lunes, 20 de mayo de 2013

Los hermanos Trujillo


Último día de playa, Mañana volvemos a casa, José dice que nos extraña y que mañana nos espera con la comida lista. La verdad es que nosotras también lo extrañamos, pero no pudo venir ya que su trabajo y los estudios no se lo permiten.
Soy la primera en levantarme, Moira sigue durmiendo, anoche me dijo entre dormida que si quería saber quién nos dejaba el desayuno, tenía que levantarme más temprano que de costumbre y en la oscuridad la vi sonreír o eso me pareció. Lo cierto es que me despertaba curiosidad eso, este fin de semana que pasamos acá el desayuno estaba siempre listo, ¿cómo sabían lo que tomábamos cada una? ¿Se lo habrá dicho Moira? ¿Ella los conoce? ¿Y por qué no me dice quiénes son?
Me levante de la cama con mucha fiaca, llevaba mi short y una remera musculosa rosa que dejaba entrever mis pechos desnudos, el clima a la mañana es muy cálido por eso salí descalza, el desayuno aún no estaba, entonces me dio por sonreír, sabía que en cualquier momento lo iban a traer y que mi curiosidad se iba a desvanecer, me puse a leer mi libro favorito mientras esperaba, cuando de repente una voz femenina me saca de la lectura, la vos era de una mujer mayor, tenía la voz suave y cansada, levante la vista y vi a una señora morena, con cabello negro oscuro recogido a lo alto, era delgada y a pesar de las arrugas de su frente se la veía atractiva. – Buenos días señorita, disculpe la tardanza, no sabía que ya se había levantado, enseguida le traen su desayuno- me dijo muy amablemente, me quede decepcionada, mi curiosidad se convirtió en un hecho aburrido. Seguí sumergiéndome en la historia de Adonai cuando veo unas manos masculinas, grandes, morenas, con dedos largos y gruesos, entonces levante la vista y vi a un chico de unos 28 años sirviendo el desayuno, su cabello era negro como la mujer que vi antes, tenía ojos negros y unos labios carnosos y extremadamente erótica, llevaba un short beige y una musculosa negra que dejaba ver sus brazos trabajados, me imagine que debajo de esa ropa debía de tener el cuerpo marcado y la verdad es que me excito la idea de tocar y lamer ese cuerpo. Moira apareció detrás de él y me hizo un gesto obsceno con la mano que me hizo reír, el joven se dio la vuelta y dijo – Buenos días señoritas- Y se marchó. Moira se sentó a mi lado sirviéndose el café y sonriendo- Te gusto no? Espera a ver al hermano- me dijo. Me pregunte como los había visto antes, desde que estamos acá ella jamás se levantó antes que yo y respondiendo a mi pregunta jamás formulada me dijo que hace tiempo trabajaban para su amigo y que vivían en la casa de al lado, También me contó que se llamaba Santiago Trujillo  y cuando dijo su nombre él volvió a aparecer de entre lo árboles trayendo medialunas aun calentitas – Las hizo mi mamá para Uds.- No dijo sonriendo y agachando la cabeza- ¿Te gustaría venir a la playa con nosotras? Podrías traer a tu hermano también, es que nos vamos mañana temprano y quiero que ella conozca la playa “Del deseo”- le dijo guiñándole un ojo, a lo que hizo que él respondió que sí. - ¿playa del deseo? Pregunté nuevamente llena de curiosidad.
Una vez terminado el desayuno Santiago vino a recoger la mesa mientras nosotras nos preparábamos para ir a la playa, decidí ponerme el biquini blanco con un vestido transparente haciendo juego, Moira se puso biquini y un short rojo sin remera ni nada, ella iba mostrando sus pechos perfectos apenas cubiertos con los triángulos del biquini. Cuando nos estábamos yendo le dijo a Santiago-  te esperamos en la playa del deseo, no me falles, trae a tu hermano. Y le guiño el ojo.
En el camino las bocinas de los coches no dejaban de sonar, en cualquier momento íbamos a provocar un accidente, porque Moira provocaba a los conductores con su melena roja al viento, sus pechos, su cuerpo y además porque cada vez que tocaban bocina ella se me acercaba y me pasaba la punta de la lengua por los labios, a ella le gustaba jugar y a mí me gustaba que sea conmigo.
Una vez que llegamos a la playa me di cuenta que era una playa nudista, nunca había estado en una pero con ella hacia hasta lo que jamás me imagine hacer, así que esto no me iba a asustar, había gente de todo tipo de edades, hombres y mujeres y a nadie parecía importarles que otros vean sus miembros flojos. Sacamos las toallas y nos acostamos al sol, riendo y charlando como siempre, Moira se quitó el bañador y me pidió que le ponga bronceador en todo el cuerpo, ¡Dios, era tan hermosa! Me puse crema en las manos y comencé a masajearle el cuerpo, cubriendo su blanca espalda con el protector mientras ella gemía despacito. Estaba jugando, la conozco, en un momento Moira comienza a mover su mano en alto y cuando miro a donde señalaba, veo venir a Santiago y a otro muchacho que me imagino que será su famoso hermano, mi amiga se da la vuelta sobre sus rodillas para ponerse junto a mi rostro, me besa apresuradamente como una adolecente – Este es mi regalo para vos, ambos te van a coger y luego lo vamos a ver en casa, con José- me dijo sacando de su bolso una mini cámara de filmar, es increíble como sabe excitarme, sus locas y sensuales ideas me hacen perder la razón en pocos segundos. Ya que ellos iban a estar dentro de mí mi mente comenzó a divagar por lugares exóticos y afrodisiacos, estaba excitada, realmente excitada.
Los hermanos Trujillo estaban a pocos metros de nosotras y ahí pude observarlos a mi antojo, ambos eran exactamente iguales, no sabía cuál era Santiago y cual su hermano, ambos vestían exactamente igual
- El de la derecha es Patricio- me dijo mi amiga al ver mi cara de incredulidad. Ambos llegaron con una sonrisa estampada en sus bellos rostros y nos saludaron
– Gracias por invitarnos Moira- Le dijo uno de ellos- su amiga es realmente exquisita- concluyo, sentí mis mejillas ponerse rojas y los tres se echaron a reír.
-          Mejor vamos a la playa “del Deseo”- Dijo mi amiga, para ser sincera pensé que ya estábamos en esa playa, pero no quise decir nada, agarramos nuestras cosas y nos fuimos, los hermanos Trujillo traían una heladerita térmica y me imagine que dentro tenían alcohol, mi amiga y su bendito champagne, definitivamente ellos ya se conocían de antes, ¿Habrán estado también con Moira? Claro que sí, que pregunta más tonta me hago.
La playa del deseo no era más que un lugar apartado, junto a la orilla, donde rompen las olas, había una piedra gigante con una forma muy singular, perfecta para el momento, decidimos quedarnos allí, el mar estaba calmo y el agua a penas se movía, hacía mucho calor y el mar estaba cálido. Moira y Santiago (creo) sacaron una botella de vino blanco, también favorito de mi amiga y 4 copas,  sacaron frutillas y otro tipo de frutas. Estuvimos bebiendo y charlando largo tiempo, la verdad es que los hermanos eran hombres muy interesantes, me gustaba oírlos hablar, ver sus facciones cuando se movían.
