lunes, 24 de junio de 2013

A una semana 2da parte

Con José no fuimos a un restaurante como yo pensaba, fuimos a su casa, la verdad es que fue una sorpresa gratificante, desde el tiempo que lo conozco nunca nos había llevado a su casa, pero nunca le preguntamos el motivo, lo cierto es que estábamos todos muy a gusto en la casa de Moira. La casa de José era pequeña y sencilla, al entrar había un pasillo que daba a dos puertas, un pequeño baño y una habitación amplia, siguiendo por el pasillo estaba el living, donde había una mesa mediana con 4 sillas, hacia la derecha había un gran sillón beige frente a una amplia tele de plasma y hacia la izquierda una isla que separaba el living de la cocina, la casa era blanca y cálida, estaba perfectamente decorada y muy limpia, no me imaginaba a José tan ordenado.
-          Tengo una señora que viene y ordena mi casa- Me dijo respondiendo a una pregunta que no había formulado- Espero que no te moleste que te haya traído a mi casa, creo que es más privado, hoy no quiero compartirte con nadie. Veni, acompáñame a la cocina así cocino- Me agarro de la mano y me hizo sentar unos taburetes altos junto a la isla, en la barra había dos copas de vino, dos de champagne. José se desempeña muy bien en la cocina, tiene unas manos habilidosas para el arte culinario, sabe cómo deleitarnos con sus platos, además verlo cocinar era extremadamente erótico, sus manos me seducían inefablemente. - ¿Quieres un poco de vino?- Asentí fascinada por la vista que tenia  de él, de sus ojos a través  de sus lentes, de sus labios carnosos y sensuales, tenía ganas de morder esa boca y hacerla mía, de lamer uno a uno sus dedos, estaba extremadamente excitada y él aún no me había tocado. Me sirvió un sabroso vino tinto de aromas y sabores frescos y frutados, muy suave al paladar, con taninos dulces y cuerpo ágil, me dijo que era ideal para acompañar el primer plato, ensalada de escarola con cubitos de queso parmesano nueces triturada y un toque de miel, el sabor del vino resaltaba los sabores de la ensalada haciéndola irresistible. En cada bocado o sorbo que daba José me miraba y me hacía humedecer un poco más tiene en mí el mismo poder que tiene Moira, ambos me encienden y me hacen perder…
Mientras se preparaba el primer plato, Carne asada con finas hierbas, nos fuimos a sentar a la mesa, previamente preparada, esta vez con  un Protos, un vino  de color cereza picota, aroma frutas negras, elegantes, potentes y maduras, los platos, dos copas limpias de vino, un florero con una sola rosa roja, José puso un CD de Sacro Coure , mi preferida y se sentó frente a mí, y nos pusimos a hablar de banalidades, aún no era el momento para ponernos serios y hablar sobre qué es lo que le pasa con Moira y de mi miedo a perderlos, cuando llego el momento de mi canción favorita del CD, José se puso de pie, me agarro la mano y me levanto de la silla, me beso muy despacio en los labios, abrazo mi cintura y comenzamos a bailar, lentamente al ritmo de esa melodía tan romántica, me acerque a su cuello, cerré  los ojos y comencé a respirar su aroma, olía tan bien, entonces sin darme cuenta, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, me sentía plena, feliz pero al mismo tiempo me sentía superada por tantas emociones, José al notar mis lágrimas levanto mi cara con las dos manos y me beso apasionadamente, todo mi cuerpo cayo rendido a su contacto necesitaba sentirlo dentro mío, lo necesitaba imperiosamente, pero él me detuvo dulcemente  y me dijo.
-          Después de cenar vas a ser mía y  hoy no pienso compartirte con nadie, no llores, por favor.
Luego de cenar José abrió una botella de champagne, lleno ambas copas y me dio una, brindamos en silencio, nos mediamos en silencio, sin hablar, solo sintiéndonos y saboreando el momento.
-          Te quiero- me dijo en un momento en que el silencio se estaba haciendo inmenso y con esa palabra se fueron todos mis miedos, me acerque a él tanto como pude, lo miré a los ojos infinitamente y lo abrace fuertemente.
-          No puedo prometerte nada- le dije
-          Lo sé, Moira te tiene hechizada – ¡No, no! no quería hablar de eso en este momento, quería que todo esto siga siendo perfecto.
-          Moira no tiene nada que ver en todo esto, por favor, no hablemos de ella, disfrutemos de este momento, por favor.
