Falta poco para mi cumpleaños y Moira parece más ansiosa que
yo. ¿Qué estará planeando? Me encantan mis cumpleaños, me gusta celebrarlo con
mis amigos, algo me dice que este cumpleaños será muy especial.
Hoy vamos a ir a cenar, por suerte José tiene tiempo de
estar con nosotras sin que tenga que estar Bianca en el medio, me cae bien,
pero a veces necesito volver a la normalidad y mi normalidad es Moira, José y
yo no quiero que eso cambie, al menos no por ahora.
No sé qué ponerme, Moira me dijo que vamos a un lugar
elegante, que tenemos que festejar, ¿Festejar qué? Me imagino que dentro de
unas horas me enteraré.
Decido ponerme un vestido negro largo con espalda
descubierta, es entallado y largo hasta los rodillas, unas sandalias altas del
mismo color, dejo todo arriba de la cama mientras me voy a duchar, Moira y José
no están, no tengo ni idea a donde fueron pero parecían muy enigmáticos, al
despedirse ambos me dieron un cálido beso en los labios y se fueron prometiéndome
que pasarían por mí en dos horas, me imagino que estarán organizando mi fiesta
de cumpleaños.
Ya en el baño, mientras el agua se calienta, me miro en el
espejo, estoy desnuda y me gusta, llevo mi mano derecha hasta la comisura de
los labios y voy bajando lentamente hasta llegar al principios de mis pechos,
los recorro suavemente sin dejar de mirarme en el espejo , me gusta lo que veo,
me siento plena, sexi, mi mano acaricia mis pezones y estos se erizan al
contacto, sigo bajando por mi abdomen y mi sexo comienza a liberar calor, es
increíble cómo puedo excitarme al verme desnuda, mi mano llega a mi vagina y la
cubro con la mano abierta, respiro profundo y hago presión. La bañera ya está
llena, cierro la canilla y voy a buscar una copa de vino a la cocina caminando
con mi desnudez, vuelvo al baño y me meto en la bañera, el agua huele a frutillas
y mi mente invoca a la piel de Moira, el recuerdo de ella me enciende aún más, Mis
manos vuelven a acariciar mi cuerpo, cierro los ojos y dejo que mi imaginación
me haga el amor, mis dedos ávidos de mí, entran lentamente a mi interior, gimo
y mis dedos se mueven con audacia mientras mi respiración se acelera, mi mente
vuela donde hombres y mujeres enmascarados poseen mi cuerpo, veo como me lamen
y me besan, como me penetran con fuerza y devoción, me veo rendida al contacto
de sus caricias, me siento un objeto sexual y me gusta, me calienta, mi mano
izquierda me pellizca un pezón mientras la otra tiene 4 dedos dentro de mí,
estoy por acabar, todo mi cuerpo se libera en un orgasmo fuerte y maravilloso,
abro los ojos y bebo un sorbo de mi vino. Me gusta darme placer, me gusta que
mi imaginación vuele a sitios oscuros y sensuales.
La puerta se abre de repente y mi hermosa amiga está de pie
con un vestido rojo corto ajustado y zapatos altos, su cabello está recogido en
una cola, esta preciosa como siempre, sonríe al verme y yo a ella, se acerca a
mi con paso lento, se pone de rodillas y con sus manos agarra mi rostro y me da
besos por los ojos, las mejillas y los labios, se la nota de buen humor, luego
con mucha delicadeza me lava el cuerpo deteniéndose en mi sexo, lo toca, lo
acaricia muy despacio y me siento perdida en sus dedos, pero no sigue, lava mi
cabello y cuando ya estoy limpia me saca de la añera como si fuera una niña, me
envuelve en la toalla y me seca la piel – Te quiero- me dice y caigo en la
cuenta de que es la primera vez que me lo dice, la beso con pasión, me toma las
manos y me saca del baño para llevarme a la habitación.
-
Buena elección de vestuario- me dice- vístete,
te espero afuera, José está impaciente.
Me visto, me maquillo y salgo, José y Moira están
discutiendo, me dirijo a ellos y José me mira, su expresión cambia de repente y me mira con ojos maravillados, se acerca a mí,
me cubre en sus brazos y me besa, hace que por un momento se me pase la
preocupación que sentía por esa discusión… sus labios son tan dulces y sus
besos saben riquísimos quisiera quedarme en casa, con ellos dos, bebiendo y
haciendo el amor toda la noche, hoy necesito de ellos.