Moira vino a mí y me beso en los labios mientras acariciaba mi espalda con sus manos, la boca de ella me pierde y enseguida me entrego a ella en cuerpo y alma, sus dedos ávidos me desabrocha la parte de arriba del biquini y mis pechos juguetones salen y se poyan junto a los de ella, los hermanos Trujillo están mirándonos en sus ojos había deseo, apenas 5 minutos después tenia a ambos hermanos a mi lado, ambos lamiendo cada uno de mis pezones, le pasaban la lengua para luego succionar, luego muy despacio hacían presión con los dientes y la lengua, eso me hacía estremecer, Moira se apartó de nosotros y comenzó a filmarnos, ella estaba con la parte baja del biquini y sus pechos bailando al compás de sus pasos. Qué me chupen los pezones me calienta sorprendentemente, pero hacerlo como lo hacían los hermanos me estaba encendiendo en un tiempo record, podría acabar de esa manera, cada uno chupándome, lamiéndome solo los pechos, estaba en el paraíso, de eso no había duda, mi demonio pelirrojo junto con sus ángeles negros me estaban haciendo llegar al éxtasis jamás experimentado por ningún otro ser humano, estaba completamente mojada, mi sexo estaba hirviendo y pedía desesperadamente que alguien lo atienda. Uno de los hermanos me levanto en brazos y me beso apasionadamente en los labios, sus boca era tan sensual, carnosa con un ligero color a chocolate con leche, su sabor era maravilloso, así, besándome en sus brazos me deposito suavemente sobre la gran roca el frio de esta hacia contraste con mi piel caliente, con ganas de más, el  otro hermano trajo mi copa y me dio de beber mientras el otro acariciaba mi cuerpo como si me hiciera masajes, esas manos, grandes y cálidas escarbaban mi piel y mi sexo palpitaba en cada caricia, luego de beber dejo caer un poco sobre mis labios, las gotas del vino recorrieron mi boca, para bajar por la barbilla y terminar en el centro entre mis pechos, entonces el hermano que me estaba masajeando el cuerpo, con la lengua hizo el mismo camino que la gota de vino y termino en mis boca deslizando su lengua junto a la mía, cada uno y con mucha sensualidad depositaron pedacitos de fruta sobre mí y más vino, para luego recogerlos en la boca sin tocarme apenas sentía sus respiraciones sobre mi piel.
-          Así estas perfecta- me dijo creo que Santiago- y casi lo que más me gusta es ese contraste que proyecta tu imagen... como de no saber uno que quiero contigo, si cuidar de ti para siempre, o cogerte duro una noche y olvidarte- concluyo. Sus palabras entraron de mí y tuve que ser demasiado fuerte para resistirme y no acabar con sus palabras, esa imagen que él puso en mí subió entre mis piernas haciéndome gemir de placer.
Patricio se acercó a mí y me pidió que me ponga en cuatro patas sobre la roca, sin dudarlo hice lo que me pedía, me encontraba con el sexo completamente abierto ante la mirada de esas tres personas que me hacían enloquecer de ganas
- Sos Hermosa- Me dijo uno de ellos y creo que fue el que se acercó a mi culo y le dio una palmada que me hizo gemir, acto seguido me olfateo el sexo para luego pasarle la lengua y penetrarme con los dedos, era una sensación abrumadora estaba extasiada quería que hagan conmigo lo que les de la ganas, su lengua lamia desde mi clítoris hasta mi ano, una y otra vez, yo estaba con los ojos cerrados disfrutando de esas nuevas sensaciones, su lengua seguía haciendo el mismo recorrido hasta que un momento dado se detuvo en mi ano, lamiéndolo y lubricándolo, su lengua me penetraba donde nunca nadie había estado y la sensación era embriagadora, sus dedos comenzaron hacer círculos en mi ano mientras su lengua chupaba mi sexo ya por demás mojado, comencé a sentir como uno de sus dedos entraba en mí culo y gemí, me dolía, pero al mismo tiempo me daba un infinito placer, se acercó a mi boca el otro hermano mientras se quitaba el bañador y me enseñaba su pija dura y tentadora, como pude la tome con una mano mientras con la otra me sostenía en la roca y comencé a chupársela con devoción, su sexo entraba en mi boca y yo lo humedecía con mi saliva y lo lubricaba para que entre mejor, me gustaba el sabor de su pija en mis labios, me gustaba como gemía y se entregaba a mí, su hermano mientras tanto metía más dedos en mi ano y los movía muy despacio, entraban y salían una y otra vez y en mi interior subía y bajaba la lava del volcán que era mi sexo, sabía que si seguían así iba a acabar pronto, yo seguía chupando la pija del otro hermano, no sabía quién era quien y eso me excitaba también, quería que ambos me penetraran, con un moviendo rápido el hermano que tenía su pene en mi boca se puso debajo de mí y me hinco su hombría con mucha fuerza mientras él otro seguía con 3 dedos en mi culo, el que estaba debajo de mí, comenzó a moverme hacia delante y hacia atrás, me metía toda su pija adentro y luego la sacaba muy muy despacio para meterla con fuerza otra vez, él apretaba mis pechos y se los metía en la boca, su lengua jugaba con ambos pezones a la vez mientras su hermano seguís dilatándome por detrás y cuando noto que ya estaba lista, metió su pija en mi culo, despacito, sentía como mi ano se abría a su paso mientras la pija dura de su hermano jugaba en mi vagina, sentir a ambos apretándome por dentro era una experiencia inenarrable no iba a aguantar mucho más, estaba perdida en el cielo y el infierno, ambos mundos de habían juntados y el placer y el pecado se hacían uno y mi cuerpo y mi mente estaban ciegas de placer, las sensaciones eran extremas  y así, de esa manera, dentro mío ambos explotaron y me llenaron con sus néctares y entonces ya no pude más y me deje ir, me libere por completo, gemí de placer y caí sobre  la piel caliente del hombre que tenía debajo mío.
Moira quito la cámara de su bello rostro y con sus manos comenzó a hurgar su sexo, se la veía excitada, hermosa y sexi tocándose mientras nos miraba exhaustos y abrazados uno sobre otros. Mi amiga acabo muy rápido y lo mejor de todo es que estaba todo grabado, esperando el momento de ser visto.
Nos levantamos lentamente, yo me encontraba mareada por el alcohol y el sexo, estaba satisfecha, de eso no había dudas, nos sentamos a disfrutar lo que quedaba de nuestro último día en la playa y a charlas en compañía del vino que nos quedaba. Luego nos fuimos a casa con la promesa de que en 3 meses ellos irán una temporada a casa. No sé cómo lo tomará José.
Tengo que preguntarle a Moira por que quiso filmarme, porque con los dos hermanos, hicimos muchas cosas juntas y nunca me había dicho que quería filmarme, mi amiga... Es un misterio perfecto y maravilloso, uno que me gustaría descubrir. Me enciende y sabe cómo aplacar mis deseos, sabe que me enloquece y cómo hacerlo explotar, mi demonio pelirrojo junta a su harén de ángeles negros para llevarme a mundos desconocidos donde el sexo es la llave para la pasión.

