miércoles, 18 de septiembre de 2013

Amores contrariados (última parte)

Después de mandarle el mensaje a José mi ánimo comenzó a cambiar me sentía más positiva, sabía que íbamos a poder arreglar nuestras diferencias, podríamos volver a empezar…
Joel entro al baño y me saco de mi ensoñación
- La estaba buscando señorita
- Joel, deja de llamarme así, sabes que me puedes llamar…
- No hace falta- Joel me interrumpió- me gusta llamarla así, me da morbo
Joel me miraba con ojos libidinosos y cada vez se me acercaba más, su cuerpo grande se movía con agilidad y yo me alejaba de él con discreción, era como una danza sensual, cada movimiento, cada paso, mi mente volaba a mil por horas, pensaba en José, en mañana y en lo que iba a venir, pero la verdad es que la noche aún no había terminado y solo era un intervalo entre el pasado y el futuro quien era yo para no seguir con el juego pactado de esta noche, mañana iba a ser otro día, uno donde lavaría mis culpas con dedicación y cuidado, hoy todavía había tiempo para más y Joel estaba dispuesto a darme más.
Con la violencia que lo caracteriza me agarro un brazo y me obligo a ponerme frente a la pared, apoyo todo su cuerpo en mi espalda y pude notar su sexo viril apoyándose sobre mi culo, Joel me tenía sujeta a sus deseos, tenía sujetado mi brazo a mi espalda y él encima apretándome hasta provocarme dolor, su respiración se iba acelerando, podía notar su aliento caliente sobre mi cuello
– Ay señorita, es usted tan suave, logra sacar la bestia que hay en mí- me susurraba Joel, la mano que le quedaba libre la llevo hasta mis pechos, apretaba mis pezones con fuerza, luego bajo a mí sexo por encima del vestido, la tela suave de mi ropa combinado con los movimientos ávidos de sus dedos eran una mezcla exacta de placer y lujuria , mi mente se estaba liberando, dándole permiso para hacer conmigo lo que le entre en ganas, la pasión de Joel es legendaria y yo estaba dispuesta a todo con tal de complacerlo, Joel se puso de rodillas y comenzó a subirme el vestido, yo estaba inerte, dejando que haga lo que quisiese, sus manos subían lentamente por mis piernas por momentos se detenían y lamia la parte de atrás de mis rodillas, luego volvía a enrollar el vestido hasta la altura de la cintura, una vez ahí, su lengua entro dentro mío invadiéndome entera, yo me encontraba de frente a la pared y mis manos arañaban los fríos azulejos, mi respiración se aceleraba a su contacto, Joel estaba detrás de mí lamiéndome y absorbiendo mi calentura, su lengua comenzó a moverse sobre mi ano, jugaba con él, lo poseía con devoción mientras mis jadeos se hacían cada vez más fuerte, uno de sus dedos se metió en mi espumosa vagina, entrando y saliendo sin piedad, otra combinación embriagadora, su lengua salvaje ultrajando mi parte prohibida y sus dedos explorándome, estaba entregada a él, a su cuerpo… El mulato se puso nuevamente de pie, sabía que él momento de penetrarme había llegado
- Pídamelo por favor señorita, suplíqueme que le meta mi pija hasta el fondo, quiero oírla suplicar por mi pija dura y gorda- Yo apenas podía hablar, estaba más allá del bien y del mal, con un susurro le pedí que me haga suya, le suplique que me coja con fuerza, con violencia le pedí que me hinque con su hombría por donde quisiera, le dije que estaba entregada a él y a sus caprichos. Joel apunto su lanza en mi sexo y me la metió hasta el fondo, salvajemente, como un potro domando a su yegua. Luego volvió a salir y me pedía que siga pidiendo más, yo cumplía sus órdenes con mucho placer y él entraba y salía de mí cada vez más fuerte, sabía que estaba a punto de llegar al éxtasis por que todo mi cuerpo comenzó a sufrir espasmos entonces él se detuvo y yo sentí morir – Todavía no señorita, respiré, aún falta lo mejor- entonces con una mano cogió mi cabello y lo estiro hacia atrás, su boca se encontró con la mía y me beso con una pasión inexplicable, me devoraba entera, sentía mi sabor en su boca entonces sentí su gran pija entrando por atrás, su otra mano jugaba con mi clítoris y su sexo entraba con presión pero de una manera exquisita y así, de esa forma mientras entraba en mí sentí como mi cuerpo se abandonaba sobre él y él bañándome por dentro se dejó caer sobre mí, respirando con satisfacción…
- Así es señorita, descanse, respiré este momento memorable que yo aquí me quedo.
