miércoles, 16 de octubre de 2013

Cuando nadie nos ve

Hoy me desperté temprano como siempre, Moira aun dormía, y yo me dispuse a preparar nuestro desayuno, la luz del sol entraba por la ventana y por primera vez en mucho tiempo me sentí plena, sentía que mi vida estaba volviendo a su normalidad, Moira y yo, nadie más sin terceros que no entiendan de pasión, por momentos me encontraba pensando en José, ya hacía dos meses que no sabía de él, desde ese fatídico día de cumpleaños donde nada salió como se esperaba… Parecía que todo eso había pasado hace siglos.
 Moira se movió y la luz se posó sobre su cuerpo, me quede de pie, contemplando su cuerpo desnudo, era hermosa, realmente hermosa y me quería, a su forma pero lo hacía, mi amiga abrió los ojos y arrugo la nariz, la luz le molestaba, ese gesto me hizo reír y ella me miro incrédula
-          ¿De qué te reis?- me dijo desperezándose
-          De nada, buenos días, estoy preparando el desayuno- le dije dándole en beso en la comisura de los labios y seguí preparando el desayuno. Moira se levantó, se puso su bata rosa de verano y se fue al baño.
Luego del desayuno me fui al gimnasio, hacía poco que iba y la verdad es que me gustaba, necesitaba quemar energías y  ya que estaba un poco de calorías. La gente que iba al gym parecía estar absorta en sus pensamientos, principalmente una chica que siempre hacia elíptica a mi lado, era muy bonita, sobre todo me llamaba la atención sus ojos verdes y su boca fina y delicada, las veces que la vi llevaba el cabello recogido y ropas deportivas que marcaban su cuerpo armónico y extremadamente sensual, se llamaba Mía, lo supe sin querer cuando el personal trainer se acercó a ella para preguntarle no sé qué un lunar que tenía no sé dónde, así me entere que era médica, no lo parecía, se veía muy joven.
Mía me gustaba, tenía algo que me atraía muchísimo, a veces notaba su mirada atreves del espejo del gym y cuando yo la miraba sonreía, ese juego despertaba curiosidad en mí, nunca hablamos directamente, simplemente eran miradas y un deseo inminente, quería besar esos labios y hoy las ganas eran más intensas. Se veía tan sexy estando transpirada, mi cabeza se la imaginaba gimiendo en mis labios, sentía su mirada deseosa e insegura sobre mí, no era la primera vez que lo hacía, cada tanto me provocaba (o eso intuía yo) me rosaba con sus pechos cuando pasaba por detrás de mí o bebía agua y se secaba la boca con las manos mirándome fijamente o cuando creía que no la veía se mordía los labios dejándome turbada y muy caliente, fueron dos meses de juegos eróticos, sin siquiera dirigirnos la palabras, solo con miradas y sonrisas infantiles, lo cierto es que ya no aguantaba el deseo de querer poseer su cuerpo, pero en mi cabeza las preguntas comenzaron a formularse sin querer, ¿ y si todo era producto de mi imaginación? No quería asustarla, pero necesitaba una pista, algo que e diga que realmente quiere jugar. Mía  me miro a los ojos, se bajó de la elíptica y subió las escaleras que van hacia las duchas no sin antes lanzarme una mirada a la que tome como una invitación, mi cabeza iba a mil por hora hasta que mis pensamientos se detuvieron en una idea, quería poseerla y no iba a esperar más, seguí sus pasos con decisión mis miedos se iban desvaneciendo con cada escalón que subía, subí las escaleras con pasos decisivos, abrí la puerta y la vi  entrando a la ducha, envuelta en una toalla impoluta, sin dudarlo la seguí y cerré la puerta detrás nuestro, ella me miro sorprendida pero no dijo nada, nuestras miradas se encontraron y sin decir nada estire lentamente la toalla la cual se deslizo por su cuerpo desnudo hasta caer a sus pies, levante