martes, 7 de mayo de 2013

Valeria del Mar

Hoy hace un calor infernal, Moira y sus amigos aun duerme, yo me levante temprano para tomar mates afuera y ver las vistas, es realmente hermoso, estamos en unas casitas del estilo de cabañas, estamos a unas pocas cuadras de la playa, aunque lo que tenemos en la vista es un complejo muy bien cuidado con árboles largos y flacos uno al lado del otro, eso nos da un poco de intimidad, la casa es pequeña, tiene un baño, una habitación y
una cocina comedor, para desayunar o comer esta la barra de la cocina, pero a nosotras nos justa salir y hacerlo en el patio, a la mañana sobre la mesa de afuera me encontré con media lunas recién hechas, mate amargo como lo bebo yo y 3 tazas con platitos arriba, una cafetera y leche para Moira. No tengo ni idea quién lo trajo, nadie me dijo nada.
Llegamos ayer, al bajar del micro no hubo despedidas con los chicos anónimos , apenas fue un movimiento de cabezas, ese micro fue como en las vegas, lo que pasa en el micro queda en el micro, me gusta eso, me gusta que solo sea sexo y nada más. En la terminal, nos tomamos un taxi para ir a la casa, el trayecto era corto, así que tuve poco tiempo para ver los paisajes, Moira me dijo que a la noche iban a venir a comer sus amigos y en seguida me despertó la curiosidad, no conocía a nadie del entorno de ella, la gente que conocía era porque yo los había presentado, tenía curiosidad de saber cómo eran, quienes eran, quizás me podrían contar algo de mi demonio pelirrojo porque al decir verdad no conozco nada de ella. Estaba ansiosa por que llegue la noche.
Una vez que llegamos a la casa, acomodamos nuestras ropas y nos fuimos hacer compras para cocinar esa noche, luego fuimos a pasear por el lugar y fuimos un ratito a la playa, el tiempo se pasó muy rápido y cuando nos quisimos dar cuenta teníamos que ponernos a cocinar. A mi bella amiga la cocina no se le da muy bien, en casa o cocina José o cocino yo, pero a ella es mejor mantenerla alejada de cosas tan triviales, decidí hacer pechugas de pollo rellenas con jamón y queso y una ensalada para acompañar, mientras cocinaba y bebía la copa de vino que me trajo Moira, se me vino José a la cabeza ¿dónde estará? ¿Qué estará haciendo? Lo extrañaba, mañana lo llamaré para que se venga, creo que estando los tres juntos acá la vamos a pasar muy pero muy bien.
Los amigos de Moira llegaron, eran dos chicos Fede Y Tomás ambos muy bonitos, muy cuidados y arreglados, me di cuenta enseguida que eran pareja y eso me hizo amarlos desde el primer momento, en la cena me fueron contando que se habían conocido gracias a Moira, según me contaron Tomás y Moira eran amigos con derechos, se llevaron siempre muy bien, eran confidentes y se notaba cuanto se querían. En una reunión de amigos donde el sexo estaba a flor de piel, mi amiga los fue guiando hasta que Fede y Tomás terminaron haciendo el amor desde entonces están juntos.
Las horas con ellos pasaron muy rápido, habíamos comido, habíamos bebido y teníamos ganas de salir a algún lado, ellos nos contaron que en la playa había un bar que luego de las 24 hs sacaba sillas a fuera y ponían música y la gente iba a bailar y a beber en la playa, no lo dudamos ni un instante. Al llegar nos sentamos y pedimos champagne, estábamos pasándola muy bien y eso había que festejarlo, no sé en qué momento ocurrió todo, porque todo paso demasiado rápido, recuerdo que estábamos los 4 bailando, mi amiga se movía exquisitamente mientras las luces parpadeaban envolviéndola completamente, el mar estaba calmo y de lejos se podía ver el movimiento suave del agua, el clima era perfecto y el champagne estaba haciendo efecto en mí, todo era embriagadoramente sensual, Recuerdo a Federico y a Tomás besándose frente de mí, Fede me tomo de la mano y la puso encima de su jean a la altura de su pene, ¡Dios, era enorme¡ su pija presionaba el jean contra mi mano estaba muy duro, Tomás al notar lo que sucedía en la entrepierna de su amante, puso su mano en mi espalda y con los dedos recorrió mi espina dorsal, esa sensación me hizo estirar la cabeza hacia atrás, entonces él aprovecho y me beso el cuello. –Creo que ya es la hora de irnos- Dijo mi amiga sonriendo como una niña ante su muñeca preferida.
Al llegar a la casa Moira se quitó el vestido que llevaba puesto, quedándose solo con la tanga blanca de encaje, abrió otra botella de champagne y se la metió en la boca, Tomás se me apareció detrás y me desnudo, mientras Fede sentado en el sillón liberaba su pija y comenzaba a menearla, Se notaba que Tomás tenía experiencia con mujeres, era muy suave, sabía dónde y en qué momento tocar, Moira tomo haciendo junto a Fede y ambos nos observaban, Tomás seguía detrás de mí, sentía su sexo duro contra mis muslos y sus manos acariciando mis pezones, mi cabeza reposaba sobre su hombro derecho mientras él besaba mi cuello, estaba excitada, sentía el calor que desprendía mi entrepierna, las manos de Tomás comenzaron a bajar hacia mi sexo, cada movimiento me hacía estremecer, sus dedos se posaron en mii clítoris, lo presionaba y lo soltaba para luego acariciarlo, me estaba volviendo loca, luego de un rato me dio la vuelta y me abrazo, yo necesitaba más. Moira vino a nuestro lado, me saco con cuidado de los brazos de Tomás y me llevo a donde estaba Fede – Él nunca estuvo con una mujer- Me dijo al oído- Pero quiere hacerlo- concluyo. Me senté arriba de Federico, su pija entro llenándome toda, comencé a moverme muy muy despacito, Tomás se acercó y beso a su amante, verlos besarse era maravilloso, lo hacían con mucha delicadeza con mucho amor, me levante y los deje disfrutarse entre ellos, Moira sonrió y me pidió que me siente en el piso junto a ella, me paso la botella de champagne y bebí un trago largo, estaba sabrosísimo. Jamás había visto a dos hombres juntos, siempre pensé que eran bruscos y oscos, pero nada muy lejos de la realidad. Sus manos recorrían sus cuerpos esculturales, sus sexos a flor de él, se lamian, se disfrutaban, eran perfectos, eran como el Dios Adonis.
Federico y Tomás se desnudaron completamente y se acostaron sobre el suelo frio, Tomás tomo el pene de Fede y comenzó a masturbar a su hombre, podía ver el placer y el deseo que se tenían, Fede se puso en 4 mientras su amante se ponía detrás de él, Tomás besaba cada parte de su cuerpo, lo apretujaba y lo mordía, con su lengua lamia el ano de Fede y en poco segundos lo penetro, estaban haciendo el amor como nunca lo había visto antes, eran tan perfectos. Los ojos de Fede se posaron en los míos, sentía como me llamaba en silencio, entonces me acerque, me senté en el sillón que ellos habían dejado libre y comencé a masturbarme ante la mirada llena de deseo de Federico, Moira hacia lo mismo desde el otro rincón, la vista que no podía ser más perfecta, frente a mí tenía a dos hombres amándose entre ellos y justo detrás veía a mi amiga dándose placer, atenta a la vista que teníamos en común, Fede se acercó a mi sexo y entro dentro de mí con la lengua, sin darme cuenta comencé a mover las caderas al compás de él, sabía que iba a acabar pronto, estaba demasiado excitada como para seguir aguantando. En el ambiente todo era placer, solo se podían oír nuestras respiraciones, nuestros gemidos, era todo extremadamente perfecto.
Tomás termino en el mismo momento que Moira, ambos llenaron la casa con sus orgasmos, en cambio Fede seguía lamiendo mi interior, con mis manos levante su cabeza para que me mire y cuando lo hizo entendí que quería estar dentro de mí, entonces volví a sentarme sobre su pija, sus manos apretaron mis tetas y las mordisqueaba con absoluta desesperación, su lengua en mis pezones me hacía moverme más de prisa, sabía que pronto íbamos a acabar, estábamos absorbiendo cada segundo del deseo, Fede apretaba mi cuerpo junto al suyo, penetrándome fuerte y hasta el fondo, la sensación que tenía era abrumadora pero no podía detenerme… Grite en un orgasmo fuerte, dejándome ir en él y él siguió moviéndose en mi interior unos segundos más, hasta que gritando el nombre de su amor termino.
-Buenos Días- Me dijeron mis amantes y se sentaron en la mesa junto a mí para desayunar observando las vistas.

El Micro.