No sé cuánto tiempo nos quedamos así, uno dentro del otro, pero ese tiempo me hizo recobrar la compostura, Joel yacía en el suelo frio del baño completamente dormido, me levante con cuidado, recogí las cosas que había dejado tiradas y me dirigí hacia la habitación, Observe a todo el mundo, había gente dormida por distintos rincones, vi al pianista con la morena haciendo el amor sobre el piano, a Moira entregada a varios hombres, lamiéndolos, disfrutándolos con su lengua de serpiente, estaba hermosa, con su cabello rojo cayendo sobre su espalda rodeada de sus ángeles negros entregada a su juego de seducción y placer… La amaba, ella lo sabía, pero yo sabía que ella no iba a poder darme más. Lentamente me di la vuelta y me fui hacia la salida, no quise mirar atrás pero sin quererlo pude sentir que ella, mi demonio pelirrojo me miraba partir.
Afuera del hotel todo parecía irreal, la calle llena de personas que iban a lugares diferentes, nadie parecía saber lo que ocurría en la habitación de la que acababa de salir y eso me hizo sonreír. Camine un largo rato por calles angostas, con mi vestido de fiesta y tacos demasiado altos, la gente me miraba sin comprender que hacia sola por esos sitios. Mi celular comenzó a sonar, era Moira quien me llamaba pero no respondí, paré un taxi, le di la dirección de mí casa y apague el celular, no quería hablar con ella, si lo hacía iba a volver a caer, no iba a tener el valor suficiente para alejarme ella, al pensar en eso caí en la cuenta que no iba a volver a verla y esta vez la angustia se apodero de mí, tenía que ser fuerte si era a José a quien quería… La pregunta era ¿Qué quería realmente? Después de conocer a Moira, ¿iba a poder seguir una vida “normal”? otra vez el miedo se apoderaba de mí. Una vez que llegue a mi casa, abrí una botella de vino rosado, me serví una copa y me senté en el balcón, esperando que amanezca para así poder ver todo con otra perspectiva, estuve ahí, contemplando el amanecer mientras las horas pasaban lentamente, cuando me estaba por ir a acostar un rato antes de que llegue José sentí el timbre y mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza, ya estaba aquí, ya empezaba mi nueva vida, abrí la puerta de abajo sin preguntar quién era y cuando llego a mi piso abrí la puerta, ansiosa por besar sus labios y grande fue mi sorpresa cuando la rubia de cuerpo perfecto apareció en lugar de José 

- Tenemos que hablar- Me dijo.

Amores contrariados (3 Parte)

No puedo explicar el vacío que sentí cuando José se había ido, sentí que mi mundo se derrumbaba pero a la vez me sentí libre, sabía que no podía darle lo que él necesitaba a mí me guía el hijo rojo de la pasión y él ya no estaba dispuesto a seguir este juego.
Mi amiga me miro y sonrió, como si fuera una niña que recibe su muñeca preferida en navidad
- ¡Más champagne!- grito y alguien que no supe identificar a causa de su antifaz me trajo una copa cargada, se lo agradecí y me la bebí de un tirón, pedí más e hice lo mismo, tenía la garganta seca necesitaba un poco más, tenía que llenar el vacío que José me había dejado.
- Despacio- me dijo Moira que se acercó por detrás de mí- La noche aún es larga- me cogió de la mano- Quiero presentarte a alguien.- Me dijo
El hombre que me presento Moira era el mismo que me había traído la copa de champagne su nombre era Fernando, media un poco más que yo, iba vestido como todos en esa habitación, con un traje elegante y antifaz negro, lo único que pude vislumbrar fue su mirada intrigante y sus labios carnosos, no sé si era el alcohol que había ingerido pero note que mi humedad se iba acrecentando nuevamente.
- ¿Queres vino?- me dijo como leyéndome la mente
- Sí, por favor- le dije casi suplicante, Fernando me tomo de la mano y me llevo a un rincón con sillones, me senté y observe a la gente, eran increíbles, todos estaban entregándose a la pasión sin límites, vi a Joel besando apasionadamente a una mujer morena, mientras ella acariciaba el pene de mi amigo con ambas manos, la veía entregada a ese potro salvaje, más lejos pude ver al pianista y a otra mujer escuchándolo tocar una melodía que no pude distinguir, parecían absortos en su propio mundo, hasta me pareció romántico, entonces José apareció en mi mente, pero lo quite rápidamente, también vi a los amigos gay de Moira en una orgia pasional con hombres y mujeres , Moira estaba con los hermanos Trujillo, planeando quien sabe que, mientras cada uno de ellos le pellizcaban los pezones y reían.
