martes, 7 de mayo de 2013

Joel.

Estaba sola en casa tomando una copa de vino, esta vez es un vino de color rojo intenso, con olor a ciruela, matices violáceos, de cuerpo, aromático y provisto de un leve y característico sabor herbáceo, es exquisito. Espero que me traigan la compra a casa, rogando en silencio que venga a traerla Joel, el mulato que trabaja en el supermercado.
Hoy necesito pensar en todo lo que estoy viviendo últimamente, sin duda conocer a Moira fue una experiencia religiosa me abrió la mente y el cuerpo, me enseño a disfrutar del sexo y el deseo y eso era algo por lo que iba a estar eternamente agradecida. Moira, mi demonio pelirrojo.
Después de la noche con José y Moira siento que somos una pareja rara y seductora, los tres no completamos de una manera única, nos entendíamos a la perfección. José solía deleitarnos con sus comidas, Moira y su sensualidad extrema nos enseñaba a disfrutar al máximo de la conexión que teníamos los tres y yo era una especie de unión entre dos mundos, el del deseo y la sensualidad de Moira y la represión y las ganas de hacer de José. Pensar en ellos me excitaba siempre, pensarlos me hacían retroceder el tiempo y volvía a sentir sus besos y sus caricias recorriéndome el cuerpo, era una sensación maravillosa que hacía que me humedezca instantáneamente.
Cierro los ojos, mi lengua recorre mis labios saboreando el recuerdo de ellos, me paso lentamente los dedos por la boca y las deslizo por mi cuello, bajando lentamente, la respiración se me acelera mientras sigo bajando hasta mis pechos, jadeo. Con una mano sostengo la copa de vino y con la otra acaricio uno de mis pechos, el pezón se me va endureciendo, luego me paso al otro pecho que reacciona de la misma manera, jadeo nuevamente ante mi propio placer. Mi mano sigue su recorrido por mi abdomen, acariciando cada célula, mis piernas se abren dejando al descubierto mi tanga color rosa pálido, mis dedos ávidos de mí, bajan rápido y se posan sobre mi sexo por arriba de la tanga, suspiro y la hago a un lado, mi otra mano suelta la copa y se une a las caricias de la otra, quiero disfrutarme, mis dedos se impregnan en mí y vuelvo a suspirar, meto un dedo en mi vagina y lo saco, hago este mismo ritual dos, tres y 10 veces y cuando voy a meter otro dedo, el ruido agudo el timbre me saca de mi ensoñación y me hace caer en la realidad, me levanto a regañadientes , me bajo el vestido ropa y me observo en el espejo, tengo las mejillas arreboladas , los ojos deseosos y el cabello algo despeinado, me sonrió y me tiro un beso.
Me acerco a la puerta, miro por la mirilla y ahí esta Joel con mi compra del súper, abro la puerta apresuradamente para poder observarlo mejor. Lleva puesta su camisa blanca del trabajo y un pantalón azul oscuro, la camisa hace que resalte su color de piel oscura como la noche más intensa, tendrá unos 28 años ,me mira sin entender a qué se debe mi media sonrisa y nuevamente voy sintiendo como mis muslos se contraen y la humedad comienza a poseerme nuevamente…
- Su compra señorita- Me dice Joel con un acento de no sé dónde pero que hace que se me erice la piel.
- Déjala en la cocina, por favor- le digo mientras lo invito a pasar, él se queda quieto , observándome incrédulo y luego hace lo que le pido, yo voy delante de él, moviendo el culo de la forma más provocadora posible, creo que funciona porque siento su mirada sobre mí piel, deja las bolsas en el suelo, yo me doy la media vuelta y me pongo de pintitas de pie para sacar otra copa de vino, el vestido se me levanta dejando a la vista la tanga rosa, puedo notar como su respiración se va acelerando, me giro para mirarlo y lo veo turbado, con un gesto de la mano le hago que me siga al living, le sirvo un poco de vino y se lo ofrezco, el titubea pero lo acepta, se lo bebe de un sorbo , esta turbado, lo sé, me acerco más a él y le vuelvo a llenar la copa, dejo la botella sobre la mesa y acaricio sus brazos, él me observa sin decir ni una palabra, tiene los brazos duros, quizás se deba a su trabajo en el supermercado, cargando y descargando los pedidos, o quizás vaya al gym, no lo sé. Nos seguimos mirando a los ojos , él se deja hacer, no opone resistencia, mis manos se apoyan en su pecho y comienzan a desabrochar la camisa, Joel agarra mis manos y yo tengo la sensación que se va a ir corriendo, pero en lugar de eso me las besa sin apartar su mirada de la mía, saca la lengua y lame uno a uno mis dedos.
