martes, 7 de mayo de 2013

José (Segunda parte)

Ver a Moira de pie en la puerta me dejo aturdida ¿cómo es posible que no la hayamos escuchado? José se quedó pálido y yo me eche a reír, ella se acercó a nosotros, me dio un beso en los labios, clavo sus ojos azules en los ojos de José y le dijo
-Me alegra saber que está en buenas manos. ¿Más vino?- Pregunto con naturalidad, ambos aceptamos, Moira se dirigió a la cocina meneando su culo perfecto. Llevaba un jean azul que marcaba sus curvas, una camisa blanca y zapatos negros de tacón, era tan sexi verla andar. José no entendía que estaba pasando y eso la verdad es que me divertía, me levante lentamente de él, nos vestimos nuevamente y me senté a su lado, él no me quitaba los ojos de encima, me hubiese gustado saber que pasaba por su mente, como se sentía. Yo sabía que ese no era el fin, ahora que mi amiga había vuelto esto se ponía más interesante, quería que ambos escarben mi piel, necesitaba que me posean.
Moira trajo la botella de vino que yo había abierto antes se sentó en el medio de los dos, lleno las tres copas y nos las ofreció, bebimos en silencio, podía palpar el deseo que desprendía la situación, tenía a mi alcance a las dos personas que me hacían perder la razón, estaban ahí a mi lado y yo no aguantaba las ganas de volver a sentirlos.
Notaba a José encandilado ante la hermosura de mí demonio pelirrojo, ella sabía lo que provocaba en las personas que estaban a su alrededor y lo disfrutaba, sí, podía notar que disfrutaba de la mirada de él, le encantaba tener el control total de la situación y yo en lo más profundo de mi cuerpo admiraba su naturalidad, ella entraba en tus pensamientos sin que lo notes, te atrapaba y corrompía por dentro, hasta que no podías soportarlo más y acudías a ella para que te devore completamente.
El día había pasado sin que nos diésemos cuenta, la noche empezaba a caer fue entonces decidimos que ya era hora de preparar la cena, José se ofreció a cocinar, fue con Moira a la cocina y yo me dispuse a abrir la segunda botella de vino blanco, rellene las copas y fui a la cocina con ellos.
Ver a un hombre cocinar es completamente excitante, ambas mirábamos sus manos fuertes en cada movimiento, sus dedos se movían con una gracia infinita, daban ganas de lamerlos uno a uno, de chuparlos. Me di cuenta que mi amiga pensaba lo mismo, podía verla de reojo cuando pasaba su lengua por los labios, mojándolos con su saliva. José parecía incapaz de darse cuenta lo que nos estaba provocando, él seguía inmenso en su labor de cocinero y nosotras imaginando todo lo que queríamos hacerle.
Cenamos escuchando de fondo a Coure Sacro, su música transmite libertad, nos deja fluir, nos permite sacar todos los deseos prohibidos, nos posee con fuerza, nuestras miradas se cruzaban y hablaban entre ellas, en un idioma inventado por el deseo y la necesidad.
Moira se levantó en silencio, me tomo de las manos y me llevo a la cama, José vino detrás de nosotras, se quedó de pie junto a la cama, observando cada movimiento. Moira me desnudo suavemente, acaricio mi cabello desordenado y lo beso, tomo con sus manos mi rostro y me beso lentamente las cienes, luego los ojos, las mejillas mis labios, su boca sensual me hacía estremecer, sus manos me acariciaban la espalda mientras su lengua jugaba en mi boca, las ganas tenían demandas propias, había empezado el juego.