- Necesitamos vacaciones- Dijo Moira saliendo de la ducha. Su pelo rojizo caía sobre sus pechos mientras las gotas del agua se deslizaban por el escote de la bata de algodón, dejándole una estela brillosa sobre la piel. Me quede mirándola de arriba abajo, miraba sus ojos, observaba como sus labios se movían al hablar, contemplaba sus manos entre la toalla mientras secaba su pelo, ojeaba su cuerpo perfecto, sus piernas y sus pies descalzos, era perfecta.
- ¿Me estas escuchando?- Me dijo, sacándome de mis pensamientos y las ganas que ya estaba notando entre mis piernas
- Sí, la necesitamos, ¿dónde queres ir?
- Al mar- La escuche decir mientras se iba a la cocina. Me gustaba la idea de ir al mar con ella, sabía que esas vacaciones iban a ser otra forma de divertirnos y de disfrutar del sexo, aunque la verdad es que eso lo disfrutábamos bastante en cualquier sitio, pero esto me daba la sensación que iba a ser memorable.
Moira volvió de la cocina con dos copas largas y finas llenas de champagne, me dio una y brindamos en silencio. Las burbujas siempre me hacen perder el control, me desinhibe y se lleva el pudor lejos de la realidad, podría decir que eso es Moira para mí, un delicioso y afrodisíaco champagne, el más fino y elegante. Mi amiga se quitó la bata y quedo desnuda delante de mí, siempre hacia eso y creo que lo hacía porque sabía lo que despertaba en mí, aun así seguía hablando, mientras yo la observaba sentada sobre el sillón negro.
Quedamos en sacar un pasaje en micro para ir a Valeria del Mar esa misma noche, allá ella tenía amigos que nos prestaba la casa para hospedarnos, me dijo que era una casita chiquita, estilo cabaña, pero que estaba bien para pasar un fin de semana.
Si hay algo que no me gusta de los viajes es hacer las valijas, nunca sé que llevar y siempre termino llevando cosas que no uso pero bueno, íbamos por 3 días no iba a pensar demasiado, agarre un vestido negro cortito por si salíamos a algún lado y luego ropa de playa, biquini, polleras de jean y muchísimas remeras.
En la fila para subir al micro la gente observaba anonadada a mi amiga, llevaba puesto un vestido blanco ajustado al cuerpo, unas sandalias de tacón alto y unas gafas de sol negras, cabello suelto y despeinado, estaba realmente exquisita como siempre, Moira se acercó a mí, se sacó las gafas y me miro a los ojos. –Nos vamos a divertir- me dijo, luego paso su lengua por mis labios y yo respondí abriendo mi boca y tomándola de la nuca la atraje sobre mi cuerpo y la bese, los hombres del alrededor contuvieron el aliento y ella sonrió subiendo al micro y meneando su cola. Este iba a ser un trayecto largo y por lo visto bastante sexy.
En el micro había aire acondicionado y los asientos se hacían una cama de una plaza, Moira se sentó al lado de la ventanilla y yo quede en el pasillo, detrás nuestro había un grupo de 3 chicos que no paraban de decir cosas, mi amiga no les prestaba atención aunque yo los miraba de reojo, ninguno era feo, eran atléticos, y vestían bastante bien, delante nuestro había una pareja de viejitos que pidieron cambiarse de asiento cuando nos vieron sentar y yo me alegre, porque conociendo a Moira sabía que este no iba a ser un trayecto muy tranquilo.
Las horas se hacían eternas, los chicos de atrás estaban durmiendo, mi amiga miraba por la ventanilla y yo me aburría, quería llegar ya mismo, aunque aún faltaba una hora y media más
- Me aburro- dijo Moira- Hagamos algo. ¿Algo como qué? Pregunte para mis adentros, entonces los ojos de ella brillaron, cómo hacen cada vez que tiene ganas de jugar, ella agarro mi mano derecha y la metió debajo de su vestido en el mismo momento que se acercaba a mis labios y los besaba con pasión, yo tenía la sensación que todo el micro nos miraba, pero para ser sincera ya no me importaba nada, ella me estaba llevando a nuestro mundo paralelo donde nada está prohibido, escuche a los lejos a uno de los chicos que estaba despertando a los demás, a causa de nuestros besos y sabía que estaban mirando. Moira estaba mojada, su tanga desprendía calor, mi mano, comenzó a hacer círculos cerrados sobre su clítoris y ella comenzó a acelerar la respiración, mientras tocaba mis pechos, en el micro ya no se oía nada, supongo que todos estaban conteniendo la respiración mientras miraban lo que sucedía. Los besos de ella me hacían desesperar, y mi sexo estaba mojado al igual que el de ella, metí un dedo dentro de su humedad y lo saque, repetí el procedimiento varias veces más y ella gemía en mi boca…
El colectivo se detuvo en una estación de servicio nos avisaron por el parlante que los que querían podían bajar, que iba a haber una parada de una hora por que había que cambiar el neumático que se había pinchado. La mayoría de la gente bajo a las corridas, creo que más de uno se había espantado de nosotras, pero Moira, yo y los chicos nos quedamos. Mis dedos seguían dentro de ella, quería darle placer, me gustaba verla entregada, sentirla excitada me encendía muchísimo, Los asientos eran incómodos, entonces ella me aparto un poco para bajar el respaldo y q el asiento se transforme en una maca, yo hice lo mismo con el mío, y una vez que ella se acostó, baje a sus pies y levante su vestido, los chicos de atrás estaban excitados, se veían su erección atreves de sus jeans y dos de ellos se apretaba sus miembros un las dos manos (eso era buena señal) me propuse a complacer a Moira, luego me ocuparía de ellos, Mi amiga tenía los ojos cerrados y movía sus caderas en círculo, estaba desesperada, podía notarlo, acaricie sus piernas, hasta llegar a su muslo, fue besando cada parte de ella con besos suaves y cuando llegué a su vagina completamente mojada, le aparte el tanga y lamí con decisión su sexo, desde el comienzo de su ano hasta el clítoris, así una y mil veces, luego introduje la lengua hasta adentro y ella gimió, al levantar la cabeza para verla, note que uno de los chicos tenía su pija afuera, larga, no muy gruesa pero tentadora, la masajeaba sobre la cara de Moira y ella estaba a punto de metérsela en la boca, los otros dos chicos lamían y apretaban sus pechos, mientras yo me entretenía entre sus piernas, verlos era erotizante, estaba completamente entregada y disfrutando de nosotros 4, en el micro solo se escuchaba nuestras respiraciones, estábamos todos viajando hacia el placer. Moira acabo en mi boca en el mismo momento que el chico al que se la chupaba, él acabo sobre el pecho de ella y los otros dos seguían masturbándose, esta vez con sus pijas afuera. Yo me encontraba extremadamente excitada y los otros dos chics lo notaron…
- Ahora te toca a vos- dijo mi bella amiga – Pero esta vez quiero ver cómo te cogen- Concluyo.
Estaba deseosa y caliente, los chicos se acercaron a mí, me desnudaron y me observaron, uno de ellos se acercó y me beso, el otro se puso detrás de mí, y comenzó a lamer mis vertebras, eso me hizo vibrar, apoyo toda su hombría entre mi nalga y apretó fuerte, el otro chico, el que tenía delante, se pudo a jugar con mis pechos, a morderme los pezones, a apretarlos y a saborearlos con desesperación, mientras el chico número dos, abría mis piernas y me penetraba con fuerza, estaba entregada y sabía que no iba a aguantar mucho, siempre había fantaseado estar con dos hombres, pero nunca, ni en mis más locas fantasías me hubiese imaginado que lo iba a hacer arriba de un micro con rumbo a Valeria del mar. El chico número uno se recostó sobre mi asiento y me hizo subir arriba, el número 2 salió de mi interior para seguirme a la butaca y sin darme cuenta o mejor dicho sin importarme mucho sentí como ambos entraban en mi sexo dilatado y empapado, tenía las dos pijas dentro mío, y no puedo explicar el placer que sentía, nunca antes había hecho algo así ni creía que se podía hacer, pero ahí me encontraba entregada a dos hombres a la vez, con dos pijas grandes y gordas en el mismo sitio uno arañaba mi espalda y el otro succionaba mis pezones, entonces comencé a moverme con desesperación, mi cuerpo comenzó a liberar adrenalina y ya nadie me podía parar, mi orgasmo llego fuerte y delicioso, me deje caer sobre el hombre que tenía debajo, agotada, satisfecha y eufórica. Cómo pude me levante, el hombre que estaba acostado se puso de pie y ambos seguían masturbándose, me senté en mi butaca y ambos se turnaron para entrar a mi boca, los tenia uno de cada lado, cada una de mis manos agarro sus sexos y empecé a masajearlos y a chuparlos por turno, hasta que se corrieron sobre mí, ensuciando mi cuerpo.
- Nunca me voy a cansar de verte coger- Me dijo mi amiga, mientras sonreía junto al amigo de mis amantes

Joel.

