martes, 15 de abril de 2014

Confesiones 2

Moira llego a mi vida cuando más la necesitaba, aunque yo eso no lo sabía. Hoy siento que estamos muy unidas, ella se abrió conmigo como no lo había hecho con nadie y siento que debo protegerla del mundo, porque aunque sea una mujer arrebatadora y muy sexual, ella es frágil, supongo que ser así, es una especie de coraza, para ella todo es sexo, porque el amor es igual a dolor y ella ya no quiere sufrir, Sergio le hizo mucho daño cuando la abandono y ella para protegerse se convirtió en lo que es ahora. Moira, mi bella Moira.
Moira estaba en mi cama, abrazada a mí, desnuda con su cabello rojo sobre la almohada, le hice el amor por primera vez en mi cama, la bese con pasión infinita, acaricié su cuerpo herido y absorbí su dolor para que ella pueda dormir.
Me levanté con cuidado, tratando de no despertarla, eran las 2 de la tarde así que iba hacer algo de comer, el teléfono de Moira sonó y corrí a atenderlo ates de que se despierte, ella se movió, pero siguió descansando
-          ¿Hola?
-          Hermanita ¿Dónde estás? Me desperté y ya no estabas- ¡Mierda! Pensé, esa voz, me estremeció por completo, recordé el sueño que tuve con él y mi respiración se acelero
-          No, Soy
-          Ah perdón- dijo sin dejarme terminar la frase- ¿Moira esta con vos?
-          Sí, está acá
-          ¿Te molesta si voy? Tengo hambre y acá no hay nada
-          Lo sé, acá tampoco hay nada, pero justo iba a bajar a comprar algo para cocinar, ven, te paso la dirección por mensaje ¿ok?
-          Ok, gracias. Nos vemos ahora- Cuando colgué el teléfono,  y mientras le enviaba mi dirección me puse a sonreír como una tonta, quité de mi mente las cosas que se me estaban ocurriendo, me vestí de prisa y baje al supermercado, iba hacer algo simple para comer, unas milanesas con puré. Una vez que compre todo, incluyendo el vino de mi amiga me fui a casa, en la puerta me encontré con Pablo, sentado en el portal, con cara de dormido, al verme sonrió y se le hicieron unos hoyuelos al costado de los labios que me dejo sin aire
-          No me diste el número del piso- Me dijo acercándose a mí y estrechándome entre sus brazos
-          Pe… perdón- Le dije mientras respiraba su perfume
-          No pasa nada, como me dijiste que ibas a comprar me imagine que tenías que volver a casa- y se rio fuerte
-          ¿Subimos?- le dije retomando mi compostura- Tenemos que entrar despacio que tu hermana está durmiendo.
Una vez adentro de casa, Pablo me ayudo a preparar la comida, mientras sus manos estaban con el pan rallado José se me cruzo por la mente, recordé esos momentos en que él cocinaba para nosotras y luego nos hacia el amor… ¿Qué será de la vida de José? Pablo me saco de mis pensamientos dándome un codazo
-          ¿En qué te quedaste pensando?- Me pregunto muy serio
-          En nada, no te preocupes. ¿Te puedo preguntar algo?- Le dije
-          Claro.
-          Moira me conto porque se fue de la casa y que desde ese día no se volvieron a ver, ¿Cómo es que decidiste venir a verla? ¿Cómo sabias donde estaba? ¿Seguían en contacto?