la toalla del suelo y la colgué en el picaporte, alguien entro al vestidor escuchamos pasos cerca de la puerta nuestra, Mía me miro llena de miedo y casi sin respirar abrió  la canilla y el agua cayó sobre nosotras para no levantar sospecha. Ella temblaba y su respiración se iba acelerando, observe su cuerpo, sus pechos con la medida justa, sus pezones rosados y pequeños daban ganas de besarlos, mi mirada seguía recorriendo su piel, mientras el agua caía mojando mi ropa y su cuerpo, su boca entre abierta me daba la bienvenida, entonces la bese, primero suavemente, respirando sus suspiros, Mía me besaba con una dulzura infinita, el agua seguía cayendo sobre nosotras, entonces me quite la ropa mojada y mi desnudez se unió  a la suya, apreté su cuerpo contra el mío, nuestros pechos se restregaban, sus manos tímidas acariciaban mi espalda y las mías acariciaban su nuca, sus mejillas, una de mis manos agarro el jabón y comencé a enjabonar sus pechos, el jabón los volvía suave, mis manos se deslizaban con mucha facilidad y una vez en su sexo mis dedos ansiosos acariciaron con pompas de jabón su clítoris y Mía suspiro mientras me atrajo hacia su cuerpo y me beso con avidez, sus gemidos  eran cada vez más rítmicos y mis deseos más intensos, mis labios comenzaron a besar su cuello y fueron bajando lentamente por su abdomen, mi lengua se detuvo a saborear su ombligo y ella reprimió un gemido, seguí bajando hasta su sexo y una vez ahí mi lengua viperina comenzó a lamer su clítoris, mi lengua la recorría sin preámbulos, Mía estaba entregada a mí, su cuerpo se contraía de placer y mis ganas iban aumentando en cada segundo, mis manos subieron por sus por su vientre hasta sus pechos y mientras mi lengua jugaba en su interior mis dedos apretaban sin fuerzas sus pezones, Mía comenzó a sufrir espasmos por todo su cuerpo, así supe que estaba llegando su orgasmo, entonces cubrí su clítoris con mi lengua y mis labios se cerraron junto a él y comencé a succionar, Mía presionaba mi cabeza sobre su sexo y de esa forma llego su orgasmo, dulce, armonioso y en un susurro, una vez que su cuerpo se relajó, me puse de pie, y la bese en los labios nuevamente, sujete una de sus manos y la puse sobre mi sexo, nuestras bocas empezaron a darse la bienvenida nuevamente mientras con una mano acariciaba su nuca y con la otra le enseñaba como tocarme, despacio, apretando y acariciando mi sexo, Mía apoyo una mano en uno de mis pechos y lo acaricio muy suavemente, sus mano parecía una pluma suave que me daba  cosquillas pero me gustaba, sus manos eran inexpertas pero deseosas por aprender, ese pensamiento me excito aún más y entonces me deje ir, todo mi cuerpo se relajó cuando mi orgasmo llego fuerte y claro, con las dos manos agarre su rostro y lo bese infinitamente, primero sus ojos verdes, luego sus mejillas, su nariz perfecta y mil veces más en sus labios.
-          Sos hermosa- Le dije despegándome un poco de su boca
-          Nunca hice algo así- Me dijo poniéndose colorada
-          Yo tampoco- y sonreí
-          Quiero decir, con una mujer yo… Tengo novio- Me dijo con la cabeza gacha, claramente turbada, me lo había imaginado, pero el hecho que me lo confirme me había tomado por sorpresa y de repente muchas preguntas acudieron a mí.  ¿Acaso yo había mal interpretado las cosas y lo que creía un juego erótico no era más que ganas de conocerme y formar una simple amistad? ¿Era simple curiosidad? ¿hice mal en meterme así en la ducha con ella? Bueno, lo que paso ya había pasado y no se podía volver el tiempo atrás, ella al ver que mi rostro había cambiado se apresuró a decir
-          Me gusto, mucho- y entonces me tranquilice