Estaba sola en casa tomando una copa de vino, esta vez es un vino de color rojo intenso, con olor a ciruela, matices violáceos, de cuerpo, aromático y provisto de un leve y característico sabor herbáceo, es exquisito. Espero que me traigan la compra a casa, rogando en silencio que venga a traerla Joel, el mulato que trabaja en el supermercado.
Hoy necesito pensar en todo lo que estoy viviendo últimamente, sin duda conocer a Moira fue una experiencia religiosa me abrió la mente y el cuerpo, me enseño a disfrutar del sexo y el deseo y eso era algo por lo que iba a estar eternamente agradecida. Moira, mi demonio pelirrojo.
Después de la noche con José y Moira siento que somos una pareja rara y seductora, los tres no completamos de una manera única, nos entendíamos a la perfección. José solía deleitarnos con sus comidas, Moira y su sensualidad extrema nos enseñaba a disfrutar al máximo de la conexión que teníamos los tres y yo era una especie de unión entre dos mundos, el del deseo y la sensualidad de Moira y la represión y las ganas de hacer de José. Pensar en ellos me excitaba siempre, pensarlos me hacían retroceder el tiempo y volvía a sentir sus besos y sus caricias recorriéndome el cuerpo, era una sensación maravillosa que hacía que me humedezca instantáneamente.
Cierro los ojos, mi lengua recorre mis labios saboreando el recuerdo de ellos, me paso lentamente los dedos por la boca y las deslizo por mi cuello, bajando lentamente, la respiración se me acelera mientras sigo bajando hasta mis pechos, jadeo. Con una mano sostengo la copa de vino y con la otra acaricio uno de mis pechos, el pezón se me va endureciendo, luego me paso al otro pecho que reacciona de la misma manera, jadeo nuevamente ante mi propio placer. Mi mano sigue su recorrido por mi abdomen, acariciando cada célula, mis piernas se abren dejando al descubierto mi tanga color rosa pálido, mis dedos ávidos de mí, bajan rápido y se posan sobre mi sexo por arriba de la tanga, suspiro y la hago a un lado, mi otra mano suelta la copa y se une a las caricias de la otra, quiero disfrutarme, mis dedos se impregnan en mí y vuelvo a suspirar, meto un dedo en mi vagina y lo saco, hago este mismo ritual dos, tres y 10 veces y cuando voy a meter otro dedo, el ruido agudo el timbre me saca de mi ensoñación y me hace caer en la realidad, me levanto a regañadientes , me bajo el vestido ropa y me observo en el espejo, tengo las mejillas arreboladas , los ojos deseosos y el cabello algo despeinado, me sonrió y me tiro un beso.
Me acerco a la puerta, miro por la mirilla y ahí esta Joel con mi compra del súper, abro la puerta apresuradamente para poder observarlo mejor. Lleva puesta su camisa blanca del trabajo y un pantalón azul oscuro, la camisa hace que resalte su color de piel oscura como la noche más intensa, tendrá unos 28 años ,me mira sin entender a qué se debe mi media sonrisa y nuevamente voy sintiendo como mis muslos se contraen y la humedad comienza a poseerme nuevamente…
- Su compra señorita- Me dice Joel con un acento de no sé dónde pero que hace que se me erice la piel.
- Déjala en la cocina, por favor- le digo mientras lo invito a pasar, él se queda quieto , observándome incrédulo y luego hace lo que le pido, yo voy delante de él, moviendo el culo de la forma más provocadora posible, creo que funciona porque siento su mirada sobre mí piel, deja las bolsas en el suelo, yo me doy la media vuelta y me pongo de pintitas de pie para sacar otra copa de vino, el vestido se me levanta dejando a la vista la tanga rosa, puedo notar como su respiración se va acelerando, me giro para mirarlo y lo veo turbado, con un gesto de la mano le hago que me siga al living, le sirvo un poco de vino y se lo ofrezco, el titubea pero lo acepta, se lo bebe de un sorbo , esta turbado, lo sé, me acerco más a él y le vuelvo a llenar la copa, dejo la botella sobre la mesa y acaricio sus brazos, él me observa sin decir ni una palabra, tiene los brazos duros, quizás se deba a su trabajo en el supermercado, cargando y descargando los pedidos, o quizás vaya al gym, no lo sé. Nos seguimos mirando a los ojos , él se deja hacer, no opone resistencia, mis manos se apoyan en su pecho y comienzan a desabrochar la camisa, Joel agarra mis manos y yo tengo la sensación que se va a ir corriendo, pero en lugar de eso me las besa sin apartar su mirada de la mía, saca la lengua y lame uno a uno mis dedos.
- Este sabe a Uds- me dijo para mi sorpresa, creo que su comentario me hizo ruborizar, pero hice a un lado mi vergüenza y acerque mi boca a la suya pero sin tocarlo, y esta vez sí me dejo quitarle la camisa, lo respire y absorbí su olor a hombre salvaje, su respiración era lenta y entrecortada y la mía a penas se podía percibir, deje al descubierto su pecho y lo acaricie, mis manos resaltaban en su piel, mi lengua salió a jugar en el prado de su pecho, lo lamia con ímpetu, él cogió mi cabello y lo estiro dulcemente hacia atrás para dejar mi cuello a su alcance, y se abalanzo sobre él, lamiendo y mordiendo mi piel, con una mano levanto mi pierna sobre su cintura y apoyo en mí su hombría, la sentía grande y exquisita , el deseo se apodero de todo mi cuerpo y de pronto me encontré con las piernas entrelazadas a su cintura, besándonos con desesperación, mordiendo nuestras bocas, Joel giro sobre sus propios pasos e hizo que mi espada chocara contra la pared del living, soltó mi culo y saco mis pechos por el escote del vestido y mordió uno y luego el otro, era una sensación abrumadora pero extremadamente apetitosa, tenía mucha agilidad con las manos, con la lengua y con los dientes, era desesperante la necesidad que sentía porque me penetre. Conmigo encima, desabrocho su pantalón y me envistió con fuerza, un grito de dolor salió de mi pecho, pero no quería que se detenga, quería que me envista como a una yegua salvaje, necesitaba de su sexo, ahora más que nunca.
– Siempre me calentó, señorita, con esa carita de puta insaciable que tiene, más de una vez me masturbe pensando en su culo de perra en celo- y volvió a besarme y a cogerme con desesperación, con un movimiento me deposito en el suelo, termino de quitarse el pantalón, levanto mis piernas y empezó a lamerme los tobillos, primero uno, luego el otro mientras su pija dura y extremadamente grande seguía entrando y saliendo con fuerza de mi interior. Yo gritaba de placer, gemía fuerte sin importarme los vecinos ni que era las 13 hs, no me importaba nada más que Joel … Sentía como un fuego abrazador me quemaba las entrañas, sabía que estaba por acabar y le pedí que lo haga más fuerte que iba a llegar al orgasmo, él hizo lo que le pedí y mi orgasmo llego más fuerte que nunca, todos mis músculos comenzaron a temblar sin aviso, Joel salió de mí, se puso de pie y me lleno la piel de sus jugos, me encontraba satisfecha y exhausta, tirada en el suelo. Joel se acercó junto a mí, me beso y comenzó a limpiar mi cuerpo.
-Ha sido un placer señorita- me dijo mientras me levanto en sus brazos y me beso el cabello.
- Vamos a ducharnos- Le dije. Él me siguió en silencio hasta el cuarto de baño, Abrí la ducha y deje caer el agua hasta que esté caliente. Joel me miraba mientras yo me observaba en el espejo, mi cuello tenia marcas rojas, mi cabello estaba hecho un desastre pero a pesar de eso mi rostro tenía un aire sereno y ufano, agarre mi cepillo de pelo y comencé a desenredármelo, él rio con ganas, vino hacia mí, me beso la cabeza, me quito el cepillo y me dijo – Es Uds. Preciosa señorita- y comenzó a peinarme él. Luego me metió a la ducha y me lavo como si fuera una niña, enjabono mi cuerpo, me lavo la cabeza, era increíble, el hombre que estaba en la ducha conmigo, era pasional en la cama y al mismo tiempo era muy cariñoso y dulce para limpiar mi cuerpo. Me propuse a disfrutar ese momento, pensando en que le dirán en el trabajo por la tardanza, en realidad, supongo que eso no me importa en lo absoluto, solo me importa volver a verlo y a sentirlo dentro mío. Quizás se lo presentaré a Moira, seria magnifico ver su piel casi transparente y su cabello rojo cabalgando sobre este magnífico potro negro y salvaje.