-          Está bien, hoy es tu noche- Me dijo. Volvió a llenar nuestras copas mientras la música seguía sonando suavemente- Él se puso nuevamente de pie, se acercó a mí, se arrodillo a mi lado y  con sus manos me llevo a sus labios y en esa postura tan incómoda me beso, luego nos pusimos de pie y el beso se prolongó hasta convertirse en un solo deseo, las ganas y las ansias de poseernos invadieron nuestros cuerpos, sus manos acariciaban mis muslos levantando ágilmente el vestido, acariciaba y apretaba mi cola con devoción mientras sus labios recorrían mi cuello haciéndome estremecer , nuestras respiraciones estaban cada vez más agitadas, José me levanto en sus brazos con mis piernas rondando su cintura y me acostó sobre la mesa, me bajo los breteles del vestido y acaricio mis pechos erectos, luego los lamio uno a uno para luego soplar sobre ellos, mi espalda se arqueaba ante esa sensación tan maravillosa, José se quitó la camisa paso sus manos por mi cintura y me atrajo hacia él, el vello que tiene en el pecho me hizo cosquillas pero no me importo, sus labios besaban mi boca mientras sus manos me quitaban la tanga, luego mientras me miraba a los ojos introdujo un dedo dentro de mí y lo movió pausadamente, así una y otra vez, me estaba haciendo enloquecer de placer, con mis piernas lo atraje hacia mí para sentir su hombría sobre mi sexo, estaba deliciosamente duro, mis manos bajaron el cierre de su pantalón liberando de esa forma a su maravilloso pene
-          Tranquila- me dijo en un susurro- Hoy voy hacerte el amor- y dicho esto me penetro tan dulcemente que me sentí morir, su cuerpo se movía paulatinamente, éramos solo uno, entraba y salía dentro de mí, mientras me besaba con ímpetu, sus manos acariciaban mi rostro, mi espalda, toda mi piel, mi orgasmo llego llenando la habitación de lujuria, mi cuerpo cayo hacia atrás  y él se apoyó en mi lamiendo mis pechos, luego sin salir de mi interior me levanto de la mesa y me llevo a su pieza, me deposito sobre la cama y siguió moviéndose rítmicamente, yo orgasmo se hacía cada vez más intenso, él no dejaba de besarme y yo lo sujetaba con todo mi cuerpo para que siga haciéndome el amor, acabe mil veces y mil veces más me excitaba, José salió de mí y con su lengua recorrió desde mis pechos hasta mi sexo, lamia con desesperación y mi cuerpo se contorsionaba a causa del placer. Necesitaba más, con un ágil movimiento de mi parque me subí encima de él y me hinque sobre su pene, comencé a moverme y a zarandear mis pechos sobre su boca para que los chupe y los succione con fuerza, Esta vez nuestro orgasmo llegaron juntos, haciendo eco en la habitación, caí sobre su pecho, él me abrazo y beso mis cabellos desordenados, nos quedamos así un tiempo infinito hasta que él comenzó a Hablar.
-          No sé por cuanto tiempo voy a poder aguantar todo esto
Todos mis miedos volvieron a aparecer
-          ¿Esto? ¿Esto qué?- pregunte en apenas un susurro
-          Esto que Moira quiere, lentamente te está alejando de la realidad,  quiere alejarte de mí, te quiere para ella.
-          Estas siendo completamente irracional José, no es así, Moira nos quiere a ambos, con ella disfrutamos cosas que jamás creíamos disfrutar, es mágica, ¿cómo puede ser que no lo veas?- le dije saliendo de él y acostándome a su lado.- José, disfruta esto que tenemos, no lo estropees, yo hablaré con ella, le pediré que no vuelva a excluirte.
José respiro profundo, me abrazo nuevamente y me dijo
-          No podes entenderme, porque no podes ver la realidad, vos antes eras distinta, desde que la conociste a ella cambiaste mucho
-          ¿Cómo podes saber cómo era antes si apenas me hablabas José?
-          Te veía, te observaba, antes eras… Más normal.
-          ¿Normal? José creo que te estas yendo al carajo. Soy una mujer como cualquier otra, disfruto del sexo, de la compañía, soy como cualquier persona.
-          No era eso lo que quería decir, antes eras más dulce, cuando me hablabas miraba tus ojos y eran más dulces, ahora solo veo una famme Fatal, extraño esa mujer dulce y cariñosa que eras. Te conocía aunque apenas hablábamos. Moira está haciendo de vos su juguete y vos no lo ves y eso me desespera, claro que disfruto estando con Uds., me gusta y la paso bien, pero allá afuera hay más, no es solo sexo
-          Moira no me trata como un juguete, me trata como una mujer que tiene ganas de experimentar sensaciones ocultas, me enseña a disfrutar de mi cuerpo y a vivir mis deseos. José, por favor, no te vayas, los necesito a ambos, te necesito.
José acaricio mi rostro, me beso nuevamente, sus labios recorrían los míos con mucha delicadeza, luego abrió los ojos y me dijo
-          No puedo prometer cuanto tiempo podré manejar esto.
-          José, por favor, no digas más nada, sigamos disfrutando de nuestra noche, el tiempo dirá.
José se levantó de la cama y se puso nuevamente el pantalón, fue a la cocina y trajo las copas de champagne llenas e hicimos el amor toda la noche.
Cuando se durmió me puse a pensar en todas las cosas que habían pasado, me siento confundida quiero a José con todas mis fuerzas y saber que me quiere me hace bien, pero ¿y Moira? ¿Sabrá ella lo que es amar? ¿Habrá amado alguna vez? Yo amo, amo a estas dos personas que me completan fehacientemente y voy hacer todo lo que esté a mi alcance para no perder a ninguno de los dos ¿Será acaso posible, combinar el amor y el deseo con dos personas tan distintas?
Ojala nunca llegue el momento de tener que elegir porque no sabría qué hacer con todo esto que siento.


A una semana.