-          Vamos a bañarnos, luego te invito a comer, quiero que conozcas a alguien- Le dije y comencé a enjabonar su cuerpo lentamente. 

miércoles, 9 de octubre de 2013

Conclusiones.

Bianca estaba de pie en mi puerta y eso me descoloco por completo, realmente no la esperaba, la hice pasar y me propuse a observarla, tenía los ojos hinchados de haber llorado mucho, estaba desarreglada aunque aun así estaba hermosa, llevaba el cabello recogido, un pantalón de jean, una camisa blanca y unos zapatos apenas un poco más bajos que los que había usado en la fiesta
-          Bianca, no quiero ser descortés, pero no podes quedarte mucho, estoy esperando a alguien- Le dije, sin saber que me venía a decir
-          Lo sé- me dijo con los ojos llenos de lágrimas- pero él no va a venir
La tristeza me invadió entera, José no iba a venir, lo había perdido por mis inseguridades, ya no me quería, me estaba rechazando, mi cabeza iba a mil por horas y de repente todo el cansancio y el sueño se apodero de mí, Bianca al ver mi reacción siguió hablando pero ahora más entera, me había visto vulnerable, necesitaba reponer la compostura
-          No va a venir, porque nunca recibió tu mensaje, lo recibí yo, o mejor dicho, yo lo leí
-          ¿puedo saber por qué hiciste eso?- le dije con un nudo en el estómago, sentía ganas de darle un cachetazo, pero me contuve
-          Lo hice porque lo quiero, porque lo quiero bien, y vos no le haces bien, vos no lo viste llorar, no viste su angustia, yo lo vi sufrir y llamarte sin tener respuesta de tu parte, no tenes ningún derecho a hacerle esto, ¿Qué buscas? ¿Por qué no lo dejas en paz de una vez? Hoy decidió darme una oportunidad a mí, yo lo quiero de verdad en cambio vos…- Bianca se quedó en silencio, pero note repugnancia en su voz
-          ¿Y yo que? Decí lo que tengas que decir y ándate de mi casa- Le dije golpeando la mesa con el puño, estaba indignada, que derecho tenia ella a venir a mi casa y decirme lo que me estaba diciendo
-          Vos elegiste otra vida, vos lo queres a él en esa vida y él ya se cansó de los juegos, él quiere algo serio, algo real y yo quiero lo mismo que él- Dijo, pero algo en mí me decía que ella no estaba tan segura de eso, las veces que la vi notaba que a  ella le gustaba lo que hacíamos con Moira, la veía disfrutar y esa misma noche en la fiesta, había visto su mirada deseosa cuando manos y lenguas surcaban mi cuerpo, otras veces la vi entregada a mí mundo, como ella dice, la vi rendida a nuestras caricias a nuestros besos, cuando Moira entra en vos es difícil no desear más. Mi mente fue a mil por horas en pocos segundos, Bianca había venido hasta acá para darme clases de amor y ética pero yo le iba a enseñar mi realidad, esta realidad gustosa que te envuelve el cuerpo y no te suelta
-          ¿Queres una copa de vino?- le dije mirándola con malicia, queria mostrarle que ella era débil que tampoco era de digna de José, de repente mi juego cambio, esta dispuesta a todo con tal de que ella no se quede con él
-          Son las 6 de la mañana- me dijo bastante confusa
-          Ninguna de la dos durmió esta noche, así que todavía podemos
-           ¡No!- grito, no me esperaba esa reacción-  ¿A qué estás jugando? Yo no vine hasta acá para jugar a tus juegos, vine a pedirte que nos dejes en paz, que salgas de nuestras vidas, que nos deje ser feliz de una vez, ¿no te das cuenta que le estás haciendo daño? ¿Para qué lo llamaste? Para cogértelo y dejarlo otra vez- Bianca se puso roja de ira, estaba  frenética, entonces la sujete de los brazos con un poco de fuerza y le dije de la forma más tranquila que pude aunque por dentro hubiese querido golpearla.
-          Escúchame una cosita, no te voy a permitir que vengas a mi casa a decirme lo que tengo que hacer, cada uno es dueño de hacer lo que quiera, así que te voy a pedir que te vayas de mi casa ahora mismo y no te ocurra volver
-          No te tengo miedo- me dijo liberándose de mis manos y enfrentándome, sus ojos echaban chispas, ya no era la mujer insulsa que yo había conocido, de pie frente a mí, parecía haber crecido, estaba decidida a alejarme de ellos
-          Lo sé y no te estoy amenazando, pero ya no me interesa seguir escuchándote, así que por favor – le dije abriéndole la puerta. Bianca cogió sus cosas, me miro con ira por última vez y salió. A penas cerré la puerta mi cuerpo se relajó por completo  y las lágrimas comenzaron a salir, lo que me había dicho Bianca me había molestado muchísimo, pero en el fondo sabía que tenía razón, ella podía ofrecerle lo que yo no podía, ella podía hacerlo feliz.
