguien- Le dije y comencé a enjabonar su cuerpo
lentamente.