El restaurante era moderno y elegante, las mesas estaban en
reservados de tal forma que nadie se veía con los de otras mesas, era todo muy
privado, en el centro del restaurante había un piano y un hombre vestido de
traje tocaba una melodía suave y embriagadora. El camarero nos llevó a nuestra
mesa y nos dio la carta de vino, José se encargó de pedir mientras Moira y yo
observábamos al pianista, era delgado, cabello atado, sus dedos largos y
delicados se movían con delicadeza entre las teclas del piano, tocaba de
memoria ya que tenía los ojos cerrados envuelto en su propia melodía, mi amiga
cogió una de mis manos y la apretó, yo sabía lo que me estaba diciendo, sabia
porque estábamos ahí, mi amiga ya había visto al pianista y ahora quería
poseerlo, la idea me atrajo por completo.
El camarero trajo el vino un Sauvignon Blac su aroma
recuerda a flores, ruda, pomelo rosado y herbáceos, es fresco y exquisito, una
vez que los tres teníamos las copas servidas Moira propuso un brindis – Por
esta y cada una de las noches y vividas y por vivir- y mientras bebíamos mi amiga miraba al
pianista.
La cena resulto divertida, hablamos de nosotros, de la vida
y el sexo, estábamos muy cómodos en esta especie de relación y esperábamos que
no se acabe nunca. Luego de comer el camarero le pregunto a mi amiga si ya
estábamos listos para subir a la habitación y ella asintió, yo no entendía nada
¿Qué habitación? Un restaurante con habitaciones? Al ver mi cara José se echó a
reír y me dijo que era una sorpresa que Moira me tenía preparada pero que él no
tenía permitido asistir, así que se iba y nos esperaba en casa, me quede de
piedra, ¿cómo que José no tenía permitido estar? José nos dio un beso a cada
una y se fue cabizbajo ¿ Habrá sido por esto que discutían?
Mi amiga me tomo de
la mano y me llevo a una habitación amplia y muy bonita, en el fondo se veía un
ventanal donde se podía observar la ciudad y junto al ventanal había un piano negro y
brillante, frente al piano un sillón de terciopelo rojo y sobre la derecha,
subiendo un escalón había una cama gigante con sabanas rojas como las que tiene
mi amiga, sobre el piano tres copas y al lado junto una hielera una botella de
champagne, Moira sirvió dos copas, me dio una y chocando la suya con la mía me
susurro – esto es un adelanto de tu cumpleaños- y bebió sin apartar sus ojos
celestes de los míos, nuevamente me estaba dejando ir a donde Moira me quiera
llevar , el golpe de la puerta me hizo aterrizar nuevamente a la habitación,
ahí, de pie y bastante nervioso estaba el pianista que vi abajo, mi amiga lo
hizo pasar y le pidió que toque alguna pieza en el piano, el pianista se quedó
anonadado ante la belleza del demonio pelirrojo y torpemente entro y se sentó
en la butaca dispuesto a tocar, yo me senté en la cama, observando como acariciaba
las teclas y deseando en silencio que me toque de la misma manera, Moira,
sirvió la tercer copa y la dejo al alcance del pianista, luego se acercó a mí,
me quito la copa y la deposito en el suelo, con una de sus manos, acaricio mi
rostro deteniéndose en mis labios, me los acaricio y con su lengua los rozo, mi
boca se abrió y mi lengua busco la suya para devorar, nuestras lenguas jugaban
a su juego preferido, mientras sus manos acariciaban mi espalda y las mías
buscaban quitarle el vestido, mi amiga, se apartó de mí, bebió su champagne, le
sonrió al pianista y me puso de pie junto a él, mientras ella me abrazaba de
atrás, el pianista nos observaba sin dejar de tocar, cerré los ojos para poder
envolverme en la melodía y en las caricias que mi amiga me brindaba, empecé a
sentir como mi amiga acariciaba mis piernas y las besaba , sus manos iban
levantando mis vestido, enrollándolo hasta mis muslos, una vez ahí, me quito la
tanga de encaje negro y olfateo mi sexo, sentía su respiración en mi clítoris y
el deseo y la desesperación se apoderaron de mis sentidos, su lengua recorrió
mi sexo haciéndome vibrar, mi corazón latía a mil por horas, una vez más estaba