José (Segunda parte)

Ver a Moira de pie en la puerta me dejo aturdida ¿cómo es posible que no la hayamos escuchado? José se quedó pálido y yo me eche a reír, ella se acercó a nosotros, me dio un beso en los labios, clavo sus ojos azules en los ojos de José y le dijo
-Me alegra saber que está en buenas manos. ¿Más vino?- Pregunto con naturalidad, ambos aceptamos, Moira se dirigió a la cocina meneando su culo perfecto. Llevaba un jean azul que marcaba sus curvas, una camisa blanca y zapatos negros de tacón, era tan sexi verla andar. José no entendía que estaba pasando y eso la verdad es que me divertía, me levante lentamente de él, nos vestimos nuevamente y me senté a su lado, él no me quitaba los ojos de encima, me hubiese gustado saber que pasaba por su mente, como se sentía. Yo sabía que ese no era el fin, ahora que mi amiga había vuelto esto se ponía más interesante, quería que ambos escarben mi piel, necesitaba que me posean.
Moira trajo la botella de vino que yo había abierto antes se sentó en el medio de los dos, lleno las tres copas y nos las ofreció, bebimos en silencio, podía palpar el deseo que desprendía la situación, tenía a mi alcance a las dos personas que me hacían perder la razón, estaban ahí a mi lado y yo no aguantaba las ganas de volver a sentirlos.
Notaba a José encandilado ante la hermosura de mí demonio pelirrojo, ella sabía lo que provocaba en las personas que estaban a su alrededor y lo disfrutaba, sí, podía notar que disfrutaba de la mirada de él, le encantaba tener el control total de la situación y yo en lo más profundo de mi cuerpo admiraba su naturalidad, ella entraba en tus pensamientos sin que lo notes, te atrapaba y corrompía por dentro, hasta que no podías soportarlo más y acudías a ella para que te devore completamente.
El día había pasado sin que nos diésemos cuenta, la noche empezaba a caer fue entonces decidimos que ya era hora de preparar la cena, José se ofreció a cocinar, fue con Moira a la cocina y yo me dispuse a abrir la segunda botella de vino blanco, rellene las copas y fui a la cocina con ellos.
Ver a un hombre cocinar es completamente excitante, ambas mirábamos sus manos fuertes en cada movimiento, sus dedos se movían con una gracia infinita, daban ganas de lamerlos uno a uno, de chuparlos. Me di cuenta que mi amiga pensaba lo mismo, podía verla de reojo cuando pasaba su lengua por los labios, mojándolos con su saliva. José parecía incapaz de darse cuenta lo que nos estaba provocando, él seguía inmenso en su labor de cocinero y nosotras imaginando todo lo que queríamos hacerle.
Cenamos escuchando de fondo a Coure Sacro, su música transmite libertad, nos deja fluir, nos permite sacar todos los deseos prohibidos, nos posee con fuerza, nuestras miradas se cruzaban y hablaban entre ellas, en un idioma inventado por el deseo y la necesidad.
Moira se levantó en silencio, me tomo de las manos y me llevo a la cama, José vino detrás de nosotras, se quedó de pie junto a la cama, observando cada movimiento. Moira me desnudo suavemente, acaricio mi cabello desordenado y lo beso, tomo con sus manos mi rostro y me beso lentamente las cienes, luego los ojos, las mejillas mis labios, su boca sensual me hacía estremecer, sus manos me acariciaban la espalda mientras su lengua jugaba en mi boca, las ganas tenían demandas propias, había empezado el juego.
Mi amiga, me vendó los ojos con un chal blanco y me acostó sobre las sabanas blancas, mis sentidos se despertaron, podía sentir la respiración entrecortada de José, los cálidos suspiros de Moira y dos pares de manos que me tocaban con suavidad, podía distinguirlas fácilmente, ella tenía sus manos en mis pechos, los masajeaba y respiraba sobre ellos, sus dedos hacían círculos cada vez más cerrados sobre mis pezones erectos, en cambio, las manos de José estaban recorriendo mis piernas hasta llegar a mi sexo cada vez más húmedo, aun tenia puesta mi tanga de encaje negro, pero sé que él podía sentir la humedad que desprendía de mí, sus dedos se posaban sobre mi clítoris y lo presionaba una y otra vez, luego volvía hacer el recorrido por mis piernas pero esta vez con su lengua. Moira a su vez, lamia y mordía mis pechos sin dejar de masajearlos, esta situación me estaba por hacer llegar al clímax, pero aun quería más, quería tocarlos, sentir sus cuerpos, pero no podía hablar, las palabras no me salían, mi cuerpo entero era una fiesta de sensaciones, mis caderas se movían a la par de la lengua de mis amantes, estaba totalmente entregada a ellos. Estire mi mano y pude tocar el pene duro de José, lo traje hacia mí y comencé a lamerlo, recorría con mi lengua todo el tronco de tu pija, succionaba el glande y lo oía suspirar, tenía a Moira entre mis piernas y su lengua jugaba en mi interior. Sacro Coure seguía sonando pero su música me llegaba desde lejos, mi cuerpo solo podía sentir las caricias y el sabor de los besos. Era el momento de más, Moira me susurro al oído que me ponga en 4, la imagen que tenia de mi era seductora, estaba con el sexo a la vista de ellos, mojada, a merced de sus caprichos, mis ojos aún estaban vendados eso me hacía sentir la diosa de los anhelos. Sentí una lengua ávida que lamia mis labios vaginales y luego otra más dulce haciendo lo mismo a la vez, uno subía y el otro bajaba, ella estaba debajo de mí sentía el olor dulce de su sexo cerca, me quite la venda para poder ver su vagina rosa a la altura de mis labios y la chupe, chupe cada parte de su sexo, lamí y saboree si clítoris, eran tan rica, tan perfecta. José apunto su pene en mí y me penetro con una fuerza exquisita, la lengua de mi amiga seguía chupando mi sexo mientras él entraba y salía de mí, la lengua de Moira también rosaba el tronco de ese delicioso pene que estaba más duro que nunca, las caderas de ella se empezaron a mover más deprisa, sabía que estaba a punto de llegar, entonces mi lengua comenzó a moverse más rítmicamente, la penetraba y la lamia, hasta que no pudo aguantar más y se dejó ir, su cuerpo temblaba bajo mío, con cuidado se levantó me beso y fue hacer lo mismo con José, él seguía en mi interior impregnándome de él, sus movimientos eran más suaves, ella lo saco de mí y comenzó a chuparlo, sus manos recorrían su pecho mientras su boca tragaba su pija. Me quede mirándolos, viendo como sus cuerpos se entrelazaban, para mí, eran dos criaturas hermosas y ambas eran mías.
Yo aún no había terminado, pero no quería interrumpirlos, él la tomo entre sus brazos y la recostó sobre la cama, la penetro dulcemente, ella tenía los ojos cerrados, la veía disfrutar , la oía gemir y sus gemidos me hacían estremecer, mis manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, mis dedos dibujaban sobre las aureolas de mis pezones que se ponían duros al contacto, fui bajando hasta meter los dedos en mi interior, me masturbe

viéndolos como hacían el amor, me masturbe con sus cuerpos, con sus besos, con la pasión que desprendían, y así acabe, en silencio, para no molestarlos.
Ellos seguían uno dentro del otro y yo los observaba bebiendo una copa de vino, José me miro y me invito a participar, saco tu pene de Moira y nos lo ofreció, ella paso su lengua por mi boca y mojo mis labios, luego las dos saboreamos el tesoro que nos ofrecía José, nuestras lenguas se juntaban en la punta y nos besábamos, José cerro la mano derecha sobre su falo y comenzó a masturbarse mientras nosotras seguíamos chupando y lamiendo, su orgasmo llego rápido , sus jugos cayeron en nuestras bocas, lo succionamos hasta que nos quedamos con la última gota, Moira me beso con satisfacción, y ambas tragamos ese rico y dulce néctar.
Moira y José se quedaron dormidos y yo los observo mientras el CD de Sacro Coure llega a su fin.

José.