Mi amiga, me vendó los ojos con un chal blanco y me acostó sobre las sabanas blancas, mis sentidos se despertaron, podía sentir la respiración entrecortada de José, los cálidos suspiros de Moira y dos pares de manos que me tocaban con suavidad, podía distinguirlas fácilmente, ella tenía sus manos en mis pechos, los masajeaba y respiraba sobre ellos, sus dedos hacían círculos cada vez más cerrados sobre mis pezones erectos, en cambio, las manos de José estaban recorriendo mis piernas hasta llegar a mi sexo cada vez más húmedo, aun tenia puesta mi tanga de encaje negro, pero sé que él podía sentir la humedad que desprendía de mí, sus dedos se posaban sobre mi clítoris y lo presionaba una y otra vez, luego volvía hacer el recorrido por mis piernas pero esta vez con su lengua. Moira a su vez, lamia y mordía mis pechos sin dejar de masajearlos, esta situación me estaba por hacer llegar al clímax, pero aun quería más, quería tocarlos, sentir sus cuerpos, pero no podía hablar, las palabras no me salían, mi cuerpo entero era una fiesta de sensaciones, mis caderas se movían a la par de la lengua de mis amantes, estaba totalmente entregada a ellos. Estire mi mano y pude tocar el pene duro de José, lo traje hacia mí y comencé a lamerlo, recorría con mi lengua todo el tronco de tu pija, succionaba el glande y lo oía suspirar, tenía a Moira entre mis piernas y su lengua jugaba en mi interior. Sacro Coure seguía sonando pero su música me llegaba desde lejos, mi cuerpo solo podía sentir las caricias y el sabor de los besos. Era el momento de más, Moira me susurro al oído que me ponga en 4, la imagen que tenia de mi era seductora, estaba con el sexo a la vista de ellos, mojada, a merced de sus caprichos, mis ojos aún estaban vendados eso me hacía sentir la diosa de los anhelos. Sentí una lengua ávida que lamia mis labios vaginales y luego otra más dulce haciendo lo mismo a la vez, uno subía y el otro bajaba, ella estaba debajo de mí sentía el olor dulce de su sexo cerca, me quite la venda para poder ver su vagina rosa a la altura de mis labios y la chupe, chupe cada parte de su sexo, lamí y saboree si clítoris, eran tan rica, tan perfecta. José apunto su pene en mí y me penetro con una fuerza exquisita, la lengua de mi amiga seguía chupando mi sexo mientras él entraba y salía de mí, la lengua de Moira también rosaba el tronco de ese delicioso pene que estaba más duro que nunca, las caderas de ella se empezaron a mover más deprisa, sabía que estaba a punto de llegar, entonces mi lengua comenzó a moverse más rítmicamente, la penetraba y la lamia, hasta que no pudo aguantar más y se dejó ir, su cuerpo temblaba bajo mío, con cuidado se levantó me beso y fue hacer lo mismo con José, él seguía en mi interior impregnándome de él, sus movimientos eran más suaves, ella lo saco de mí y comenzó a chuparlo, sus manos recorrían su pecho mientras su boca tragaba su pija. Me quede mirándolos, viendo como sus cuerpos se entrelazaban, para mí, eran dos criaturas hermosas y ambas eran mías.
Yo aún no había terminado, pero no quería interrumpirlos, él la tomo entre sus brazos y la recostó sobre la cama, la penetro dulcemente, ella tenía los ojos cerrados, la veía disfrutar , la oía gemir y sus gemidos me hacían estremecer, mis manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, mis dedos dibujaban sobre las aureolas de mis pezones que se ponían duros al contacto, fui bajando hasta meter los dedos en mi interior, me masturbe

viéndolos como hacían el amor, me masturbe con sus cuerpos, con sus besos, con la pasión que desprendían, y así acabe, en silencio, para no molestarlos.
Ellos seguían uno dentro del otro y yo los observaba bebiendo una copa de vino, José me miro y me invito a participar, saco tu pene de Moira y nos lo ofreció, ella paso su lengua por mi boca y mojo mis labios, luego las dos saboreamos el tesoro que nos ofrecía José, nuestras lenguas se juntaban en la punta y nos besábamos, José cerro la mano derecha sobre su falo y comenzó a masturbarse mientras nosotras seguíamos chupando y lamiendo, su orgasmo llego rápido , sus jugos cayeron en nuestras bocas, lo succionamos hasta que nos quedamos con la última gota, Moira me beso con satisfacción, y ambas tragamos ese rico y dulce néctar.
Moira y José se quedaron dormidos y yo los observo mientras el CD de Sacro Coure llega a su fin.

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