- Este sabe a Uds- me dijo para mi sorpresa, creo que su comentario me hizo ruborizar, pero hice a un lado mi vergüenza y acerque mi boca a la suya pero sin tocarlo, y esta vez sí me dejo quitarle la camisa, lo respire y absorbí su olor a hombre salvaje, su respiración era lenta y entrecortada y la mía a penas se podía percibir, deje al descubierto su pecho y lo acaricie, mis manos resaltaban en su piel, mi lengua salió a jugar en el prado de su pecho, lo lamia con ímpetu, él cogió mi cabello y lo estiro dulcemente hacia atrás para dejar mi cuello a su alcance, y se abalanzo sobre él, lamiendo y mordiendo mi piel, con una mano levanto mi pierna sobre su cintura y apoyo en mí su hombría, la sentía grande y exquisita , el deseo se apodero de todo mi cuerpo y de pronto me encontré con las piernas entrelazadas a su cintura, besándonos con desesperación, mordiendo nuestras bocas, Joel giro sobre sus propios pasos e hizo que mi espada chocara contra la pared del living, soltó mi culo y saco mis pechos por el escote del vestido y mordió uno y luego el otro, era una sensación abrumadora pero extremadamente apetitosa, tenía mucha agilidad con las manos, con la lengua y con los dientes, era desesperante la necesidad que sentía porque me penetre. Conmigo encima, desabrocho su pantalón y me envistió con fuerza, un grito de dolor salió de mi pecho, pero no quería que se detenga, quería que me envista como a una yegua salvaje, necesitaba de su sexo, ahora más que nunca.
– Siempre me calentó, señorita, con esa carita de puta insaciable que tiene, más de una vez me masturbe pensando en su culo de perra en celo- y volvió a besarme y a cogerme con desesperación, con un movimiento me deposito en el suelo, termino de quitarse el pantalón, levanto mis piernas y empezó a lamerme los tobillos, primero uno, luego el otro mientras su pija dura y extremadamente grande seguía entrando y saliendo con fuerza de mi interior. Yo gritaba de placer, gemía fuerte sin importarme los vecinos ni que era las 13 hs, no me importaba nada más que Joel … Sentía como un fuego abrazador me quemaba las entrañas, sabía que estaba por acabar y le pedí que lo haga más fuerte que iba a llegar al orgasmo, él hizo lo que le pedí y mi orgasmo llego más fuerte que nunca, todos mis músculos comenzaron a temblar sin aviso, Joel salió de mí, se puso de pie y me lleno la piel de sus jugos, me encontraba satisfecha y exhausta, tirada en el suelo. Joel se acercó junto a mí, me beso y comenzó a limpiar mi cuerpo.
-Ha sido un placer señorita- me dijo mientras me levanto en sus brazos y me beso el cabello.
- Vamos a ducharnos- Le dije. Él me siguió en silencio hasta el cuarto de baño, Abrí la ducha y deje caer el agua hasta que esté caliente. Joel me miraba mientras yo me observaba en el espejo, mi cuello tenia marcas rojas, mi cabello estaba hecho un desastre pero a pesar de eso mi rostro tenía un aire sereno y ufano, agarre mi cepillo de pelo y comencé a desenredármelo, él rio con ganas, vino hacia mí, me beso la cabeza, me quito el cepillo y me dijo – Es Uds. Preciosa señorita- y comenzó a peinarme él. Luego me metió a la ducha y me lavo como si fuera una niña, enjabono mi cuerpo, me lavo la cabeza, era increíble, el hombre que estaba en la ducha conmigo, era pasional en la cama y al mismo tiempo era muy cariñoso y dulce para limpiar mi cuerpo. Me propuse a disfrutar ese momento, pensando en que le dirán en el trabajo por la tardanza, en realidad, supongo que eso no me importa en lo absoluto, solo me importa volver a verlo y a sentirlo dentro mío. Quizás se lo presentaré a Moira, seria magnifico ver su piel casi transparente y su cabello rojo cabalgando sobre este magnífico potro negro y salvaje.

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