-          ¿Qué respondo primero?- dijo divertido. Cuando Moira salió por la puerta mi mamá elimino todo rastro de ella, fotos, recuerdos, fue como si Moira nunca hubiese existido, su nombre dejo de pronunciarse, pero yo ya no era un nene, tenía 12 o 13 años para ese entonces y adoraba a mi hermana,  la busque entre sus amistades, entre la familia pero nadie me decía nada, hasta que mi abuela vino de visitas con la promesa de que no me iba a dar datos de mi hermana, pero mi abuela es la mujer más bondadosa que existe en el mundo mundial y me conto que Moira estaba viviendo con ella pero que no quería verme, estaba muy dolida y no quería hacer enojar más a mamá, así que con el tiempo me resigne a no verla, pero si sabía en lo que andaba por que mi abuela me contaba… Cuando mi abuela murió me enteré muchos meses después, nadie me había dicho nada, hace un tiempo atrás decidí venir, sabía que seguía viviendo en la casa de mi abuela- Al ver mi cara de incredulidad continuo- Sí, esa era la casa de mi abuela, pensé que lo sabias- me dijo- Bueno, no importa, el hecho es que ya soy grande ¿Sabes? mi madre ya no manda en mí y quería recuperar a mi hermana, mi abuela sabia en todo lo que andaba Moira, sabia de vos, la primer vez que te vio, Moira vino a contarle a la abuela, le dijo que vos tenías algo especial y que ella te quería cerca- Eso me cuadraba, cuando yo conocí a Moira su abuela ya no vivía, ¿cómo pudo hablarle de mí? Pablo pareció leer mi mente, su hermana hace lo mismo son muy parecidos- Moira te había visto la universidad muchas veces solo que nunca te había hablado, bueno, yo que sé, te cuento las cosas como me las contaron a mí.
Moira carraspeo con mala cara y yo me sentí como si la hubiese traicionado
-          ¿Qué haces acá? – le pregunto a Pablo, él sonrió y fue a abrazarla
-          Tenía hambre y en tu casa no había nada, te llame, me atendió ella y acá estoy- Moira me miro pero no dijo nada, solo se acercó a mí y me beso acariciándome con su lengua, esta vez fue él el que carraspeo claramente incómodo y yo ya no sabía cómo actuar delante de ellos.  
Cuando la comida estuvo lista, los tres nos sentamos en silencio, era raro que estemos comiendo en mi casa, desde que estoy con Moira mi casa paso a ser el lugar a donde venir cuando mi cabeza ya no da más y necesita regenerarse, pensar y analizar, pero hoy estábamos los tres comiendo y bebiendo vino como si todo fuera normal, como si siempre hubiese sido de esta forma. Pablo rompió el silencio que reinaba en el living
-          Te extrañaba hermanita- dijo dándole un codazo
-          Yo también a vos- le dijo sinceramente
-          ¿Por qué nunca quisiste verme?
-          Era complicado Pablo, eras muy chiquito y no quería que mamá se enojara ni con vos ni con la abuela, mi vida era un caos, cuando Sergio se fue me sentí muy sola comencé a buscar la forma de castigarme, había días en los que la abuela tenía que sacarme de la cama, bañarme, vestirme y obligarme a salir, fue una época dura que no quiero recordar ahora- Moira se quedó mirando a su hermano un momento y luego a mí- Es mejor que la próxima vez me esperes en casa y que comamos todos allá, no fue buena idea que vengas… No me gusta- Dijo muy seriamente.
Mientras ellos comían y hablaban yo los observaba, la verdad es que el hambre se me había ido ahora tenía una sensación rara esta como nerviosa, Moira me miraba de reojo y yo trataba con todas mis fuerzas que no se note lo que me generaba cuando su hermano me miraba o rosaba mi pierna por debajo de la mesa, hubo un momento en que nuestras manos se cruzaron al agarrar el vino y sin querer la respiración se me corto y largue un suspiro muy parecido a un orgasmo, Moira me miro con mala cara y yo me avergoncé Pablo sonrió y eso no me ayudo a volver a la normalidad.
-          No me gusta- Susurro Moira como para sí misma.
Cuando terminamos de comer Pablo levanto la mesa y mi amiga y yo nos quedamos sentadas hablando de que lo mejor era que yo me quede en mi casa el tiempo que Pablo este de visitas, Moira no estaba muy contenta con eso, pero lo cierto era que yo no podía soportar estar en la misma habitación que él, es muy difícil explicar lo que me pasaba, pero sentía un deseo desenfrenado, necesitaba locamente sentirlo dentro mío, quizás solo sea porque ella me lo prohibió, no lo sabía a ciencia cierta pero era una agonía y más teniéndolos ahí… conmigo.