entregada a su lengua, a su lengua, quería que me posea y haga con mi cuerpo lo
que más deseé, en un momento casi eterno deje de sentir y cuando estaba por
abrir los ojos, note que la música se detenía y las manos dejaron de ser 2 para
convertirse en 4, mi respiración se aceleró aún más al contacto de esos dedos
largos y delicados y mi boca busco la de él para besar y sentir sus carnosos
labios devorándome, él me termino de quitar el vestido, cuando me amiga me dijo
al oído que abra los ojos y que recuerde cada segundo, mis ojos se clavaron en
los ojos marrones del pianista y luego buscaron a mi amiga, ella yacía de
rodillas junto al miembro erecto de él, pero no lo chupaba, simplemente lo
miraba y lo sopaba desde la punta hasta abajo donde sus testículos se juntaban,
lo hacia una y otra vez y él vibraba ante esa sensación tan maravillosa, luego
cuando él no se lo esperaba se la mintió entera en la boca y comenzó a
succionar, él gemía, mientras jugaba con mis pechos, los mordía y los chupaba
con desesperación al ritmo que Moira lo chupaba, ella estaba en el medio de los
dos, así que mientras lo tenía a él en sus labios una de sus manos jugaban en
mi interior, ¡Dios! estaba muy mojada, me sentía gotear de placer, él pianista
le dio la mano a Moira y la ayudo a levantarse, una vez que estuvo de pie yo le
ayude a quitarse el vestido y lo tire al suelo, luego él la tomo en sus brazos
y la sentó sobre el piano, me puso en el medio de ella y me dijo – quiero
verlas- entonces me sumergí en el mar espumante de mi amiga, lo lamí y absorbí
cada uno de sus jugos, su sabor era embriagador, ella tenía la espalda apoyada
en la tapa del piano, mientras sus piernas me tenía prisionera entre sus
piernas, la música volvió a retumbar en la habitación, la imagen de nosotros
era aún más excitante, Moira sobre el piano con su cabello rojo cayendo hacia
un costado , yo lamiendo su sensualidad mientras él nos observaba con el pene
erecto y el deseo en su mirada, me hubiese quedado así eternamente, pero mi
amiga se levantó – No quiero acabar así, aún queda mucho por disfrutar- nos
dijo mientras nos llevó a ambos a la gran cama, una vez allí, él me abrió el
sexo y comenzó a saborear mi sexo y ella se sentó en mis labios, mi lengua
siguió en su interior mientras ella se movía haciendo círculos cada vez que
cerrados sobre mis labios, era tan exquisita, de golpe sentí al pianista dentro
mío, su pene grande y duro me hizo gemir, volvió a salir y volvió a penetrarme
con rudeza, esa es la forma en la que me gusta, con pasión, con salvajismo,
todo mi cuerpo estaba experimentando espasmos de placer, quería que me lo haga
más fuerte, quería sentirme una puta, la puta de ellos, sucia y salvaje, Moira
se levantó de mi lengua y cambio la postura, se puso en 4 para que él la
penetre como lo hacía conmigo, yo me puse debajo de ella para lamerlos mientras
él entraba en su interior y ella tenía un acceso directo a mi clítoris… Cada
movimiento me hacía llegar al extremo, cada gemido era mi perdición, sentir la
lengua de mi amiga me hacía estremecer y el sabor al sexo salvaje en mis labios
era un estimulante más para que ella y yo lleguemos al orgasmo fuerte y
acogedor, mi cuerpo temblaba como nunca, estaba satisfecha y relajada, el
pianista acabo en la espalda de mi amiga y yo la limpie con mi lengua para
luego darle de beber ese delicioso placer.
Moira se levantó de la cama se puso la camisa blanca de él,
volvió a llenar nuestras copas y mientras las bebíamos se sentó al piano, él
fue detrás de ella y se sentó detrás, mi amiga quedo entre las piernas del
pianista, su cabello caía como lava sobre su hombro y la música volvió a llenar
la habitación. Los observe un tiempo infinito sentada en el sillón con la copa
de champagne en mi mano, pensaba en José en mi amiga, en esa discusión que
ninguno de los dos me comento y por un momento temblé, sentí que mi castillo de
cristal se estaba trastabillando y un vació heló todo mi cuerpo.
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