Las cosas entre José y Moira están raras aunque delante mío disimulen, ninguno de los dos me habla al respecto, me siento como si fuera una niña con padres que se están por divorciar, hoy intentaré sonsacarle información a José.

Esta noche me voy a pasar con él, Moira me dijo que tenía cosas que hacer y que no podía venir, me dijo que era una sorpresa y que me quede tranquila, que ella mañana nos iba a estar esperando en casa, esto me suena raro, algo pasó entre ellos y necesito saberlo.
-          ¿Qué te vas a poner esta noche? –Me pregunto mi amiga- porque tengo algo para vos, me agarro de la mano y me llevo al guardarropas, mi amiga tiene un guardarropas increíble, lleno de vestidos sexis y elegantes a la vez, y muchísimos zapatos, de esos que me vuelven loca, de debajo de una de las barras saco una caja negra envuelta con un lazo rojo y me lo entrego. –Esto es para vos, tómalo como un adelanto de cumpleaños- abrí la caja y adentro había un vestido largo hasta las rodillas de color champagne con escote que realza el busto, en la cintura tiene unas cintas del mismo color pero un poco más oscuro que hacen a la vez de cinturón, es realmente hermoso, elegante y sensual, le di las gracias a mi amiga y le di un beso dulce en los labios.
-          Vamos a comprar unos lindos zapatos haciendo juego y un conjunto de ropa interior muy sexi, para que uses esta noche con José, ¿te parece?- Me dijo mi amiga, así que nos preparamos y nos fuimos.
Eran las 11 am cuando salimos de casa, eso significaba que íbamos a pasar el día haciendo compras, a mi amiga le encanta hacer esto, entra a todos los negocios y compra algo en todos. Moira no trabaja, nunca le pregunte de donde sacaba el dinero, pero bueno, desde que la conozco aprendí a no preguntar nada, si quisiera que lo sepa me lo contaría.
Entramos a una tienda de lencería, ella cogió unos conjuntos y entro conmigo al probador
– Esto suena tentador- me dijo Moira mientras me ayudaba a quitarme la remera, increíblemente ese comentario me hizo sentís un cosquilleo entre las piernas, ella sonrió como hace siempre que se da cuenta lo que provoca en mí, su aliento rozo mi cuello y me hizo emitir un pequeño gemido, entonces ella volvió a hacerlo mientras sujetaba mis manos contra la  minúscula pared, me encontraba sin remera con mis pechos ansiosos por liberarse para sentir su piel por arriba de su camisa, pero sus manos y sus besos me tenían prisionera, nunca había estado con alguien en un probador, la verdad es que me daba curiosidad y miedo a ser descubierta, pero no me importaba, necesitaba sentir su lengua por cada rincón de mi piel. Los labios de Moira me daba besos chiquititos por el cuello, soltó unas de mis manos para levantarme la pollera de jean y tocar con sus dedos mis clítoris, eso me hizo estremecer – Estas mojada- me dijo, mientras su lengua recorrió mis labios y se introduzco en mi boca, nuestro beso era salvaje y delicado a la vez, su boca era un néctar delicioso que me llenaba de ganas, sus dedos hicieron a un lado mi tanga y metió dos dedos dentro, los movía en mi interior, los sacaba y los metía haciendo medios círculos, mis muslos se movían al contacto y se oprimía a su cuerpo, con mi mano libre comencé a hacer lo mismo con ella, sin dejar de besarnos, con una deliciosa desesperación, Moira, dejo libre la mano que me quedaba y le desabroche la camisa, libere sus pechos y los míos y nuestros pezones se estremecieron al contacto entre ellos, tome su cabello rojo y la atraje sobre mí, para seguir lamiendo su boca, nuestros dedos volvieron a jugar en nuestro mar espumoso desesperados y ávidos, me aleje un poco de ella para ver sus pechos rosados y me metí uno en la boca, absorbiéndolo con los labios abiertos, chupando su pezón dulce y delicado, ella tiro la cabeza para atrás y gimió bajito, hice lo mismo con el otro y roce con los labios la punta erecta de su pecho y ella llego al orgasmo silencioso pero lleno de pasión, Una vez que mi amiga acabo en mis dedos, se arrodillo a mi carnosa desnudez y su lengua me hico vibrar mientras sus ojos se clavaban en los míos, sentía su lengua y sus labios absorbiéndome entera y no puede aguantar más, hice todo lo posible para no gritar, pero fue en vano, mi orgasmo llego fuerte y delicioso, me arrodille a la altura de mi amiga y la bese en los labios en el mismo instante que la vendedora golpeaba la puerta.  Moira abrió la puerta mientras yo me probaba la lencería y la vendedora nos preguntó si necesitábamos ayuda, en sus ojos había una chispa de picardía y amiga le sonrió y le dijo que su hubiese llegado 5 minutos antes nos podría haber ayudado, pero que ya no hacía falta y que nos llevábamos todo lo q habíamos cogido, me reí mucho con el doble sentido de mi demonio pelirrojo.
Luego de ir a la tienda de zapatos y de cómprame unas sandalias que combinaban con el vestido que me regalo Moira fuimos a almorzar a un restaurante  sencillo y chiquito que estaba ubicado en una esquina, pedimos el plato de la casa, pollo sazonado con finas hiervas y un vino blanco para acompañar, el vino era Viña Tondonia Blanco Reserva 1997 un vino riojano con aromas frutales y florales, suave y fino en boca, un vino exquisito para comer con el plato que habíamos elegido.