Fernando me alcanzo una copa de vino blanco con un sabor seco y ligero, de color pajizo y aroma punzante, delicado y fresco, se lo agradecí mientras bebía mirándolo a los ojos, pude notar que se sonrojaba un poco y eso me dio una idea, iba jugar, iba convertirme en la diosa del deseo y él iba a ser mi primera víctima. Con la mano que tenía libre, me levante el vestido hasta el muslo fingiendo acomodarme en el sillón, de reojo mire a Moira quien nos estaba mirando y me guiño un ojo, Fernando recorría mis piernas con los ojos y su mirada me encendía, me acerque hasta su cuello y le susurre al oído – Me encantan los hombres tímidos- y me acerque a su boca, a una distancia muy corta entre sus labios y los míos y mirándolo a los ojos lo bese, su beso era delicado pero al mismo tiempo salvaje, sus manos fueron a mis piernas y con lentitud las acaricio hasta llegar al muslo, una vez ahí lo apretó con fuerza mientras sus labios devoraban los míos, esa forma de besarme me hacía erizar la piel y mi sexo palpitaba de deseo, con un movimiento ágil de sus manos, Fernando abrió mis piernas y apoyo un dedo sobre mi tanga y presiono justo sobre el botón de mi clítoris, un suspiro salió de mis labios y estiré mi cabeza hacia atrás, él aprovecho para besar mi cuello mientras sus dedos seguían jugando sobre mí punto más caliente, Moira apareció justo detrás de mí y me beso en los labios, luego miro a Fernando se hablaron con la mirada y él pareció entender porque levanto el vestido hasta la cintura, olfateo mi sexo con una mano hizo a un lado mi tanga y con su lengua lamio mi vagina, acariciándola empapándome, sentía su lengua ir y venir, entrar y salir de mi interior, su forma de hacerlo era embriagante, Moira nos miraba y cada tanto se acercaba a mis pechos para pellizcaba mis pezones, entre la lengua de Fernando y las caricias de Moira mi sentido de la realidad se estaba esfumando…
Mi cuerpo era una fiesta, esa lengua viperina me llevaba a lugares desconocidos, siempre me gustó el sexo oral, pero lo que Fernando me estaba haciendo era algo inigualable, cada parte de mi cuerpo vibraba con su contacto, era perfecto, ese hombre misterioso sabia como satisfacer a una mujer como yo, mi amiga estaba conmigo, sentía su boca chupando mis pechos, sentía como sus labios succionaba uno y luego el otro, me sentía en el cielo, el placer que estaba experimentando era demencial, sabía que me iban hacer llegar al éxtasis muy pronto, demasiado pronto y no estaba segura de querer que estas sensaciones se terminen tan pronto, pero en ese momento sentí que desde mi sexo subía por dentro un montón de lava hirviendo y mi orgasmo llego, sincero y escandaloso, pero las lenguas seguían en su labor, consumiéndome entera, sentía que me faltaba el aire, que no iba a poder soportar tanto placer, entonces como pude me libere de sus bocas, abrí los ojos y vi que los invitados estaban viéndonos, extasiados, eufóricos, veía la excitación de ellos y los ojos lujuriosos de las pocas mujeres que habían en esta fiesta que por cierto no conocía a ninguna, a pesar de mi orgasmo increíblemente aun necesitaba más, miré a Fernando a los ojos y temblando me acerque a él, lo empuje sobre la cama, desabroche su pantalón y me subí sobre él, cabalgándolo sin piedad, ardiente de deseo, su sexo estaba duro muy duro, grueso como a mí me gusta, entraba justo, mi sexo lo envolvía, mis movimientos eran intensos, pasionales, bese sus labios y sentí mi sabor en ellos, su lengua suave y delicada como la ceda jugaba con la mía, y sus manos apretaban mis pechos pero con suavidad, este hombre era desconcertante, salvaje y dulce a la vez, la gente nos miraba, Moira nos observaba, podía notar su necesidad, sé que le excita ver cómo me coge otras personas, le gusta ver como disfruto, entonces mientras seguía moviéndome, encastrada al sexo de Fernando, llame a Moira, ella se acercó a nosotros con paso dubitativo como hechizada, cuando estuvo cerca, acaricie su rostro, su cuello y bese sus labios, la bese con absoluto deseo , lentamente le quite los breteles de su vestido, baje el cierre y su vestido bajo recorriendo sus curvas, los invitados suspiraron al unísono ante su carnosa desnudez, Fernando se incorporó y se quedó sentado conmigo encima de su pene duro, con una mano acaricio los pechos de mi demonio pelirrojo y con su lengua viperina lamio uno de sus pezones mientras yo me ocupaba del otro, con una mano comencé a tocarla, estaba mojada como nunca antes, la sentía gemir, estaba entregada, la ayudamos a unirse a nosotros, Fernando volvió a acostarse y ella sin dejar de mirarme se sentó sobre su boca, ambas nos movíamos sobre