José era un chico de veintitantos que estudiaba en la misma universidad que yo. Tenía cabello castaño enrulado, ojos marrones y era bastante alto, usaba unas gafas que le daba un aire intelectual aunque algo desalineado,
tenía la sonrisa de un niño y cuando me hablaba lo hacía de una manera respetuosa que me excitaba sobrenaturalmente. Quería hacerlo mío con todas mis fuerzas, pero nunca encontraba el momento. 
Un viernes salgo de clases cansada y con ganas de relajarme un poco, cuando veo a José en la puerta de la uni reunido con un grupo de chicos, llevaba un joggin gris claro con una remera azul marino, zapatillas blancas, mochila y sus lentes. ¡Cómo me calentaban esos lentes! Todo mi cuerpo se encendió instantáneamente, necesitaba una excusa para hacerlo mío y necesitaba que sea (ya o al instante) ese mismo instante. Cuando me acerque a él todos sus amigos desaparecieron, uno a uno nos fueron dejando solos. Le dije que necesitaba ayuda con un trabajo de sociología, en seguida se ofreció a ayudarme. Comenzamos a caminar en dirección a la casa de Moira, ella no iba a estar y yo tenía sus llaves. Me las había dejado para que fuera cuando quisiera y, para ser sincera, este era el momento justo, quería llevar a José a esa casa donde todo era erotizante.
En el camino apenas me hablaba y cuando lo hacía eran puras banalidades. Estaba nervioso, podía notarlo, y eso me provocaba mucho más aún, necesitaba poseer su cuerpo. Mi mente volaba, me imaginaba sobre él, besando sus ojos, sus labios, su cuello, bajando por su abdomen hasta llegar a su pene erecto, dulce, extremadamente delicioso. Estaba excitada, podía notar mi humedad entre las piernas al caminar, por suerte estábamos muy cerca .
Al llegar, lo invite a pasar. Enseguida nos envolvió el aroma a vainilla característico de la casa y el cuerpo de Moira, la echaba de menos. 
José se quedó de pie en la puerta, tal como había hecho yo la primera vez que entré. Le pedí que tomara asiento mientras yo iba a la cocina, sabía que mi amiga guardaba una botella de ese vino blanco que hace perder los sentidos, serví dos copas y me senté a su lado en el sillón negro. Por un tiempo largo no dijo ni una sola palabra pero yo podía saber qué estaba pasando por su cabeza, tenía ganas, miedo, curiosidad. En un segundo que me pareció eterno José clavo su mirada en la mía y ya no hizo falta decir nada más. Lo bese, sí, fui yo la que se abalanzo sobre sus labios y lo besó, lo hice de forma desesperada, hambrienta de deseo, su boca era tentadora, su lengua jugaba con la mía, se acariciaban, se entrelazaban, se chupaban, me subí arriba de él, me quite la musculosa y comencé a restregarme sobre su pene ya duro. Como pude le saque la remera, observe maravillada su pecho viril y me entraron unas ganas locas de lamerlo, le pase la lengua por los labios y fui bajando por su pecho, lo lamia y lo olfateaba, olfateaba su olor a hombre a calentura. El joggin le daba libertad a su pene, podía notarlo, podía sentir pasión. Con demasiada desesperación le quite el pantalón, tome su sexo con las dos manos y lo metí en mi boca, sabía exquisito, mis manos se movían al compás de mi lengua, lo oía gemir, sentía sus manos en mi cabello y mi desesperación aumentaba, me levanté la pollera , me hice a un lado mi tanga blanca y me hinqué en él, su pija encajaba dentro mío a la perfección y la piel que teníamos era como siempre me lo había imaginado. Empecé a moverme un poco más fuerte, mientras él apretaba mis pechos con una fuerza asombrosamente placentera, mordía mis pezones y me hacía gritar. Estábamos a punto de llegar al climax pero aun no era el momento, necesitaba más de él. Baje un poco el ritmo, me alejé de sus labios pero no dejé de moverme, mis movimientos eran certeros y rítmicos, al igual que su respiración. Quería que me vea, quería que observe cómo me movía y fue así cómo ambos llegamos al orgasmo, uno fuerte y sincero.
Caí rendida a sus brazos y él me abrazo, mi piel se erizo a su contacto y volví a besar sus labios, mientras respiraba satisfecha.
• Me gusta como lo haces
Dijo una voz femenina. Estaba de pié junto a la puerta, mirando todo lo que había pasado en su sillón, y nosotros no nos habíamos percatado de su presencia.

CONTINUARA.

El Mar

Es de noche, estoy en mar, lo sé porque siento el ruido del mar a lo lejos hay luz tenue y un olor dulce y empalagoso me envuelve, siento frió
 pero estoy tranquila, la curiosidad es más fuerte que el temor. 
A lo lejos puedo distinguir la silueta de mujer, veo como su cabello se mueve a causa del viento y doy por sentado que es Moira, esta desnuda y lleva una vela en la mano ¿qué esta haciendo? Va caminando, hacia un grupo a personas con capas oscuras, ellos están en círculo observando a alguien que yace en el suelo, solo viste un vestido blanco y transparente, no lleva ropa interior; no distingo quien es. No entiendo que está pasando, pero me acerco lentamente, nadie parece percibir mi presencia.
Moira se sitúa en el centro, junto al cuerpo inerte, y con un movimiento que me pareció extremadamente sexi deja caer la cera caliente de la vela sobre la víctima y esta se retuerce y grita de dolor, me asusto, grito, pero la voz no me sale, quiero correr pero estoy inmóvil.
Moira sonríe y con un gesto de sus manos las personas se quitan la capa, son todos hombres, puedo ver sus erecciones, todos comienzan a masturbarse a la vez, la escena me excita rápidamente, pero sigo observando. Moira desnuda a la mujer y comienza a besarla lentamente, como lo hizo conmigo, e increíblemente siento celos, unos celos locos y enfermizos quiero sacarla de ahí y besarla desesperadamente, pero sigo sin poder moverme, desvío la mirada hacia los hombres que siguen masturbándose, mueven sus manos siguiendo el contorno de sus sexos, duros, s exquisitos, deseo lamerlos, sentirlos en mi boca, necesito tocarlos, succionarlos una y otra vez, estoy muy mojada, necesito terminar con esta tortura, pero el grito de una mujer me hace voltear la mirada y veo como el orgasmo de la mujer del suelo retumba en el aire y me hace vibrar, todo empieza a ocurrir muy rápido y los hombres se acercan más a Moira y a la otra mujer y comienzan a penetrarlas, fuerte, duro, con mucha violencia y desesperación, ellas gritan de placer, yo quiero lo mismo, pero nadie me ve, necesito ver más de cerca y me acerco a la otra mujer, quiero saber quién es.
La veo y lo veo todo claro, soy yo. La otra mujer soy yo, estoy bañada en sudor y sexo, tengo a dos hombres a mi merced uno de ellos me esta `penetrando con fuerza, apretándome los pechos, lamiéndome el cuerpo, el otro hombre me besa en los labios, su lengua juega con la mía, luego se arrodilla ante mí y me apunta con su falo grande, grueso y perfecto, lo observo fascinada, le paso la lengua por el contorno haciendo un recorrido por sus venas, una y otra vez, para luego meterla en mi boca para poder succionarla, cierro los ojos para así apreciar las sensaciones que experimentan mi cuerpo, el hombre que está en mi boca gime entonces comienzo a chuparlo con más precisión, envolviendo su glande con mi lengua y absorbiendo suavemente, siento como su deseo va subiendo y sigo chupando sin clemencia, llena mi boca de sus jugos y se estremece . El primer hombre me pone encima de él, ahora la que tiene el control soy yo, comienzo a moverme con movimientos rítmicos, lo hago pausadamente para poder ver sus gestos, pongo mis pechos a la altura de su lengua, él entiende enseguida cual es mi deseo, con sus manos aprieta y junta mis pechos y con su lengua lame mis pezones, ellos se tensan y se ponen duros, los lame despacio, suavemente, entonces bajo el ritmo aun más y me muevo al compás de su lengua, es maravilloso, me besa y acaricia en los puntos más calientes, y mi cuerpo se contrae en pequeños espasmos, la electricidad me recorría el cuerpo y la mente lo bese en los labios, lo muerdo y lo disfruto, sus boca es carnosa y su lengua suave y jugosa, me hace enloquecer. Moira me mira a los ojos mientras los hombres que estaban con ella acaban sobre su cuerpo perfecto, ella me sonríe y se acerca a nosotros, tiene una mirada lasciva y deseosa, esta excitada, puedo notarlo, ella se pone de pie ante la mirada de él, abre sus piernas y su sexo carnoso queda ante la vista del hombre que tengo entre mis piernas y se sienta sin dejar de mirarme en su boca, Moira esta frente de mí, seductora, transpirada e insatisfecha, ella desea más y yo quiero que acabe conmigo.
Ella me besa, y acaricia mis tetas, mientras se bambolea sobre la lengua de él y yo sobre el pene erecto de este dios griego, nos movemos ambas al compás de nuestras ganas, los labios de ella me hacen perder en un mundo de sensaciones extraordinaria y mi orgasmo llega junto con el de él, fuerte, me hace temblar, ella vuelve a sonreír, se levanta y me entrega su sexo rosa, el hombre y yo nos miramos y nos acercamos a ella, ambos le pasamos la lengua sobre su clítoris delicioso, le meto dos dedos dentro de ella, que la hace gemir, los muevo dentro y fuera, rápido y despacio, nuestras lenguas juegan y se entrelazan, lo beso y me besa y ella se entrega a nosotros ciegamente, está a punto de acabar, entonces mis movimientos son más rápidos y precisos, Moira grita, se retuerce de placer y yo me despierto, transpirada, excitada, y completamente confundida, ese sueño fue muy real, pude sentir y ver cada uno de sus cuerpos… Y ahora me encuentro sola, en mi casa, sentada sobre las sabanas, pensando en que mi demonio pelirrojo se a dueño de mis sueños, desde que la conocí es mi perdición pero no puedo sacarla de mi cabeza.