Se fueron como a las 22 hs con la promesa de que vaya mañana y comamos todos allá, para mi es mejor estoy más acostumbrada a estar allá que en mi propia casa. Una vez sola decidí darme un baño, llene la bañera con agua caliente y algunas sales que me quedaban por ahí y  me puse a pensar en cómo había cambiado mi vida otra vez, Moira y yo ya éramos una pareja, una rara y no por ser mujeres sino por nuestra vida sexual, ahora la veo más humana y no tanto como mi demonio pelirrojo no sé cuánto tiempo estuve ahí, pero cuando salí el agua ya estaba fría, me estaba secando cuando sonó el timbre de mi departamento de forma insistente, me envolví con la toalla y fui a abrir. Pablo estaba de pie con una mirada rara en sus ojos no me dio tiempo a hablar porque apenas abrí la puerta se abalanzo sobre mí me levanto en el aire, la toalla se me callo y quede completamente desnuda y mojada, mis piernas se sujetaron a su cintura mientras mi boca y mi lengua le daban la bienvenida, mi cordura se fue a otro continente y solo quedaba el deseo desenfrenado hacia ese hombre completamente prohibido, su sexo iba creciendo podría sentirlo, Pablo me bajo y me dio vuelta mirando a la pared, lamio mis vertebras hasta llegar a mi cuello, repitió la acción dos veces más, mi cuerpo temblaba cuando sus manos comenzaron a tocar mi sexo ya por demás húmedo, Pablo volvió a girarme, pero esta vez hacia él, observo mi cuerpo, luego mis ojos, se acercó despacio y con sus dos manos me quito el cabello de mi cara y me beso como lo hacía su hermana, me levanto del sueño, llevándome en sus brazos hacia mi cama, una vez allí me deposito con suma delicadeza, abrió mis piernas y su lengua recorrió mi sexo haciendo estremecer, yo me retorcía de placer en la cama mientras su lengua hurgaba dentro de mi piel, luego se levantó y me entro dentro de mí, despacio muy despacio
-          Te deseo- me decía susurrando. Se movía muy despacio podía sentirlo con todo mi cuerpo, con el alma, era una sensación indescriptible pero maravillosa, nuestros labios se encontraban una y mil veces, sus manos acariciaban mis piernas haciendo un recorrido por mis muslos, ágilmente me subió sobre él, yo me hinque sobre su grueso sexo  y comencé a moverme con movimientos rítmicos, sujete sus manos por arriba de su cabeza, mis pechos quedaron a la altura de su boca y él aprovecho eso, Pablo chupaba mis pezones y mi sexo palpitaba impregnándolo de mí, sabía que lo que estábamos haciendo estaba mal, pero no podía evitarlo, lo deseaba. Mi orgasmo estaba llegando lo sentía subir por mi abdomen a máxima velocidad, él lo noto
-          Dámelo- me dijo y yo me deje ir, dándole todo lo que era por y para él, pero no fue suficiente, necesitaba más, Pablo se sentó mientras yo seguía sobre él, sus manos comenzaron a acariciar mi espalda, era como si estuviera recogiendo las gotitas que caían de mi cabello mojado, su boca besaba mi cuello, mis pezones duros y erectos, yo lo dejaba disfrutarme, dejaba que me olfatee que me sienta como nunca sintió a nadie. Pablo comenzó a moverse nuevamente pero esta vez con más fuerza, sus brazos me presionaban sobre él, ambos nos movíamos con necesidad de más, lo besé, absorbiendo sus labios, jugando con su lengua, lo besé como si fuera la cosa más importante del mundo entero, Pablo acabo junto conmigo mientras respiraba mi cabello, luego ambos nos tumbamos en la cama abrazados sin decir ninguna palabra simplemente disfrutando de ese momento único.
El sonido de mi teléfono me trajo nuevamente a la realidad, él no dijo nada solo me miro y pude ver que é pensaba lo mismo, me levante a buscar el celular y nuestras sospechas se confirmaron, atendí con voz temblorosa
-          Por favor, decime que no está ahí con vos- Me dijo casi suplicante. Me quede temblando con el teléfono en la mano mientras lo miraba a él sin saber que responder.


CONTINUARA. 

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