Mi cuerpo se dejó caer en la cama y llore como hacía mucho tiempo que no lo hacía, llore por él, por Moira y también por mí y de esa forma me quede dormida.
El ruido del teléfono de línea me despertó, no sabía qué hora era, estaba demasiado dormida y precia que mi cabeza iba a explotar, como pude me dirigí hasta el teléfono y atendí
-          Hola ¿quién es?
-          Llevo toda la noche tratando de ubicarte ¿estás bien?- Moira parecía enojada pero preocupada a la vez, mi cabeza tardo unos instante en recordar lo que estaba pasando
-          No grites, me duele la cabeza ¿Dónde estás?
-          En casa
-          Voy para allá- le dije y corte, después de lo que había pasado la noche anterior necesitaba tanto  de ella, necesitaba sentir su piel, hora era solo de ella y ella era mía voy a ser lo que ella quiere que sea y a disfrutar de sus deseos.
Me vestí lentamente, todavía estaba somnolienta y mareada, me tome un taxi y fui a casa de Moira, cuando entre la vi desnuda con su cabello rojo despeinado, estaba sentada en una banqueta con un café en la mano
-          Bienvenida nuevamente- Me dijo con una sonrisa malévola en los labios, Moira se puso de pie y se acercó a mí, apoyo su desnudez sobre mi cuerpo y me beso apasionadamente- ¿En serio me ibas a abandonar?- Me dijo con un tono falso de inocencia- con todo lo que yo te puedo dar- Moira estaba jugando, me besaba el cuello mientras me susurraba cosas al oído, mi cuerpo estaba siendo encantado una vez más, mi amiga me quito la remera y de esa forma pude sentir su piel sobre la mía, continuo despojándome de la ropa mientras yo me despertaba con su contacto, su boca recorría mi cuerpo con impaciencia, lo hacía con una mezcla de necesidad y pasión, yo estaba disfrutando ese arrebato de lujuria. Sin darnos cuenta terminamos tumbadas en el suelo frio que hacia contraste con mi cuerpo caliente, ambas estábamos desnudas, nuestros cuerpos se entrelazaron en una vorágine de deseo, nuestras lenguas y manos se tocaban, se lamian y mordían, se perseguían por las contexturas de nuestros cuerpos. Moira, puso mis manos por encima de mi cabeza, me miro a los ojos y me dijo
-          Te deseo- Y su boca creo un camino directo a mi sexo, su lengua entraba en mi mar espumoso y lo acariciaba lentamente, sus manos acariciaban mis pezones y yo gemía, estaba muy excitada sentía espasmos por todo el cuerpo, Moira subió hasta mis labios nuevamente y me beso dulcemente, con una de sus manos acariciaba mi nuca, por un instante se alejó un poco de mí y se detuvo mirándome a los ojos, acariciándome, reconociéndome, atreves de sus ojos vi su necesidad de amor, la vi entregada, me quería pude verlo pero ella no iba a reconocerlo, de repente me sentí segura en sus brazos, me incorpore del suelo, agarre su rostro y bese sus cabellos, sus ojos, sus mejillas, bese sus labios carnosos y delicados, la lleve a la cama y le hice el amor, nuestras cuerpos se hicieron uno, Nos besamos y acariciamos como nunca antes, nuestras miradas se encontraron en más de una ocasión y en todas las veces había dulzura en ellos, describí nuevos rincones de su cuerpo, los hice mío, mi lengua acariciaba sus pezones y ella gemía sin dejar de mirarme, sus manos exploraban por rincones secretos  y las mías por sus zonas más erógenas, nunca antes había disfrutado a mi amiga de esta manera, era mía aunque ella diga lo contrario.
Mi lengua siguió el camino donde estaban mis manos y lamió
la humedad de su sexo, Moira sujetaba mi cabeza y su cadera se movían al compás de mis besos, mis dedos entraban en ella y mis labios succionaban su clítoris, mi amiga comenzó a moverse más deprisa, estaba llegando al éxtasis, entonces subí a su boca y mientras mis dedos seguían jugando en su interior yo besaba sus labios haciendo míos sus gemidos, Moira hizo un movimiento violento y sus dedos entraron en mí, estábamos ambas dándonos placer, acariciándonos, presionando nuestros cuerpos mientras nuestros pechos se rosaban y nuestros labios se mordían, nuestro orgasmo llego bello y puro…
Nos quedamos acostadas, entrelazadas la una con la otra, acariciado nuestra piel sintiendo cosquillas en cada rincón, entonces ella me dijo en un susurro
-          Te quiero, pero no puedo ofrecerte más de lo que te doy

-          No importa- le dije con calma- me alcanza todo lo que me das, no necesito más- y la bese nuevamente.