Me encanta pasar esos días así, haciendo compras, teniendo sexo en lugares insólitos y hablando con mi mejor amiga, en estos momentos me olvido del miedo que nuestra extraña relación se desmorone, me dolería muchísimo perder a alguno de ellos dos y ni hablar si pierdo a los dos y mi vida vuelve a ser aburrida y rutinaria. No, no quiero pensar en eso, todo va a estar bien.
-          Se hace tarde y me tengo que ir- me dijo Moira- Además José te pasa a buscar en un par de horas por casa. Concluyo.  Una vez en casa Moira se ducho se puso una pollera de tubo blanca, una camisa azul y unos zapatos haciendo juego, me dio un cálido beso y se fue, en unas horas venía a buscarme mi gran amigo y quería estar lista para nuestra noche especial. Me duche, me maquille un poco y me puse el vestido que me regalo mi amiga, luego las sandalias y me mire al espejo, me veía radiante y satisfecha conmigo misma, me sentía sexi y deseada, cuando salgo del baño José me estaba esperando en el sillón, me hizo pegar un susto de muerte, pero él ni lo noto, sé quedo mirándome en silencio, nos quedamos así unos segundos, mirándonos, él estaba tan hermoso como siempre, llevaba una camisa gris entallada, con unos pantalones negros y una chaqueta del mismo color y zapatos negros, el cabello con gel y esos lentes que me hacen perder la razón.
-          Estas hermosa- Me dijo mientras se acercaba a mí, una vez a mi lado me abrazo muy fuerte y me beso en los labios- ¿Estas preparada para una noche romántica?-
-          Siempre- Respondí y lo bese mientras mis ojos se llenaban de lágrimas, el miedo de perderlo y la incertidumbre estaban haciendo efecto en mí.



Continuara. 

lunes, 3 de junio de 2013

TRES COPAS SOBRE EL PIANO.

Falta poco para mi cumpleaños y Moira parece más ansiosa que yo. ¿Qué estará planeando? Me encantan mis cumpleaños, me gusta celebrarlo con mis amigos, algo me dice que este cumpleaños será muy especial.
Hoy vamos a ir a cenar, por suerte José tiene tiempo de estar con nosotras sin que tenga que estar Bianca en el medio, me cae bien, pero a veces necesito volver a la normalidad y mi normalidad es Moira, José y yo no quiero que eso cambie, al menos no por ahora.
No sé qué ponerme, Moira me dijo que vamos a un lugar elegante, que tenemos que festejar, ¿Festejar qué? Me imagino que dentro de unas horas me enteraré.
Decido ponerme un vestido negro largo con espalda descubierta, es entallado y largo hasta los rodillas, unas sandalias altas del mismo color, dejo todo arriba de la cama mientras me voy a duchar, Moira y José no están, no tengo ni idea a donde fueron pero parecían muy enigmáticos, al despedirse ambos me dieron un cálido beso en los labios y se fueron prometiéndome que pasarían por mí en dos horas, me imagino que estarán organizando mi fiesta de cumpleaños.
Ya en el baño, mientras el agua se calienta, me miro en el espejo, estoy desnuda y me gusta, llevo mi mano derecha hasta la comisura de los labios y voy bajando lentamente hasta llegar al principios de mis pechos, los recorro suavemente sin dejar de mirarme en el espejo , me gusta lo que veo, me siento plena, sexi, mi mano acaricia mis pezones y estos se erizan al contacto, sigo bajando por mi abdomen y mi sexo comienza a liberar calor, es increíble cómo puedo excitarme al verme desnuda, mi mano llega a mi vagina y la cubro con la mano abierta, respiro profundo y hago presión. La bañera ya está llena, cierro la canilla y voy a buscar una copa de vino a la cocina caminando con mi desnudez, vuelvo al baño y me meto en la bañera, el agua huele a frutillas y mi mente invoca a la piel de Moira, el recuerdo de ella me enciende aún más, Mis manos vuelven a acariciar mi cuerpo, cierro los ojos y dejo que mi imaginación me haga el amor, mis dedos ávidos de mí, entran lentamente a mi interior, gimo y mis dedos se mueven con audacia mientras mi respiración se acelera, mi mente vuela donde hombres y mujeres enmascarados poseen mi cuerpo, veo como me lamen y me besan, como me penetran con fuerza y devoción, me veo rendida al contacto de sus caricias, me siento un objeto sexual y me gusta, me calienta, mi mano izquierda me pellizca un pezón mientras la otra tiene 4 dedos dentro de mí, estoy por acabar, todo mi cuerpo se libera en un orgasmo fuerte y maravilloso, abro los ojos y bebo un sorbo de mi vino. Me gusta darme placer, me gusta que mi imaginación vuele a sitios oscuros y sensuales.
