-
No abras- Grito Moira mientras salía corriendo
del baño envuelta en su toalla de baño color blanco impoluto, Me frene de golpe
y la miré sin entender a qué venia tanto lio por querer abrir la puerta cuando
habían tocado el timbre
-
¿Qué te pasa?- le pregunte sin entender
-
Es que no quiero ver a la persona que llamo- y
la note dubitativa
-
¿Ahora además sos adivina? Le pregunte mientras
la besaba dulcemente en esa boca perfecta
-
Ok, abrí, pero te advierto que no te va a gustar
lo que te vas a encontrar- La verdad es que ese comentario me dio risa pero
también inquietud, ¿a quién me encontraré al abrir la puerta? Camine lentamente
hacia la puerta mientras el corazón me latía con fuerza, ¡Maldita la forma que
tiene de intrigarme! respiré tres veces y abrí sin más, lo que vi de pie en la
puerta no era para nada feo, al contrario, era un chico atractivo, con cabellos
rojos y muchas pecas en el rostro, se lo veía joven y muy prolijo, tenía los
ojos brillantes y vivaces y un toque de picardía cuando me miro directo a los
ojos durante unos segundos en los cuales contuve el aliento, curiosamente lo
mismo me pasaba cuando Moira me miraba de esa manera y no entendí porque me
suceda eso con un completo extraño, hasta que miro sobre mi cabeza y dijo
-
Hermanita, ¿Qué maneras es esta de recibirme?-
dijo señalado a Moira que estaba envuelva en la toalla, ¿Qué? ¿Hermanita? Mi
cabeza se habían llenado de repente de preguntas, me gire de golpe y fulmine
con la mirada a mi amiga, ella agacho la cabeza y dijo
-
¿Para qué viniste?
-
Si no me atendes el teléfono yo me preocupo y
vengo a ver si estás bien
-
Lo estoy- respondió cortante mi amiga- ¿Te
pensas quedar mucho tiempo?- Dijo mirando la valija que tenía delante
-
No, unos días nada más- Dijo él mientras se giro
para mirarme a mí que aún seguía de pie con la puerta y la boca abierta- Soy
Pablo, el hermano de Moira- dijo dándome la mano- vos sos…
-
Sí, es ella- respondió Moira, así que él sabía
de mí y yo nada de él, bueno, en realidad no sabía nada de la vida de mi amante,
me sentía enojada y muy confusa- ¿Mamá sabe que estas acá?- Pregunto y sus ojos
se alarmaron
-
No- dijo - Tu nombre no se pronuncia en casa, lo
sabes- concluyo. Moira suspiro y dijo
-
Me voy a vestir- dijo
-
Yo voy abrir una botella de vino- le dije- necesito
una copa ahora mismo.
-
No, primero ayúdame- dijo agarrándome de la mano
y llevándome al vestidor- Pablo, anda acomodándote.
-
Moira, no entiendo nada, ¿por qué nunca me
dijiste que tenías un hermano?
-
Nunca salió el tema.
-
¿Cómo qué no? ¿me estas cargando?
-
Ahora no, por favor, ya te contaré todo,
mientras tanto prométeme una cosa
-
¿Qué queres?- le dije un poco irritada
-
Que no te vas a acostar con él- me quedé
atónita, mirándola sin saber que decir- promételo- Me dijo cogiendo mi cara con
sus manos y besándome
-
Ok, te lo prometo- le respondí un poco a
regañadientes- pero vos me vas a tener que contar varias cosas- le dije y salí
del vestidor para abrir el vino
-
Espero que no te moleste que haya venido de
sorpresa, se nota que mi hermana no te hablo de mí, bah sus razones tendrá- Me
dijo mientras se ponía de pie y venía detrás de mí- ¿Te ayudo en algo?-
pregunto demasiado cerca de mí, ¡mierda! Pensé, su perfume me llego como una
ráfaga fresca y mi piel se erizo por completo, me iba a costar mucho cumplir la
promesa recién echa
-
No, gracias. ¿Te sirvo una copa?- le pregunte
apartándome todo lo que pude de él
-
Sí, gracias. Mi hermana me hablo mucho de vos,
te quiere, aunque no lo vaya a reconocer nunca, ella es así, se hace la
misteriosa pero no hay mujer más transparente que ella- uuff si supiera lo
difícil que es para mí poder leerla, de transparente nada. Serví las copas y le
di una mientras Moira se terminaba de vestir me dedique a observar a ese hombre
tan jovial que tenia delante de mí, parecía unos años menor que su hermana, sus
labios no eran finos pero tampoco gruesos, tenia boca de mujer y ojos
intrigantes, cuando sonreía se le hacían dos hoyuelos en sus mejillas que le
daban un aire de adolecente inexperto y eso me dejaba sin aliento, Mi amiga
corto mis pensamientos mientras se reunía con nosotros se había puesto un
vestido de mangas 3-4 gris y un poco suelto, no llevaba corpiño, notaba sus
pezones un poco erguidos, su cabello mojado y cayendo sobre su espalda,
caminaba nerviosa se podía notar que se sentía incomoda con la presencia de
Pablo en nuestra casa.