EL demonio Pelirrojo.

Conocí a Moira en la salida de la Uni, era una mujer hermosa, con curvas refinadas y armónicas, su cabello era de un rojo intenso y su piel casi transparente, toda ella era embriagadoramente sensual, tenía los ojos de un azul intenso que cuando te miraba a los ojos te hacia estremecer. Ese día llevaba un vestido corto rojo muy estrecho que hacía que sus curvas sean el blanco de todas las miradas, sus piernas; largas y firmes te hacían perder el aliento y cuando caminaba lo hacía bamboleando sus caderas con una sensualidad inenarrable. Ella se acercó a mí y mirándome a los ojos me pidió que la acompañe, no pude resistirme, estaba hechizada por esa mujer. Siempre la veía deambular por los pasillos pero nunca se me había ocurrido pensar que un día iba a hablarme.
Ella caminaba delante de mí, con pasos decididos y yo la seguía en silencio, contemplándola como si fuera una aparición.
Llegamos a una casa amplia y blanca, con suelo de bambú y pocos muebles entre ellos un sillón negro y en el centro del gran salón reinaba una cama enorme con sabanas rojas.
Moira se quitó los zapatos y entro a lo que luego supe que era la cocina. Yo me quede inmóvil en la puerta, ella parecía haberse olvidado de mí.
- ¿Qué queres tomar? – me grito desde la cocina, sacándome por completo de mi ensoñación
- Lo que vos tomes - fue lo que atine a decir.
Trajo dos copas de vino blanco y las deposito junto a una mesa ratona negra que estaba al frente del sillón y me invito a sentarme a su lado; se quedó mirándome un rato largo, como si intentara meterse dentro de mi alma, yo solo podía observar como sostenía la copa y cada tanto le daba un sorbo al vino y lo disfrutaba cerrando los ojos y suspirando, era una delicia, me anime a probarlo, casi con vergüenza, era perfecto, contenía un sabor dominante de fruta era ligero y fresco. Entendí el motivo por el cual ella lo disfrutaba de esa manera.
Cuando volvió a hablar, su voz se convirtió en dulce y sensual, me dijo.
-El sexo es libertad, es donde podes ser vos misma sin que te juzguen, el sexo te abre puertas que no sabías que estaban ahí, te hace descubrir deseos ocultos pero ardientes, te posee y te aferras a él con todas tus fuerzas, te entregas, el sexo es deseo-
¿ Por qué me decía todo eso? No voy a negar que lo que Moira me había dicho me encendió, quería más, necesitaba más; ella entendió enseguida lo que había provocado en mí, pero no dijo nada, se sentó a mi lado, y comenzó a acariciarme el pelo, despacio, lentamente, apenas podía sentir su respiración en mi cuello, no puedo explicarte cómo fue que paso, pero sentir su respiración caliente en mi piel me hizo estremecer, despertó en mi la necesidad de saber a qué sabían sus labios, quería sentir su piel, olfatear su sexo, la necesitaba con todo mi ser.
Moira me agarro de las manos sin dejar de mirarme me deposito en la cama. Mi demonio pelirrojo sabia jugar, sabia llevarme por caminos sinuosos y oscuros y yo me aferraba a ella con los ojos cerrados; me encontraba, en su cama a merced de sus caricias, sus labios se apoyaron suavemente en mi hombro, deslizo la punta de su lengua sobre mi piel, desde el hombro, pasando por el cuello, llegando al lóbulo de la oreja, mi respiración se iba acelerando y mi cuerpo se dejaba hacer, Moira repetía ese camino una y otra vez y cuando llegaba a la oreja me susurraba tan despacio que parecía estar oyéndola desde lejos “Te deseo” repetía, y mi sexo respondía a ella con pequeñas descargas eléctricas
Sus besos recorrían cada una de mis células… La espera se me hacía eterna quería que me posea, nunca había estado con una mujer, no sabía qué hacer, ni que esperar, pero ella, ah ella provocaba mi locura, mi deseo.
Comencé a sentir sus manos bajo la remera, acariciándome los pechos desde atrás, lo hacía apenas rozando mis pezones con los dedos y ellos se erguían, respondiendo a sus caricias, ella también me deseaba, podía percibirlo, me quito cada prenda con una delicadeza asombrosa mientras me lamia mis pechos con devoción, sentía su piel blanca y cálida sobre la mía y mi humedad se hacía más notoria, entrelazo mis manos con la suya y las subió sobre mi cabeza, evitando así que me mueva, mientras ella mordía mis pezones, mi cuerpo se contorsionaba entero, lamia cada rincón…
Sin darme cuenta se detuvo, no sabía que había pasado y abrí los ojos, ahí estaba, frente a mí, desnuda, con su cabello rojo cayendo sobre sus pechos perfectos, me abalance sobre ellos sin pensarlo, la tenia de rodillas sobre mi cintura, deje al descubierto sus pechos, y les pasé la punta de la lengua, estaban deliciosos, los lamia y absorbía una y otra vez- No sé si fue el vino o qué, pero me sentía libre, me sentía a merced de sus deseos y de los míos. Ella volvió a tener el control, nuevamente estaba sobre mí, me despojo de la remera, y comenzó hacer un camino por mi cuerpo, desde mi boca hasta mi sexo, bajaba y subía sin prisa alguna, mientras mis muslos se contorsionaban de deseo. Podía sentir su respiración caliente sobre mi jean y mis tangas blancas, el deseo me estaba cegando, Moira me quito lo que me quedaba de ropa y olfateo mi piel, mi sexo, soplaba muy suavemente mi clítoris y a cerrar los labios sobre él, lo absorbía, lo lamia, lo estaba disfrutando, lo notaba, mi cuerpo era una fiesta de sensaciones desconocidas hasta el momento, gemía, me movía, la llamaba una y otra vez, sus manos acariciaban mis pechos, apretaba mis pezones con una dulce presión, era suya, completamente suya.
Mi orgasmo llego fuerte y delicioso, todo mi ser vibro conmigo, el tiempo se detuvo un instante eterno y yo aún tenía sed de ella. La bese mil veces sobre los labios, mil veces más sobre su cabello y continúe haciéndolo por todo su cuerpo desnudo.
Era bella, toda ella lo era, su piel, su olor, su sabor. Su cuerpo perfecto estaba esperando por mi lengua y yo no la iba hacer esperar más.
Besaba y lamía su lengua, mientras mis dedos hurgaban en su sexo extremadamente mojado, el calor que desprendía era inenarrable, y mis dedos jugaron dentro de ellos, entrar en ella era mágico, seductoramente perfecto, mi lengua necesitaba sentir sus jugos, entonces baje lentamente, sin perderme un centímetro de su piel. Mi lengua se deslizo dentro de ella, salía y la lamia entera, mis dedos seguían su camino en su interior y mis labios succionaban su clítoris, Moira se arqueaba y gemía despacio, dulce, como si fuera un animalito herido y no mi demonio pelirrojo. Su orgasmo hizo eco en las paredes, entonces abrió los ojos, me miro y me dijo.
- Te desee desde el primer momento en que te vi. Sos mía y juntas iremos por los lugares jamás transitados, conmigo vas a ser libre- y me volvió a besarme.
- Ella iba a ser mi mayor perdición, pero yo estaba decidida a seguirla a donde me lleve.