La puerta se abre de repente y mi hermosa amiga está de pie con un vestido rojo corto ajustado y zapatos altos, su cabello está recogido en una cola, esta preciosa como siempre, sonríe al verme y yo a ella, se acerca a mi con paso lento, se pone de rodillas y con sus manos agarra mi rostro y me da besos por los ojos, las mejillas y los labios, se la nota de buen humor, luego con mucha delicadeza me lava el cuerpo deteniéndose en mi sexo, lo toca, lo acaricia muy despacio y me siento perdida en sus dedos, pero no sigue, lava mi cabello y cuando ya estoy limpia me saca de la añera como si fuera una niña, me envuelve en la toalla y me seca la piel – Te quiero- me dice y caigo en la cuenta de que es la primera vez que me lo dice, la beso con pasión, me toma las manos y me saca del baño para llevarme a la habitación.
-          Buena elección de vestuario- me dice- vístete, te espero afuera, José está impaciente.
 Me visto, me  maquillo y salgo, José y Moira están discutiendo, me dirijo a ellos y José me mira, su expresión cambia de repente  y me mira con ojos maravillados, se acerca a mí, me cubre en sus brazos y me besa, hace que por un momento se me pase la preocupación que sentía por esa discusión… sus labios son tan dulces y sus besos saben riquísimos quisiera quedarme en casa, con ellos dos, bebiendo y haciendo el amor toda la noche, hoy necesito de ellos.
El restaurante era moderno y elegante, las mesas estaban en reservados de tal forma que nadie se veía con los de otras mesas, era todo muy privado, en el centro del restaurante había un piano y un hombre vestido de traje tocaba una melodía suave y embriagadora. El camarero nos llevó a nuestra mesa y nos dio la carta de vino, José se encargó de pedir mientras Moira y yo observábamos al pianista, era delgado, cabello atado, sus dedos largos y delicados se movían con delicadeza entre las teclas del piano, tocaba de memoria ya que tenía los ojos cerrados envuelto en su propia melodía, mi amiga cogió una de mis manos y la apretó, yo sabía lo que me estaba diciendo, sabia porque estábamos ahí, mi amiga ya había visto al pianista y ahora quería poseerlo, la idea me atrajo por completo.
El camarero trajo el vino un Sauvignon Blac su aroma recuerda a flores, ruda, pomelo rosado y herbáceos, es fresco y exquisito, una vez que los tres teníamos las copas servidas Moira propuso un brindis – Por esta y cada una de las noches y vividas y por vivir-  y mientras bebíamos mi amiga miraba al pianista.
La cena resulto divertida, hablamos de nosotros, de la vida y el sexo, estábamos muy cómodos en esta especie de relación y esperábamos que no se acabe nunca. Luego de comer el camarero le pregunto a mi amiga si ya estábamos listos para subir a la habitación y ella asintió, yo no entendía nada ¿Qué habitación? Un restaurante con habitaciones? Al ver mi cara José se echó a reír y me dijo que era una sorpresa que Moira me tenía preparada pero que él no tenía permitido asistir, así que se iba y nos esperaba en casa, me quede de piedra, ¿cómo que José no tenía permitido estar? José nos dio un beso a cada una y se fue cabizbajo ¿ Habrá sido por esto que discutían?
 Mi amiga me tomo de la mano y me llevo a una habitación amplia y muy bonita, en el fondo se veía un ventanal donde se podía observar la ciudad  y junto al ventanal había un piano negro y brillante, frente al piano un sillón de terciopelo rojo y sobre la derecha, subiendo un escalón había una cama gigante con sabanas rojas como las que tiene mi amiga, sobre el piano tres copas y al lado junto una hielera una botella de champagne, Moira sirvió dos copas, me dio una y chocando la suya con la mía me susurro – esto es un adelanto de tu cumpleaños- y bebió sin apartar sus ojos celestes de los míos, nuevamente me estaba dejando ir a donde Moira me quiera llevar , el golpe de la puerta me hizo aterrizar nuevamente a la habitación, ahí, de pie y bastante nervioso estaba el pianista que vi abajo, mi amiga lo hizo pasar y le pidió que toque alguna pieza en el piano, el pianista se quedó anonadado ante la belleza del demonio pelirrojo y torpemente entro y se sentó en la butaca dispuesto a tocar, yo me senté en la cama, observando como acariciaba las teclas y deseando en silencio que me toque de la misma manera, Moira, sirvió la tercer copa y la dejo al alcance del pianista, luego se acercó a mí, me quito la copa y la deposito en el suelo, con una de sus manos, acaricio mi rostro deteniéndose en mis labios, me los acaricio y con su lengua los rozo, mi boca se abrió y mi lengua busco la suya para devorar, nuestras lenguas jugaban a su juego preferido, mientras sus manos acariciaban mi espalda y las mías buscaban quitarle el vestido, mi amiga, se apartó de mí, bebió su champagne, le sonrió al pianista y me puso de pie junto a él, mientras ella me abrazaba de atrás, el pianista nos observaba sin dejar de tocar, cerré los ojos para poder envolverme en la melodía y en las caricias que mi amiga me brindaba, empecé a sentir como mi amiga acariciaba mis piernas y las besaba , sus manos iban levantando mis vestido, enrollándolo hasta mis muslos, una vez ahí, me quito la tanga de encaje negro y olfateo mi sexo, sentía su respiración en mi clítoris y el deseo y la desesperación se apoderaron de mis sentidos, su lengua recorrió mi sexo haciéndome