Fernando, esta vez era lentamente, ella gemía mientras yo lamia sus rosados pechos, estuvimos así un tiempo eterno, nuestros invitados se fueron disipando lentamente, cada uno de ellos siguieron entregados el uno al otro, y la habitación se terminó convirtiendo en la habitación de lo permitido, de la libertad y el amor, nosotros estábamos en un estado de divinidad, nuestros cuerpos y nuestras mentes estaban unidas a un único propósito: Nuestra satisfacción, Moira comenzó a moverse más deprisa, estaba a punto de llegar al clímax entonces yo hice lo mismo quería que nuestro orgasmo llegara juntos, Moira me agarro y me atrajo hacia ella, me beso con devoción y así llegamos, viajamos juntas y explotamos a la vez, mi amiga temblaba bajo mis manos y yo me sentía en paz, satisfecha y con la boca seca. Era el momento de darle placer a nuestro nuevo amigo, Moira lo agarro de la mano y lo hizo poner de pie, luego se arrodillo le quito los pantalones y saco su pene erecto, mirándolo a los ojos lo tomo y con su lengua recorrió todo el tronco, acariciando las venas que sobresalían de él, entonces yo me acerque y ante la mirada entregada de Fernando, comencé a hacer lo mismo que ella, lamiamos el contorno de esa deliciosa y gruesa pija y cuando llegábamos a la punta nuestras lenguas se entrelazaban y nos uníamos en un beso pasional, repetíamos el recorrido infinitamente, luego Moira se la metió entera entre sus labios y yo sabía que con su lengua estaba jugando con su glande nuestro amigo comenzó a contorsionarse de placer, con una mano presiono a Moira más a él y con la otra mano me puso de pie y con fuerza me acerco a sus labios para besarme con desesperación, su orgasmo llego llenando la boca de nuestra amiga, entonces ella se puedo de pie a nuestro lado y me beso, dándome parte de ese néctar. Fernando se relajó y con una sonrisa en los labios nos ofreció algo para beber.
La noche aún no terminaba, quedaba mucho para disfrutar pero yo me sentía cansada, el alcohol ingerido me estaba pasando factura y el vacío que sentía con la ausencia de José se estaba agrandando, con el alcohol llego nuevamente el recuerdo y la tristeza se apodero de mí, como pude llegue al baño llorando de rabia y angustia, con el celular en la mano le mande un mensaje a José “Mañana en mi casa, no en la de Moira. Te necesito” le escribí y apreté enviar. 

La noche siguió su curso, mi cumpleaños termino, pero el sexo seguía a flor de piel. Mañana iba a verlo y eso me dio las fuerzas para terminar la noche como Moira quería, Mañana iba a ser otro día, pero hoy podía seguir su curso.

Amores contrariados (segunda parte)

¿Cómo hacer para no desearla si es tan provocadora? ¿Cómo hacer para alejarme si mí cuerpo la aclama? La tenía frente a mí, mirándome, deteniéndose en cada rincón de mi cuerpo, sus ojos lascivos me hacen estremecer de deseo…

Moira me miro directo a los ojos – Me gusta verte desnuda, me gusta mirar tu cuerpo cuando el contacto de mis manos te hace estremecer - me decía, mientras rus dedos rozaban mi piel mojada, con delicadeza me puso de pie frente al espejo mientras con una de sus manos recogió mi cabello y con la otra deslizo sus dedos sobre mi cuello muy lentamente siguió así hasta llegar a mis pechos erectos a causa de su contacto - Nunca dejes de observar tu cuerpo porque es precioso, acordarte de disfrutar de él conmigo o sin mí. – y dicho eso me beso en el cuello mientras la mano que tenía en mis pechos siguió bajando hasta mi sexo- No, no cierres los ojos, quiero que veas tu mirada de placer.- su mano y sus dedos jugaban con la humedad de mi vagina, Moira me soltó el cabello que me había recogido antes y deposito esa mano libre en mis pechos, pellizcaba mis pezones y besaba mi espalda, todo mi cuerpo estaba experimentando un deseo absoluto, Moira lamia mis vertebras con devoción hasta que su lengua llego a mi sexo caliente y deseoso una vez allí, lo lamio absorbiendo mis jugos, mis ojos estaban clavados en mi reflejo y podía verme disfrutar de la boca de mi demonio pelirrojo, verme me excitaba aún más, podía notar los espasmos de mi cuerpo y el vaivén de mis caderas, Moira me estaba llevando nuevamente al mundo del placer sin escalas, ella era mi perdición y a mí me gustaba perderme en su boca, la lengua de mi amiga comenzó a moverse más de prisa, presionando mi clítoris para luego soltarlo y chuparlo otra vez, ese movimiento me iba a llevar al orgasmo seguro, pero ella paro, se puso de pie, me beso los labios y me dijo.- Esta noche vas a acabar muchas veces, vamos a vestirte o vamos a llegar tarde- Y me dejo así, entregada, caliente, con ganas de seguir disfrutando de ella.
