miércoles, 18 de septiembre de 2013

Amores contrariados (última parte)

Después de mandarle el mensaje a José mi ánimo comenzó a cambiar me sentía más positiva, sabía que íbamos a poder arreglar nuestras diferencias, podríamos volver a empezar…
Joel entro al baño y me saco de mi ensoñación
- La estaba buscando señorita
- Joel, deja de llamarme así, sabes que me puedes llamar…
- No hace falta- Joel me interrumpió- me gusta llamarla así, me da morbo
Joel me miraba con ojos libidinosos y cada vez se me acercaba más, su cuerpo grande se movía con agilidad y yo me alejaba de él con discreción, era como una danza sensual, cada movimiento, cada paso, mi mente volaba a mil por horas, pensaba en José, en mañana y en lo que iba a venir, pero la verdad es que la noche aún no había terminado y solo era un intervalo entre el pasado y el futuro quien era yo para no seguir con el juego pactado de esta noche, mañana iba a ser otro día, uno donde lavaría mis culpas con dedicación y cuidado, hoy todavía había tiempo para más y Joel estaba dispuesto a darme más.
Con la violencia que lo caracteriza me agarro un brazo y me obligo a ponerme frente a la pared, apoyo todo su cuerpo en mi espalda y pude notar su sexo viril apoyándose sobre mi culo, Joel me tenía sujeta a sus deseos, tenía sujetado mi brazo a mi espalda y él encima apretándome hasta provocarme dolor, su respiración se iba acelerando, podía notar su aliento caliente sobre mi cuello
– Ay señorita, es usted tan suave, logra sacar la bestia que hay en mí- me susurraba Joel, la mano que le quedaba libre la llevo hasta mis pechos, apretaba mis pezones con fuerza, luego bajo a mí sexo por encima del vestido, la tela suave de mi ropa combinado con los movimientos ávidos de sus dedos eran una mezcla exacta de placer y lujuria , mi mente se estaba liberando, dándole permiso para hacer conmigo lo que le entre en ganas, la pasión de Joel es legendaria y yo estaba dispuesta a todo con tal de complacerlo, Joel se puso de rodillas y comenzó a subirme el vestido, yo estaba inerte, dejando que haga lo que quisiese, sus manos subían lentamente por mis piernas por momentos se detenían y lamia la parte de atrás de mis rodillas, luego volvía a enrollar el vestido hasta la altura de la cintura, una vez ahí, su lengua entro dentro mío invadiéndome entera, yo me encontraba de frente a la pared y mis manos arañaban los fríos azulejos, mi respiración se aceleraba a su contacto, Joel estaba detrás de mí lamiéndome y absorbiendo mi calentura, su lengua comenzó a moverse sobre mi ano, jugaba con él, lo poseía con devoción mientras mis jadeos se hacían cada vez más fuerte, uno de sus dedos se metió en mi espumosa vagina, entrando y saliendo sin piedad, otra combinación embriagadora, su lengua salvaje ultrajando mi parte prohibida y sus dedos explorándome, estaba entregada a él, a su cuerpo… El mulato se puso nuevamente de pie, sabía que él momento de penetrarme había llegado
- Pídamelo por favor señorita, suplíqueme que le meta mi pija hasta el fondo, quiero oírla suplicar por mi pija dura y gorda- Yo apenas podía hablar, estaba más allá del bien y del mal, con un susurro le pedí que me haga suya, le suplique que me coja con fuerza, con violencia le pedí que me hinque con su hombría por donde quisiera, le dije que estaba entregada a él y a sus caprichos. Joel apunto su lanza en mi sexo y me la metió hasta el fondo, salvajemente, como un potro domando a su yegua. Luego volvió a salir y me pedía que siga pidiendo más, yo cumplía sus órdenes con mucho placer y él entraba y salía de mí cada vez más fuerte, sabía que estaba a punto de llegar al éxtasis por que todo mi cuerpo comenzó a sufrir espasmos entonces él se detuvo y yo sentí morir – Todavía no señorita, respiré, aún falta lo mejor- entonces con una mano cogió mi cabello y lo estiro hacia atrás, su boca se encontró con la mía y me beso con una pasión inexplicable, me devoraba entera, sentía mi sabor en su boca entonces sentí su gran pija entrando por atrás, su otra mano jugaba con mi clítoris y su sexo entraba con presión pero de una manera exquisita y así, de esa forma mientras entraba en mí sentí como mi cuerpo se abandonaba sobre él y él bañándome por dentro se dejó caer sobre mí, respirando con satisfacción…
- Así es señorita, descanse, respiré este momento memorable que yo aquí me quedo.
No sé cuánto tiempo nos quedamos así, uno dentro del otro, pero ese tiempo me hizo recobrar la compostura, Joel yacía en el suelo frio del baño completamente dormido, me levante con cuidado, recogí las cosas que había dejado tiradas y me dirigí hacia la habitación, Observe a todo el mundo, había gente dormida por distintos rincones, vi al pianista con la morena haciendo el amor sobre el piano, a Moira entregada a varios hombres, lamiéndolos, disfrutándolos con su lengua de serpiente, estaba hermosa, con su cabello rojo cayendo sobre su espalda rodeada de sus ángeles negros entregada a su juego de seducción y placer… La amaba, ella lo sabía, pero yo sabía que ella no iba a poder darme más. Lentamente me di la vuelta y me fui hacia la salida, no quise mirar atrás pero sin quererlo pude sentir que ella, mi demonio pelirrojo me miraba partir.
Afuera del hotel todo parecía irreal, la calle llena de personas que iban a lugares diferentes, nadie parecía saber lo que ocurría en la habitación de la que acababa de salir y eso me hizo sonreír. Camine un largo rato por calles angostas, con mi vestido de fiesta y tacos demasiado altos, la gente me miraba sin comprender que hacia sola por esos sitios. Mi celular comenzó a sonar, era Moira quien me llamaba pero no respondí, paré un taxi, le di la dirección de mí casa y apague el celular, no quería hablar con ella, si lo hacía iba a volver a caer, no iba a tener el valor suficiente para alejarme ella, al pensar en eso caí en la cuenta que no iba a volver a verla y esta vez la angustia se apodero de mí, tenía que ser fuerte si era a José a quien quería… La pregunta era ¿Qué quería realmente? Después de conocer a Moira, ¿iba a poder seguir una vida “normal”? otra vez el miedo se apoderaba de mí. Una vez que llegue a mi casa, abrí una botella de vino rosado, me serví una copa y me senté en el balcón, esperando que amanezca para así poder ver todo con otra perspectiva, estuve ahí, contemplando el amanecer mientras las horas pasaban lentamente, cuando me estaba por ir a acostar un rato antes de que llegue José sentí el timbre y mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza, ya estaba aquí, ya empezaba mi nueva vida, abrí la puerta de abajo sin preguntar quién era y cuando llego a mi piso abrí la puerta, ansiosa por besar sus labios y grande fue mi sorpresa cuando la rubia de cuerpo perfecto apareció en lugar de José 

- Tenemos que hablar- Me dijo.

1 comentario:

  1. quiero ser el primero el felicitarte
    sige asi q realmente tus relatos cada ves son mejores

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