vibrar, mi corazón latía a mil por horas, una vez más estaba entregada a su lengua, a su lengua, quería que me posea y haga con mi cuerpo lo que más deseé, en un momento casi eterno deje de sentir y cuando estaba por abrir los ojos, note que la música se detenía y las manos dejaron de ser 2 para convertirse en 4, mi respiración se aceleró aún más al contacto de esos dedos largos y delicados y mi boca busco la de él para besar y sentir sus carnosos labios devorándome, él me termino de quitar el vestido, cuando me amiga me dijo al oído que abra los ojos y que recuerde cada segundo, mis ojos se clavaron en los ojos marrones del pianista y luego buscaron a mi amiga, ella yacía de rodillas junto al miembro erecto de él, pero no lo chupaba, simplemente lo miraba y lo sopaba desde la punta hasta abajo donde sus testículos se juntaban, lo hacia una y otra vez y él vibraba ante esa sensación tan maravillosa, luego cuando él no se lo esperaba se la mintió entera en la boca y comenzó a succionar, él gemía, mientras jugaba con mis pechos, los mordía y los chupaba con desesperación al ritmo que Moira lo chupaba, ella estaba en el medio de los dos, así que mientras lo tenía a él en sus labios una de sus manos jugaban en mi interior, ¡Dios! estaba muy mojada, me sentía gotear de placer, él pianista le dio la mano a Moira y la ayudo a levantarse, una vez que estuvo de pie yo le ayude a quitarse el vestido y lo tire al suelo, luego él la tomo en sus brazos y la sentó sobre el piano, me puso en el medio de ella y me dijo – quiero verlas- entonces me sumergí en el mar espumante de mi amiga, lo lamí y absorbí cada uno de sus jugos, su sabor era embriagador, ella tenía la espalda apoyada en la tapa del piano, mientras sus piernas me tenía prisionera entre sus piernas, la música volvió a retumbar en la habitación, la imagen de nosotros era aún más excitante, Moira sobre el piano con su cabello rojo cayendo hacia un costado , yo lamiendo su sensualidad mientras él nos observaba con el pene erecto y el deseo en su mirada, me hubiese quedado así eternamente, pero mi amiga se levantó – No quiero acabar así, aún queda mucho por disfrutar- nos dijo mientras nos llevó a ambos a la gran cama, una vez allí, él me abrió el sexo y comenzó a saborear mi sexo y ella se sentó en mis labios, mi lengua siguió en su interior mientras ella se movía haciendo círculos cada vez que cerrados sobre mis labios, era tan exquisita, de golpe sentí al pianista dentro mío, su pene grande y duro me hizo gemir, volvió a salir y volvió a penetrarme con rudeza, esa es la forma en la que me gusta, con pasión, con salvajismo, todo mi cuerpo estaba experimentando espasmos de placer, quería que me lo haga más fuerte, quería sentirme una puta, la puta de ellos, sucia y salvaje, Moira se levantó de mi lengua y cambio la postura, se puso en 4 para que él la penetre como lo hacía conmigo, yo me puse debajo de ella para lamerlos mientras él entraba en su interior y ella tenía un acceso directo a mi clítoris… Cada movimiento me hacía llegar al extremo, cada gemido era mi perdición, sentir la lengua de mi amiga me hacía estremecer y el sabor al sexo salvaje en mis labios era un estimulante más para que ella y yo lleguemos al orgasmo fuerte y acogedor, mi cuerpo temblaba como nunca, estaba satisfecha y relajada, el pianista acabo en la espalda de mi amiga y yo la limpie con mi lengua para luego darle de beber ese delicioso placer.
Moira se levantó de la cama se puso la camisa blanca de él, volvió a llenar nuestras copas y mientras las bebíamos se sentó al piano, él fue detrás de ella y se sentó detrás, mi amiga quedo entre las piernas del pianista, su cabello caía como lava sobre su hombro y la música volvió a llenar la habitación. Los observe un tiempo infinito sentada en el sillón con la copa de champagne en mi mano, pensaba en José en mi amiga, en esa discusión que ninguno de los dos me comento y por un momento temblé, sentí que mi castillo de cristal se estaba trastabillando y un vació heló todo mi cuerpo.


BIANCA.

El viaje de regreso a casa fue eterno, las dos estábamos cansadas y teníamos ganas de llegar. Estar en la playa nos hizo muy bien, principalmente a mí, el sexo me sienta bien, me pone de buen humor y me hace brillar, quizás sea por eso que mi amiga siempre está reluciente. 
Al entrar por la puerta nos llevamos una sorpresa poco grata, al menos para mí, José estaba en la cama cogiéndose a una chica rubia. Moira actuó como si no pasara nada, entró, saludó y se dirigió a la cocina. Yo me quede de pie mirando la escena, él sabía que estábamos de regreso ¿lo había hecho a propósito? empecé a tener una sensación rara como si tuviera un nudo en el estómago y mi cuerpo comenzó a temblar, quería salir corriendo, quería golpear a José por hacerme pasar por esto, pero no podía hacer nada de eso, tenía que poner mi mejor cara de hipócrita y hacer de cuenta que no pasa nada, al fin y al cabo este es el juego ¿no? José vino a mí y me levantó haciéndome girar sobre mi propio eje, estaba feliz de vernos, se notaba. La chica en cambio estaba paralizada, se cubría con las sábanas como si yo fuera su madre y la pescaba teniendo sexo con su novio, estaba asustada. José me llevo hasta la cama con ellos y me presentó. Detrás llegó Moira, trayendo 4 copas de vino fresco. 