Al llegar al hotel donde se iba a celebrar mi cumpleaños, me entraron muchos nervios, tenía miedo, no estaba segura de querer lo que se aproximaba, una vez que me había enfriado José volvió a aparecer en mis pensamientos, sabía que iba a estar ahí, sabía que iba a estar con Bianca y también sabía que no le iba a gustar lo que Moira tenía planeado para festejar mi cumpleaños, me sentía entre la espada y la pared y no sabía que camino iba a tomar, pero algo me decía que lo que decida hacer esta noche iba a marcar mi destino, aún estaba a tiempo de salir corriendo de ahí, llamar a José y desaparecer del mapa, pero la curiosidad podía más. Moira me agarro de la mano y me entro a una habitación donde había al menos una 20 personas, al primero que vi fue a José lo reconocí a pesar de que llevaba puesta una máscara negra a su lado estaba Bianca, con un vestido plateado hermoso y una máscara haciendo juego, estaba abrazada a José y sonriendo y en ese momento un odio irracional se aferró a mí, seguí mirando a la gente mientras mi demonio iba a buscarme algo para tomar, había gente a la que no reconocía y otros a los que me costaba distinguir, todos llevaban mascaras eso me parecía excitante, me pareció vislumbrar a los hermanos Trujillo, al pianista y escuche una voz que me sonó muy familiar, pero no sabía quién era, también vi a los amigos gay de Moira y me alegro muchísimo verlos, mi amiga me trajo una copa de champagne y todos brindaron por mí, José me miraba incrédulo pero yo me sentía furiosa con él, aunque no me había hecho nada malo, pero estaba con ella y eso e sacaba de quicio, ¿pero que podía esperar? Es obvio que ella está enamorada de él, y al decir verdad la sola idea de saber que ella era perfecta para él me molestaba aún más.
Mientras me tomaba mi tercera copa de champagne en menos de media hora alguien se acercó por detrás de mí y me dijo al oído
-Tenía ganas de verla señorita, hace mucho que no veo su hermoso culo caminando a mi lado.
- ¡Joel!- Grite de forma exagerada, (creo que a causa de las burbujas que se me estaban subiendo a la cabeza) y lo abrace, él respondió a mi abrazo apretándome el culo con ambas manos y luego me beso con arrebato, metiéndome la lengua en la boca y apretándome contra su cuerpo, me había olvidado la fuerza y la pasión que tiene Joel, ese mulato de brazos firmes que me hace presa de sus anhelos y todo uso de razón queda en el olvido. Sus besos impetuosos me hacen quererlo ahí y ahora, lo deseo.
Cuando las ganas se estaban apoderando de mi cuerpo siento como alguien me saca de las garras de Joel y me lleva hacia un rincón apartado, me besa en los labios pero este beso era brusco cuando quise liberarme me sujeto las manos con fuerza y volvió a besarme.
- ¿Porque me haces esto? ¿A qué estás jugando?- la voz de José era dura y fría, había bebido más que yo, eso se notaba
- ¿A que estoy jugando yo? Yo no juego, yo vivo y disfruto esto ¿vos a que jugas? Que un día venís a decirme que queres y al otro estas con Bianca, sonriendo y abrazando a esa rubia esquelética- le grite intentando zafarme de sus brazos
- Te necesito a vos, por favor, vámonos de acá
- ¿qué está pasando acá? – Dijo Moira seguida de Bianca, José me soltó las manos y Bianca fue a abrazarlo para sacarlo de mi lado.
- Vos la convertiste en esto- le dijo a Moira- Vos le sacaste su inocencia
- No sé de qué estás hablando José. Bianca, sácalo de acá
- Parece que ya decidiste- Me dijo José mientras se iba aferrado a Bianca
- Espera- le dijo Moira cogiéndole del brazo- ¿A qué te réferis con eso?- y mirándome a mí me dijo - ¿Es por esto que estabas tan rara?