Un silencio incomodo reino en la
cocina, los tres bebíamos nuestras copas sin atrever a mirarnos, Moira estaba a
mi lado, Pablo enfrente mío, mi corazón latía a mil por horas y por un momento
creí que Pablo podía oírlo por que comenzó a reírse
-
¡Por dios!- exclamo exageradamente- Soy tu
hermano no un desconocido, ¿tanto te molesta mi presencia?- Moira levanto la
mirada y lo miro, tenía lágrimas en sus ojos
-
No pensé
que algún día te iba a volver a ver- le dijo mientras iba hacia donde estaba él
y lo abrazaba, parecía que este iba a ser el día en el que iba a descubrir
muchísimas cosas sobre la mujer que dormía todas las noches a mi lado sobretodo
que ella también sabia llorar.
-
Creo que esta noche me voy a mi departamento-
les dije
-
Por mí no hace falta- dijo Pablo
-
Es lo mejor, ustedes tendrán mucho de qué hablar
y yo en este momento necesito pensar- les dije dirigiéndome hacia mi bolso,
Moira vino hacia mí y me beso con una dulzura infinita, su lengua acariciaba
mis labios de una forma muy delicada, mis brazos rodaron su cintura y por un
momento me olvide de que Pablo estaba ahí, quera poseer a Moira con una
urgencia inexplicable sentía como fue la última vez que iba a poder hacerla mía
y entonces una angustia me invadió el alma, Pablo carraspeó como haciéndose
saber que estaba ahí, pero a Moira no le importo y me abrazo aún más fuerte
-
Prometo contarte todo- Me dijo susurrándome al
oído.
-
Eso espero- le dije soltándola- Un placer
haberte conocido- le dije a Pablo solo por decir algo- Mañana vengo y comemos
todos juntos.
Al salir de la casa sentí mucho miedo, miedo de que ya nada
sea lo mismo, miedo a no saber que me espera mañana y miedo por dormir sola
esta noche, sin ella, sin su calor.
Las calles estaban prácticamente desiertas, hacía mucho frio
y ya era de noche, camine sin rumbo fijo por un largo tiempo, las preguntas se
amontonaban en mi cabeza y ninguna tenia respuesta, al menos no por ahora.
Moira tenía un hermano muy atractivo al cual me hizo prometer que no me lo iba
a coger, su madre parece que está enojada con ella, ¿por qué? ¿Qué hizo Moira
para que su propia madre no quiera saber de ella? Y Pablo ¿qué hacia acá, para
que vino? ¿Qué le había dicho Moira sobre mí? Necesitaba pensar, analizar todo
lo que había pasado en esta hora, pare un taxi y fui hasta mi casa… Hacia tanto
tiempo que no iba a mi casa, desde ese fatídico día en que Bianca me pidió que
me aleje de José… José, como añoro a ese hombre, me gustaría tenerlo a mi lado,
abrazándome, queriéndome… Todo había cambiado tanto y tenía miedo que todo
vuelva a cambiar otra vez.
Una vez en casa abrí una botella de vino tinto, siempre que
no estoy con Moira bebo vino tinto, este vino es de un sabor intenso, con notas
de cerezas negras y cedro, esta delicioso, sorbí dos veces seguidas, luego puse
música tranquila y me propuse relajarme, me sentía confundida, enojada y triste
a la vez, es increíble como varios sentimientos tan diferentes entre sí pueden
albergar mi cabeza, Pablo me resultaba extremadamente tentador y el hecho de
que Moira me haya prohibido estar con él le daba un toque extra de peligro que
me atraía aún más, quizás si ella no me hubiese dicho nada, Pablo me hubiera
pasado inadvertido pero ahora lo deseo, más que a cualquier persona… Ni
siquiera recuerdo el momento en que me quede dormida, lo que si recuerdo es el
sueño que tuve, soñé con Pablo, con su perfume embriagador, soñé que sus manos
acariciaban mis caderas con un movimiento circular, dulce y prepotente a la
vez, soñé como sus dedos se dirigían hacia mis muslos y me apretaban, soñé su
aliento en mi nuca y como mi respiración se aceleraba cuando su lengua recorría
mi cuello, podía sentir como su sexo exuberante apretaba mi vagina sobre mi
ropa y como ya mojada le suplicaba que acabase esa terrible tortura, Pablo se
desabrochaba el pantalón y sacaba su pene blanco y duro y yo lo tomaba entre
mis manos y lo acariciaba frenéticamente, él, con brusquedad rompía mi pantalón,
con sus dedos corría mi bombacha y entraba en mi abriéndome las piernas sobre
su cuerpo, sus labios me besaban con una pasión inexplicable, ¡ay sus besos!
Eran como los de Moira, dulces y arrebatadores, su lengua suave y delicada, sus
dientes rosaban mis labios y mi aliento se detenía unos segundos, luego él
gritaba llenándome de él, de sus jugos y se iba, me dejaba sola, llorando
acurrucada en el suelo frio y húmedo, entonces oirá se arrodillaba a mi lado y
tomándome en sus brazos me decía “Te dije que no te acuestes con él”.
El sueño me hizo despertar sobresaltada, la luz del día me
golpeo en la cara y el timbre que justo había sonado me dio dolor de cabeza,
abrí la puerta y la vi a Moira bella como siempre, entro, me beso y me dijo
- -Tenemos que hablar- Y esas palabras me helaron la
sangre.
-