- Ella son las chicas de las que te hablé- Le dijo José a su amiga- Ella es Bianca una amiga. 
Creo que Bianca hubiese salido corriendo pero se contuvo ya que estaba completamente desnuda. Moira sonrió y la saludó abrazándola, le dio una copa de vino, luego otra a mí y a José, yo me la tomé de un sorbo, estaba fresquita y me hizo dar cuenta que estaba siendo descortés, entonces sonreí y la saludé con mi mejor sonrisa. Ella  nos sonrió, bebió un sorbo y pidió pasar al baño.
Una vez solos los tres, José nos preguntó las cosas típicas de cuando alguien vuelve de un viaje, que cómo la pasamos, qué hicimos, si hizo calor etc. Parecía que no se daba cuenta que nosotras queríamos saber quién era la chica rubia y por qué estaba en nuestra casa.
- ¿Preparo algo para comer?- Dijo José. Ambas asentimos y él se fue dando saltitos a la cocina, estaba de muy buen humor. Moira se me acerco me beso como solo ella sabe hacer, despertando mis sentidos y haciéndome humedecer. 
- Cambia la cara bonita, los celos no están permitidos, luego de comer vamos a jugar. 
Parecía tan prometedor, “Vamos a jugar” con esas simples palabras mi corazón y mi sexo comenzaron a palpitar. Bianca salió del baño, se había puesto un vestido gris que le quedaba muy bien, se había recogido el cabello y se la veía preciosa. Mientras mi amiga la invitó a sentarse y le preguntaba cosas yo me dispuse a observarla. Era rubia, alta, delgada, tenía un cuerpo sexy, delicado, ojos grises y unos labios finos y rosados. Bianca nos contó que trabajaba en un museo haciendo restauraciones de pinturas
- Quiero que posar para vos- le dijo Moira de una forma muy sensual, excitante, Bianca parecía turbada, pestañeo dos veces y se sonrojó, había caído presa del hechizo de Moira, cómo todos los que la conocen.
-¿Alguien me ayuda a poner la mesa?- dijo José, yo fui a ayudarlo mientras ellas se quedaron en el sillón negro hablando y bebiendo, José me miraba y sonreía mientras yo intentaba que no se me noten los celos. Aunque tanto esfuerzo pareció en vano porque me abrazó desde atrás, me dio un beso en el cuello y me dijo que me quería y que nos había extrañado, me di la vuelta para quedar frente a él y lo besé, extrañaba sentir sus besos, su cuerpo, su olor, él correspondió a mi beso y me subió sobre la mesada de la cocina, sentí su miembro erecto contra mi sexo ya húmedo. Con un movimiento rápido me levantó la remera y el corpiño, apretó mis tetas y las chupó con desesperación, él bien sabe que eso me hace perder la razón. Luego volvió a besarme mientras con una de sus manos me acariciaba por debajo de la pollera. En ese momento se me escapo un gemido bajito mientras disfrutaba de la sensación que me estaba brindando. Luego se alejó de mí, respirando aceleradamente y me dijo:
- Vamos a comer, luego quiero verte con ellas y que acabes conmigo. 
Ambos fuimos hacia la mesa, sentía mi rostro al rojo vivo, estaba mojada y con ganas de que terminen de comer de una vez para poder sacarme la calentura que me envolvía el cuerpo.
El almuerzo estuvo riquísimo y la charla también, la verdad era que Bianca era muy agradable, resultaba interesante oírla hablar. Cuando  lo hacía movía las manos y gesticulaba mucho, era divertida, nos cayó bien enseguida. José abrió la segunda botella de vino, nos sirvió y fuimos a sentarnos al sillón, él se sentó sobre la cama frente nuestro y miro a Moira a los ojos, parecían estar hablándose con los ojos, me sentí un poco afuera, pero al decir verdad sabía que estaban pensando.
- ¿Te molestaría pintarme ahora?- Le dijo Moira a Bianca. Nuestra nueva amiga volvió a sonrojarse pero accedió, yo me fui a sentar junto a José, mientras mi amiga se ponía en pose sobre el sillón y Bianca sacaba las acuarelas y el papel, puso una silla frente a mi amiga y se sentó, se la veía concentrada y si se prestaba atención se la podía sentir su respiración acelerada, mi amiga la excitaba, de eso estaba segura. Mientras Bianca dibujaba José me mordisqueaba la oreja y me daba besitos en el cuello, pero yo estaba observando la escena que tenía delante de mí, A una rubia excitante pintando a mi demonio pelirrojo, intentando captar la sensualidad que se desprendía de su cuerpo, de su postura, de todo su ser.