Yo no sabía que responder, todo a lo que había temido en este tiempo se estaba presentando ahí mismo, los invitados parecían no notar lo que pasaba en ese rincón alejado y para nosotros todo lo demás dejo de existir, Bianca estaba más pálida que de costumbre, Moira y José se medían con los ojos y sus miradas eran furiosas.
- José, para, por favor – le pedí casi suplicante, Bianca me fulmino con la mirada y lo alejo de nosotras, Moira se acercó a mí se quitó la máscara y me dijo
- Hoy vamos a festejar tu cumpleaños, pero mañana vamos a hablar esto se nos fue de las manos, está claro que los tres juntos no vamos a poder estar, si lo queres anda con él pero yo me abro y si en cambio decidís quedarte a mi lado, el deseo y la pasión van a ser nuestros aliados, conmigo no hay nada prohibido pero no puedo ni quiero ofrecer más- y me beso, como solo ella sabe hacer, mi cuerpo se relajó por completo cuando sus manos comenzaron a acariciar mi piel, no sabía a dónde se había ido José y no me importaba, estaba enojada con él, por su forma de actuar, por no dejar que las cosas fluyan, también estaba excitada, entre los besos que me había dado Joel con los de Moira y la combinación de las burbujas no pensaba con claridad, mi cuerpo se estaba entregando a la situación.
Cerré los ojos para poder percibir mejor, alguien, no sé quién, me acerco a los labios una copa fría de champagne y varias manos me llevaron a algo que parecía un sillón, mis ojos permanecían cerrados , no quería abrirlos y encontrarme con la mirada de José, las manos comenzaron a acariciar mi cuerpo, creo que eran 6 en total, las tenía por todo mi cuerpo escarbando mi piel, unos labios me besaron, era un beso dulce aunque muy sensual, dos manos se quedaron en mis pechos, los tocaban por arriba del vestido podía sentir como mis pezones comenzaban a endurecerse, otras dos manos acariciaban mis piernas y alguien las besaba, las manos restantes levantaban mi vestido, la imagen que tenia de mí era exquisitamente seductora en la habitación solo se escuchaban murmuro y gemidos, la curiosidad pudo más y abrí los ojos, me encontré en el centro de hombres y mujeres con mascara tocándome y tocándose entre ellos, lamiéndome y deseándome, algunos se masturbaban otros miraban y mi deseo se iba encendiendo ante esas miradas hambrientas de mí, de mi sexo, Moira me miraba con ojos encendidos la tenía justo en frente de mí, con una sonrisa maliciosa en los labios y una copa de champagne en las manos, era perfecta y en ese momento era más que nunca mi demonio pelirrojo, gire la cabeza a causa del placer que me estaban dando una lengua que jugaba con mi clítoris y mis ojos se clavaron a los de José, que me miraba con una mezcla de odio y de deseo, Bianca estaba a su lado, claramente excitada, la veía deseosa y eso me hizo reír, seguí mirándolos, mientras alguien me acerco su pija grande y morena a la boca, Joel estaba muy excitado su pene entraba en mi boca con dificultad pero eso no me impedía lamer su voluptuosidad, mi lengua recorría las venas de su sexo, chupaba su glande con devoción y luego seguía lamiendo hasta llegar a sus testículos para succionarlos y hacer a Joel gritar de pasión, todo mi cuerpo era una fiesta, las manos cada vez eran más, las lenguas y el deseo se hacían más intensos, jamás desde que estoy con Moira había experimentado tantas sensaciones juntas, era difícil de explicar lo que estaba sucediendo conmigo, me sentía poseída por una fuerza poderosa, sentía que estaba en medio de un ritual donde el demonio pelirrojo me entregaba como una ofrenda a sus ángeles negros quienes me poseían con absoluta necesidad.
En un momento, cuando mi cabeza tuvo un poco de claridad me puse de pie, y las manos y las bocas de alejaron dándome libertad para moverme, camine lentamente hacia el champagne me serví una copa llena y fui a donde estaba José, Bianca intento ponerse en el medio, pero él la quito, me miro a los ojos y pude ver su confusión en los ojos, le di la copa y lentamente me quite el vestido mostrándole a todos mi carnosa desnudes, me subí arriba de él y lo bese con una pasión abrasadora, mis manos bajaron rápidamente y desabrocharon su pantalón y dejando libre su sexo me encastre en él y comencé a moverme suavemente, alternando los movimientos de suaves a rítmicos una y otra vez, él acariciaba mi espalda y mi cabello, le hice el amor, ahí, delante de todos, sin importarme el llanto de Bianca y el murmullo general, José tomo mi rostro con sus dos manos y pude ver como él también lloraba, volvió a besarme con un amor infinito, era el adiós y él lo sabía, todos en esa habitación lo sabía.