- Nunca estuvo con una mujer- me dijo José al oído- Quiero que le enseñen lo que se siente. Lo pensé unos minutos, la idea era tentadora, me levanté de la cama y me acerqué silenciosamente hacia Bianca. Me quedé de pie detrás de ella, observando su dibujo. Era perfecto, estaba captada la esencia de Moira, me agaché hasta la altura de su cuello, mientras ella seguía en su trabajo, respiré su perfume y le besé el cuello. Su sabor era exquisito. Luego  puse mis manos sobre sus hombros y las fui bajando lentamente hacia adelante, sentía como su respiración se iba acelerando aún más, mis manos llegaron a sus pechos y comenzaron a acariciarlos. No  llevaba corpiño por eso pude sentir cómo sus pezones se endurecían a mi tacto, la rubia temblaba bajo mis manos, mi amiga nos miró y sonrío, en sus ojos había deseo, la conocía como si fuera yo misma. Bianca tenía unos pechos pequeños pero perfectos, eran suaves y rosados, dejé una mano jugando con sus pezones y con la otra acaricié su cuello e hice que me observe. Mirándole a los ojos me acerqué a su boca y la besé suavemente. Mi  lengua entró en su boca y se enredó con la suya, sus besos eran dulces y muy suaves, me deposité delante de ella y seguí besándola, la puse de pie frente a mí y le quité el vestido. Observé  su cuerpo, su bombacha gris y sus pechos, estaba hermosa, Moira se acercó, se puso detrás de Bianca y comenzó a besarle la espalda despacio, con cuidado. La  rubia cerró sus ojos y se dejó hacer. Yo  me acerqué a la mesa, agarré un hielo y lo metí en mi boca. Me  volví a acercar a sus pechos para chuparlos. El  hielo le erizó la piel pero no se apartó. Parecía estar disfrutando, seguí bajando, lamiendo su abdomen hasta llegar a sus caderas, ahí me detuve, el hielo se fue derritiendo y el calor estaba inundando el ambiente. José me acerco más vino y se fue a sentar en el sillón dejándonos la cama libre. Con una mano sostenía la copa y con la otra comencé a masajear su clítoris, sentía el calor que desprendía entre sus piernas y me acerque a olfatear su sexo, olía delicioso, le bajé la tanga hasta las rodillas, bebí un poco de vino y le pase la lengua por su vagina. Su  sabor era afrodisíaco, seguí chupando su sexo un tiempo eterno, la sentía contraerse y gemir.
 Moira estaba saboreando su boca y cada tanto lamía sus pechos, con cuidado la llevamos hacia la cama y la hicimos acostar, mi amiga ocupó mi lugar entre las piernas de Bianca y yo me encargué darle placer a ella. Mi demonio pelirrojo estaba muy mojado entonces mojé mis dedos con sus jugos y los metí dentro de ella, ella gimió y siguió con lo que estaba haciendo, mis dedos jugaban dentro de ella, entraban y salían, y cuando volvían a entrar giraban en su interior, Moira estaba de rodillas haciéndole sexo oral a Bianca, entonces me puse debajo suyo y comencé a succionarle el clítoris mientras mis dedos seguían en su interior. Con  la otra mano comencé a masturbarme, estaba realmente excitada, necesitaba que alguien me sacara de la deliciosa agonía que estaba padeciendo.
En la habitación solo se oían gemidos y respiraciones agitadas, José se acercó a mí, me tomó de las piernas y con un movimiento de caderas me ensartó su pene hasta el fondo, me hizo gritar de placer. José me cogía con fuerzas, lo sentía duro y salvaje y eso me hacía llegar a lo más alto, los cuatros estábamos disfrutando de nuestros cuerpos, y sabía que yo no iba a aguantar mucho tiempo, fue entonces cuando sentí a Bianca gritar en un gemido que me hizo vibrar. Su orgasmo había llegado fuerte pero sabía que Moira iba a seguir lamiéndola hasta que termine más de una vez. José comenzó a moverse dentro mío aún más deprisa mientras apretaba mis pechos, mi lengua seguía jugando con el clítoris de Moira y mis dedos estaban en su interior. Yo estaba a punto de acabar, mi cuerpo entero empezó a temblar. José me sintió y saco su pija para volver a meterla con fuerza, me hizo acabar de una manera asombrosa, estaba satisfecha, todo mi cuerpo era una fiesta, le cedí mi lugar  a él, quién posicionándose detrás de Moira, apuntó su maravillosa pija al culo de mi amiga y la penetró. La penetró con fuerzas y lujuria desenfrenada. Sentí a mi amiga suspirar y sabía que le estaba gustando. Bianca seguía gimiendo, entregada por completo al placer que Moira le estaba regalando.
Yo me fui al sillón para poder verlos mejor, seguí bebiendo y disfrutando de la vista. Moira y José acabaron. Él  la abrazo por la espalda sin salir de su interior. Mi  amiga cayó exhausta en el pecho de Bianca.  Los  tres agotados, pero colmados de placer, se quedaron así unos segundos Luego mis amigos abrazaron a Bianca quien yacía acurrucada como si fuera una niña, mi amiga le acariciaba el cuerpo mientras él le daba dulces besitos en el cabello, ella parecía estar resplandeciente, esa imagen me dolió  pero al mismo tiempo me provoco ternura me levanté del sillón, del bolso de Bianca saqué un celular y les saque una foto, ¡Estaban tan bellos los tres! Puse el celular nuevamente en el bolso y contemplé el dibujo que descansaba sobre la carpeta de la rubia y con un lápiz escribí.
“Nuestro paraíso inmenso en llamas"