- Te amo - le dije mientras mi cuerpo vibraba a causa del orgasmo, él me abrazo más fuerte y se dejó ir dentro de mí.
Estuvimos así un tiempo eterno, hasta que en momento me puse de pie, me di la vuelta y vi a Moira que me miraba incrédula, me acerque a ella la bese y ella se dio cuenta que había pasado, sabía que había tomado una decisión, el sexo me libera y me hace fuerte el amor no es para mí.
- Que continúe la fiesta- dije y cuando me gire para ver a José, él ya se había ido… Con ella.

CONTINUARA.

Amores contrariados

Moira se levantó antes, en esta mañana de sol cálido y creo que fue ahí, donde se dio cuenta que algo me pasaba. 
-¡Feliz cumpleaños!- me dijo mientras me daba uno de esos besos que ella sabe dar
Mi cumpleaños… Hubiese preferido que sea cualquier otro día, no me sentía con fuerzas como para festejar, pensaba en José y la maravillosa noche que pase en su casa. Lo estaba perdiendo y eso me sacaba de mi eje.
-Estas muy pensativa- Me dijo Moira de pie al lado de la cama- ¿Tengo que preocuparme?- Pregunto entornando los ojos, entonces sonreí, ¡era tan bella! La agarre de la mano y la tire en la cama, me subí en ella y la bese con absoluta necesidad, su boca era tan dulce, nuestras lenguas jugaban entre sí, entrelazándose y entregándose al deseo, agarre sus dos manos y las sujete sobre su cabeza para que no pueda moverlas y la presione bajo mí cuerpo, primero respiré su cabello, luego su cuello (Te quiero, la voz de José hacía eco en mí) la miré a los ojos y en ellos vi deseo, me acerque a sus labios de terciopelo (No me dejes) y los lamí Moira abrió los labios para recibir mi beso pero no la bese, sus ojos brillaron, baje nuevamente por su cuello besando cada centímetro de ella, (Sacro coure sonando y nosotros bailando, sus manos acariciaban mi cintura, Te quiero, me decía) hasta llegar a sus pechos, una vez ahí mi lengua lamio sus pezones los cuales se pusieron duros al contacto y suspire en ellos, sus pechos me gustan mucho, son rosados y deliciosos, me entretuve en ellos un largo tiempo, lamiendo, chupando, mordiendo, Moira gritaba de placer, estaba entregada (Sentía a José dentro de mí, no me dejes, me repetía) libere sus manos y con las mías comencé a acariciar su piel, mi boca seguía jugando, bajaba por su abdomen hasta llegar a su pubis, ahí me detuve, la respiré impregnándome de su aroma tan peculiar, lamí su sexo y ella se retorció bajo mis manos, mi boca encerró su clítoris y mí lengua comenzó a formar circulitos cada vez más cerrado para luego exhalar sobre él, mi aliento caliente sobre su sexo la hacía enloquecer, mis manos apretaban sus pezones duros y erectos y yo necesitaba de eso, de sus jugos, sus pechos perfectos, de sus orgasmos, en cierta forma quería que ella disfrute todo lo que yo disfrute a su lado (José me besa y baila dentro de mí, mis gemidos inundan la habitación y sus ojos me miran con amor), Moira grito mi nombre y presiono mi boca junto a su clítoris y llenándome de ella
-Da gusto comenzar el día así, no sé qué es lo que te pasa, pero me gusta cuando sos así de caliente- Dicho eso se levantó, fue al vestidor y cuando volvió me entrego un paquete- Feliz cumple- me dijo nuevamente, dentro de la caja había un vestido de ceda negro abierto en la espalda hasta el comienzo de la cola, largo hasta las rodillas, una máscara roja y negra, una venda negra, y un par de zapatos altos.- Son para esta noche, en tu fiesta.
¡Dios! Es increíble cómo logra darme curiosidad, inconscientemente mi cuerpo se tensó y mi sexo comenzó a hacerme cosquillas, mi cuerpo estaba dividido en dos, por una parte el deseo desenfrenado me carcomía la piel y esa parte donde la necesidad es imperiosa y no hay nada ni nadie que pueda frenarla, y por el otro José, el amor y la necesidad de sentirme amada y protegida, es una lucha constante y no estoy segura si podre con tantos sentimientos contrariados.
El día iba a ser largo y yo ya estaba agotada, mi mente no me daba tregua y Moira tampoco, que caminaba de un lado para el otro hablando por teléfono organizando lo que sería mi fiesta, no entiendo porque tanto lio por un simple cumpleaños, no es tan importante, solo es un número más. De la fiesta no sé nada, ni ella ni José me quisieron decir nada, (al menos ellos siguen teniendo complicidad) solo sé que vamos a almorzar los tres juntos y que a la noche nos vamos a otro lado, tengo curiosidad y un miedo irracional.
A la hora del almuerzo vino José y para mi sorpresa (poco favorable) vino con Bianca, ella me abrazo más fuerte de lo que me hubiese gustado y me deseo un feliz cumpleaños, José hizo lo mismo, pero su abrazo fue mucho más suave y cuando sus labios rosaron mi cuello todo mi cuerpo tembló
- ¡Feliz cumpleaños amor!- me dijo me abrace más a él y las lágrimas comenzaron a salir sin previo aviso- Nunca te olvides cuanto te quiero. Bianca carraspeó para demostrar que ella estaba ahí, junto a nosotros, instantáneamente José me soltó y eso fue como una puñalada para mí, ella sonrió como quien no quiere la cosa y me dio un paquete de regalo
- Espero te guste- me dijo con sus sonrisa hipócrita de siempre, era un cannel N 5 el perfume preferido de José. – José me dijo que era tu preferido, gracias por invitarme a tu fiesta.
José sonrió y me guiño un ojo
-Este es mío- y me entrego un sobre- Mejor míralo cuando estés sola
Moira llego en el momento justo en que la rubia ponía mala cara por el regalo de José.
-Qué bueno que ya llegaron, ¡Bianca estas preciosa!- y ambas se dieron un abrazo fue entonces cuando observe a Bianca, era verdad estaba preciosa, vestía una falda tubo negra con una camisa de mangas cortas que marcaba sus perfectas curvas, unos zapatos perfectos con el cabello rubio recogido. – Nos sentamos, ya pedí la comida, desde que José no vive con nosotras el delivery se volvió una costumbre- dijo agarrando el brazo la rubia perfecta, riendo mientras caminaban a la mesa.
- ¿Estas bien?- Pregunto viendo mi cara
-Estoy bien- Mentí.
Apenas almorcé, la comida no era más que unas empanadas de humita, carne y jamón y queso y como siempre el vino blanco preferido de mi amiga, ellos no paraban de hablar y reír y yo no veía la hora que el día acabe para poder irme a dormir, pero eso parecía un poco difícil.
Cada tanto la mirada de José se encontraba con la mía y mi cuerpo comenzaba a vibrar, varias veces encontré a Moira mirándome intrigante pero le sonreía pidiendo al cielo que deje de mirarme con esos enormes ojos inquisidores, Bianca estaba en su mundo de iupi y apenas parecía darse cuenta del clima que había en la casa.
Cuando al fin llego la noche me fui a dar un baño relajante, llene la bañera, puse el aroma de vainilla y descanse sobre las aguas cálidas de nuestra bañera, necesitaba transportarme a otro mundo donde José nunca me hubiera dicho que me quería y nada huera cambiado, tengo ganas de ser nuevamente tres porque ahora siento que me falta una parte importante de mí.
- Tenemos que hablar- Me dijo Moira entrando al baño y sacándome fuera de mis pensamientos- Siento que algo te pasa y que tiene que ver con José, hoy es tu cumpleaños y lo vamos a dejar para otro momento, pero quiero que sepas que no soy tonta y me gustaría que me digas las cosas que están pasando, porque yo no quiero ser un estorbo- Y salió del baño, no me dio tiempo de decirle nada, pero sabía que tarde o temprano íbamos a tener que tener esa conversación que nunca hubiese querido tener.
Salí de la bañera como si fuera en cámara lenta, no quería enfrentarme a lo que se estaba por venir, necesitaba desesperadamente desaparecer del mundo por unas horas. Moira volvió a entrar al baño para pedirme que me apure, estaba despampanante, llevaba un vestido rojo entallado que resaltaba su cuerpo de afrodita, unos zapatos altos del mismo color, su cabello salvaje cayendo sobre su espalda y un antifaz rojo sobre sus labios del mismo color, carnosos y seductores, hoy más que nunca era mi demonio pelirrojo, sin pensarlo siquiera un segundo me abalance en sus brazos y la bese, chupaba sus labios con desesperación y devoción, era hermosa y era mía. Moira me despojo de la toalla que cubría mi cuerpo y observo mi desnudez- Estas deliciosa- me susurro y sus ojos brillaron bajo el rojo antifaz

CONTINUARA.